Ruptura del acuerdo con Irán: ¿Resucitarán los errores de Trump a la vieja Europa?

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Donald Trump acaba de dinamitar la credibilidad internacional de Estados Unidos al abandonar unilateralmente el acuerdo del G5+1 sobre el programa nuclear iraní, un arreglo que costó más de una década conseguir tras un arduo proceso negociador que tuvo en vilo a medio planeta. La firma del Tratado en 2015 no fue fácil para Irán. Las cesiones de soberanía que tuvo que asumir la República Islámica no fueron un plato de gusto para un pueblo digno, orgulloso y en pie de lucha contra sus enemigos desde la destitución del Sha de Persia en 1979.

Es necesario tener en cuenta que Israel, el país que lleva años amenazando de guerra a Irán, asesinando a sus científicos, atentando en su territorio mediante la instrumentalización de grupos terroristas, sí que posee armas nucleares ilegalmente. Y lo hace al margen del Tratado de No Proliferación, que rige la posesión de estas armas de destrucción masiva, sin enfrentar ningún tipo de sanciones, reproches o apercibimientos. En estas condiciones, asumir un trágala como el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), no fue nada fácil para Irán.

También hay que resaltar que el supuesto programa nuclear militar iraní no existe más que en la imaginación de los enemigos del país persa. Cuando Bush estaba a punto de abandonar la Casa Blanca, sus halcones y el lobby sionista trataron de provocar el bombardeo de las instalaciones energéticas y militares de Irán. Alertados por la gravedad del conflicto, los 16 servicios de inteligencia norteamericanos reconocieron conjuntamente en un comunicado que Irán cesó su programa atómico militar en 2003 y que, desde entonces, su programa es exclusivamente de carácter civil. La Asociación Internacional para la Energía Atómica también lo ha reconocido en numerosas ocasiones. ¿A qué viene pues seguir insistiendo sobre lo mismo una y otra vez? ¿Qué esconde esta campaña de acoso y derribo que no puede decirse a las claras a la opinión pública? ¿No recuerda demasiado este asunto al de las Armas de Destrucción Masiva de Irak?

Efectivamente, todo el asunto es un puro montaje, una cortina de humo que oculta motivos inconfesables. Bajo las premisas firmadas es imposible que Irán pueda obtener bombas nucleares. A pesar de que la tecnología nuclear puede ser de tipo dual, las garantías del PAIC, que incluyen una supervisión especialmente intensa de las instalaciones nucleares persas, impedirían cualquier tipo de desviación hacia el lado militar. La AIEA acaba de certificar el estricto cumplimiento del condicionado del acuerdo del G5+1. No caben sospechas ni suspicacias como las anunciadas por EEUU o Israel. 

¿Qué pretenden, pues, Trump y Netanyahu con esta ofensiva? Obviamente, al tratarse de un tema complejo, no podemos señalar un único objetivo, pero los principales podrían ser los siguientes:

  • Privar a Irán de capacidad de defensa ante una eventual guerra. Los planes de EEUU e Israel siempre fueron recolocar a un gobierno títere en Irán. No obstante, para ello habían de eliminar previamente a sus posibles aliados regionales, sobre todo a aquellos que colindan con Israel. Siria, Líbano (Hezbollah) e incluso Hamás en Gaza estaban en la lista de zonas a conquistar antes de emprender una acción bélica contra Irán. En ello están, aunque con no pocas dificultades. Entre otras cosas, porque estas naciones y organizaciones han acudido en ayuda de Siria, sabiendo que si resiste los envites del imperio, sus países podrían estar a salvo en el futuro. 

A nadie se le debe olvidar que los mayores enemigos regionales de Irán, los que lo amenazan día sí y día no con iniciar una guerra, se están armando permanentemente.  Arabia Saudí fue el mayor importador de armas del mundo en 2017 e Israel es poco más que uno de los mayores ejércitos del mundo, con un pequeño país dirigido por criminales de guerra.

  • Evitar que gobierno iraní mejore las condiciones de vida de su población.Como contrapartida a la firma del PAIC, todos los países firmantes deberían haber levantado las sanciones económicas que habían impuesto previamente. Sin embargo, Estados Unidos decidió no hacerlo con el pretexto del programa de misiles de Irán, algo que no estaba incluido en el contenido del tratado. Peor lo peor es que, bancos y empresas europeas apenas si están invirtiendo en Irán por temor a las represalias de EEUU, por lo que, de facto, los beneficios obtenidos por la firma del acuerdo han sido puramente testimoniales. Así, mediante el bloqueo económico permanente, tratan de agitar la amenaza de revueltas populares o de una primavera “persa”.

Para Israel, la sola presencia de asesores militares de Irán en Siria es considerada como una afrenta a su existencia, por lo que están centrados en expulsarlos del país por todos los medios a su alcance, incluyendo las presiones políticas sobre Rusia. 

  • Evitar la normalización de las relaciones diplomáticas internacionales. En un contexto no prebélico como el actual, Irán, como uno de los mayores productores de petróleo del mundo, podría desplegar políticas que afirmarían su influencia en la región. Esa sola posibilidad aterra a Arabia Saudí, Estados Unidos e Israel, por lo que están tratando por todos los medios de evitar la vuelta de Irán a los escenarios diplomáticos sin librarse del sambenito de país terrorista o de miembro cualificado del eje del mal. 

Ninguno de los objetivos señalados tiene nada que ver con el programa nuclear de Irán. Por un lado, porque no existe ningún programa de armas atómicas en activo pero, por otro, porque los desarrollos médicos y energéticos nucleares no suponen ninguna amenaza para nadie.

Donald Trump se ha echado literalmente en brazos de Israel para no levantar un ápice la coerción sobre Irán. El absurdo teatro de Netanyahu, mostrando supuestas pruebas de desarrollos nucleares persas que no creyeron ni en Israel, era sólo un espaldarazo público a una decisión que la Casa Blanca tenía tomada desde hace tiempo y que se aprestaba a anunciar días después.

Lo único positivo de toda esta crisis es la actitud del resto de países firmantes del G5+1, que han decidido ser garantes de la literalidad de lo firmado a pesar de las imaginables presiones norteamericanas. Europa está demostrando, por el momento, que prefiere la estabilidad a la confrontación y el comercio a la guerra, de hecho las necesita para salir de la crisis.  Irán debería mantenerse en el acuerdo, en la práctica EEUU no había cumplido con sus compromisos, así que las cosas no van a cambiar demasiado. Es el G5 restante quien tiene que demostrar que es capaz de burlar las amenazas de sanciones y que  puede comerciar libremente con la República Islámica.

Trump ha volado por los aires, además de la credibilidad de EEUU, el indisoluble vínculo trasatlántico que ha regido el mundo unipolar desde la caída de la URSS. Ya no hay confianza posible entre los tradicionales socios, así lo ha reconocido una enojada y decepcionada Merkel. En Francia, miembros del gobierno aseveran que no quieren seguir siendo “vasallos” del imperio. Todo indica que la decisión de Trump va a servir para despertar a una Europa que ha permanecido dormida durante mucho tiempo bajo la “protección” norteamericana, renunciando a su soberanía económica, política o diplomática. Esa quizá sea la mayor virtualidad del grave error estratégico cometido por Estados Unidos. Esperemos que el miedo a la libertad no atenace a los responsables europeos ante el reto que están a punto de enfrentar: alcanzar la mayoría de edad y abandonar el infesto nido paterno para volar en libertad, aunque no sepamos aún hacia donde…