Carter señala el camino

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A pesar de las trabas que han puesto tanto Israel como Estados Unidos, Carter se ha reunido en su última gira por Oriente Medio en dos ocasiones con Hamas. Una en Siria con Jaled Meshaal, su líder en el exilio y otra en Egipto con responsables de la franja de Gaza. Sin duda ha sido un paso crucial en la rotura del aislamiento de la formación que ganó  las elecciones democráticas de 2006 a pesar del apoyo occidental –e israelí– a Fatah y de los cambios electorales que éstos propiciaron para seguir controlando el poder en Palestina. Es evidente que sin Hamas no puede haber paz en la región, no sólo porque controle Gaza, sino porque se hizo también con la voluntad popular en Cisjordania a pesar de que se les haya arrebatado del gobierno por la fuerza y el apoyo de los invasores y sus aliados. No suelen pasar muchos días sin que la Autoridad Palestina arreste a militantes de Hamas, quienes prefieren pasar a un segundo plano en tanto en cuanto no se convoquen nuevas elecciones o encuentren mejores condiciones para exigir lo que les corresponde.

 

La UE ha mostrado en ocasiones bastantes fisuras en el apoyo al aislamiento internacional a los islamistas palestinos, si no fuera por su total supeditación a la política exterior norteamericana y sus complejos en las relaciones con el estado judío, hace tiempo que podrían haber jugado un papel importante en la resolución del conflicto. Sin embargo, ha tenido que ser alguien como Carter quien le cuente a la opinión pública las verdades del barquero, aquello que todos saben y nadie quiere oír: Hamas no es una organización terrorista, sino parte de la resistencia palestina y tiene absoluto derecho a no reconocer a Israel en tanto en cuanto el estado hebreo no reconoce de facto al estado palestino. Es así de simple. Ni la política internacional ni las cuestiones de justicia u orden social son tan complejas como nos las intentan hacer parecer adornándolas con argot retórico, eufemismos o palabros vacuos. La realidad está al alcance de todos y de todas, si se dejan las cosas de la polis en manos de políticos profesionales con sus meddiatizaciones y obediencias, podemos decir adiós a la democracia si es que alguna vez existió.

 

El impacto de estas entrevistas de Carter con Hamás será fuerte aunque muy limitado en el tiempo. La brutalidad del devenir diario se impondrá pronto. No obstante, incluso la opinión israelí apuesta mayoritariamente por el diálogo con los islamistas para superar el actual estado de violencia. El gobierno de Israel va a tener que mover ficha rápidamente para que la mecha no prenda de manera generalizada y lesione los intereses del sionismo. La escalada violenta de estos días es probable que forme parte de la estrategia que desembocará en la reocupación total de la Franja y la aniquilación de todos los líderes de Hamas y su aparato de resistencia militar para entregarle las migajas a una Fatah cada día más dependiente de Israel y los EEUU. La pregunta es cuándo.

 

Todo apunta a que una intervención masiva con centenares de bajas civiles provocará una reacción internacional de rechazo importantes, por lo que es bastante probable que comience tras los fastos de celebración del 60 aniversario de la tierra palestina a los que acudirán algunos líderes mundiales con Bush a la cabeza. Hasta entonces se conformarán con incursiones más o menos de baja intensidad y tiras y aflojas en el estado de sitio con el que el estado cruzado castiga colectivamente al millón y medio de personas que malvive en Gaza a merced de un estado terrorista que a cada día que pasa pone de manifiesto el grave error que supuso su antinatural creación como un país basado en presupuestos racistas, religiosos y violentos.

 

Pero otra guerra total más, en la que es posible que impliquen tanto a Siria como a Líbano, que ya se preparan para tal eventualidad, no puede conjugarse sin algún tipo de avance en la creación de un estado palestino. Olmert mismo ha reconocido que se acaba el tiempo para contemplar la solución de los dos estados. Si no cristaliza pronto, la única solución posible a su entender es la incorporación de los territorios ocupados en un único estado multirreligioso y multiétnico con mayoría árabe, lo que sería el fin del estado de apartheid que sostiene a Israel. Lo que no quiere ver Olmert es que con el estado de colonias actual ya es imposible un estado palestino viable, este no será posible si no se vuelve a las fronteras legales del 67, se establece un corredor entre Gaza y Cisjordania y se deja a los palestinos que conformen un estado plenamente soberano, con control total de sus fronteras y su espacio marítimo y aéreo. Claro que de eso nada ha hablado el primer ministro hebreo y tampoco es un hecho que agrade a los locos de atar que gobiernan en EEUU, que piensan que la segunda venida de el cristo no se producirá hasta que toda Palestina no esté en manos de los cruzados de Sión.