El imperio, empantanado también en Afganistán

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Si los talibanes se vanaglorian del mito de haber expulsado a la URSS de su suelo, pronto podrán hacerlo también de haber echado al imperio y sus aliados. Todos los datos apuntan a que no hay otra opción posible. Nuestras opiniones públicas no entienden qué se nos ha perdido en aquellas lejanas montañas y por qué hemos de pagar un tributo en vidas humanas para nada. Si no me equivoco, creo que se invadió el país para capturar al autor material de los atentados del 11S y a sus cómplices y para destruir los campos de entrenamiento de peligrosos terroristas. Veamos en qué ha quedado todo esto.

De Bin Laden nunca más se supo, salvo que ha montado una productora de vídeo y que lo han atiborrado a tintes para el pelo y chutes de botox. Ahora es una vedette que sacan a pasear cuando interesa. Del Mullah Omar, sabemos que ha reeditado su emirato islámico en varias provincias del sur y que actúa como legítimo señor de unas tierras que ha triplicado solo en el último año. Tanto es así que Karzai le ha ofrecido entrar en el gobierno si deja las armas. Curiosa forma de tratar a un terrorista por el que EEUU ofrece 7 millones de euros, ¿verdad?.

Pero al menos ha servido para debilitar a al Qaeda –dirán muchos bienintencionados. Personalmente creo que al Qaeda es el cuento del hombre del saco, pero vamos a tratarla con los esquemas “oficiales”. Una vez vistos los campos de entrenamiento de la organización que apenas si eran simples descampados con unas pocas chabolas donde se suponen recibían instrucción sus miembros en las artes guerreras, es muy fácil que los hayan trasladado. ¿Dónde?, pues a provincias como Uruzgan, Helmand, Kandahar o Nimruz, ahora controladas por sus “aliados”. Aunque, visto lo visto, el mayor campo de entrenamiento de al Qaeda se lo han regalado los Estados Unidos en Irak. Ahí los suníes radicales pueden poner en marcha su yihad contra el infiel invasor. Sea como fuere, a pesar de estar tan debilitada han podido atentar en Londres, Madrid, Bali, Turquía… sin ningún problema. Desde ese punto de vista para poco ha servido la invasión.

Del tema de a droga tampoco merece la pena hablar. Convertir al país de golpe y porrazo en el productor del 83% del opio del mundo partiendo de haber estado casi erradicada es otro logro atribuible a esa especie de rey Midas a la inversa que gobierna el imperio. Algo parecido sucedió en Uzbequistán cuando llegaron las bases militares y la CIA para luchar contra Afganistán.

Tampoco podemos mencionar con público orgullo ni la evolución de facto (no sobre el papel) de los derechos humanos, ni de la democracia cuando se ha instaurado una especie de guerra civil en medio de una invasión donde el ocupante monta cada poco raids aéreos que suelen tener el mismo desenlace: decenas de civiles inocentes muertos.

Sólo queda pues un motivo que impulsa esta guerra y no hace falta ser un lince para verlo, el petróleo. A Afganistán se vino por petróleo y los países que allí andan lo hacen por petróleo. Hemos llegado al cenit de la producción o estamos a punto de hacerlo en los próximos años. Rusia acrecenta su poder y China demanda cada vez más cantidades de crudo y materias primas. La guerra se hizo para impedir el acceso des estos países a los yacimientos de Turkmenistán, cuyo gas natural y petróleo pretenden evacuar por medio de gasoductos y oleoductos que seguirán la ruta Turkmenistan-Afganistán-Pakistán, un proyecto de más de 3000 millones de dólares de vital importancia para el futuro de EEUU y sus empresas. El imperio ya es importador neto de gas y su producción de petróleo está declinando de manera que en 2010 el déficit será de 453 millones de m3 diarios.

Así las cosas parece claro que la guerra de Afganistán es sólo por asegurar el suministro de crudo al imperio cuando haya mucho más demanda que oferta de oro negro. ¿Con qué esperanza participa Europa? Imagino que con la idea de que EEUU piense en compartirlos graciosamente con sus aliados del viejo continente o que sea benevolente con nosotros que ya sabemos cómo las gastan cuando se les contraria en política internacional (remember Crawford). Quien esto crea no es más que un iluso, Europa quiera o no, es el rival más firme contra la hegemonía de EEUU. No me refiero sólo a la batalla dólar euro, que amenaza la hegemonía económica del billete verde y la financiación internacional de los déficit imperiales, es mucho más profundo que eso. El artífice del programa electoral de Bush y estrecho colaborador de Karl Rove, Grover Nosquist, lo resumió muy gráficamente en una entrevista a El Mundo, decía así de los objetivos de la derecha estadounidense:

>enterraremos a los europeos, aceleraremos el declive de los sindicatos, recortaremos la financiación de los empleados y moveremos el Estado de Bienestar hacia un sistema privado.

Los rusos tenían en Afganistán alrededor de 100.000 soldados y aún así no consiguieron controlar el país, EEUU y la OTAN (la ISAF) disponen de menos de 40.000. Los señores de la guerra se quejan de que un control efectivo no se puede lograr disparando desde aviones sin permanecer en tierra, pero EEUU no puede aumentar su presencia por motivos obvios y sus aliados no quieren hacer más esfuerzos para unos objetivos tan difusos y, en todo caso, espurios. Las opiniones públicas dan síntomas de fatiga y conforme pase el tiempo será más difícil permanecer allí. Cuanto antes regresemos los europeos de las guerras de Estados Unidos, menos bajas tendremos que lamentar, más dinero para otros menesteres y más espacio para desplegar una nueva política sobre la base de principios más justos y equitativos, si es que algún día nos decidimos a ello y cortamos el cordón umbilical atlantista.