¿Por qué Trump, como Obama, protege a los terroristas en Siria?

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Aunque la práctica totalidad de los medios de comunicación occidentales parecen obviar deliberadamente este hecho, las continuas proclamas de la Casa Blanca y del propio Donald Trump para defender a los terroristas de Idleb, constituyen un auténtico escándalo en sí mismo.

Por contextualizar la situación, el Ejército Árabe Sirio y sus aliados se aprestan en estos días a liberar la última gran bolsa terrorista que queda en la provincia norteña de Idleb. A esa región han ido llegando buena parte de los yihadistas que se han ido rindiendo en todos los frentes que han pasado a manos gubernamentales, como Alepo, Palmira, Ghouta o Daraa. Se estima que mantienen presencia allí decenas de grupos terroristas con miembros de muchísimas nacionalidades diferentes. No obstante, el grupo mayoritario es Hayat Tahrir Al Sham, anteriormente conocido como Frente Al Nusra, miembro de al Qaeda, que domina alrededor del 60% de la provincia y que alista a más de 25.000 milicianos, muchos de ellos extranjeros. Los chinos uigures también se cuentan por millares y se atrincheran fuertemente armados en algunas ciudades. Lo mismo sucede con otros grupos provenientes de Rusia, de Oriente Medio o incluso de Europa.

La mayoría de ellos han contado con la cobertura de Turquía y el apoyo, directo o indirecto, de países occidentales y sus aliados de la región. Pero ya no tienen dónde huir, ni dentro ni fuera de Siria. Turquía ha cerrado las fronteras para evitar nuevas oleadas de refugiados, muchos de los cuales serán terroristas peligrosos. Es obvio que será una batalla dura, muy dura, la madre de todas las batallas, como gusta decir por aquella región. Se habla de entre 70.000 y 100.000 yihadistas que van a luchar a vida o muerte con todo lo que tienen. A los intentos de negociación con mediadores de algunos grupos pequeños, sus correligionarios han respondido con asesinatos disuasorios y ejemplificadores.

Nadie duda que será una guerra a cara de perro con miles de muertos, pero este momento tenía que llegar tarde o temprano. Siria tiene todo el derecho a recuperar la soberanía sobre su territorio. No creo que Staffan de Mistura, el enviado especial de la ONU para Siria, se atreva a demandar, como hizo en Alepo, un administración terrorista independiente para la provincia. Pero todo se andará, son capaces de cualquier cosa.

Los patrocinadores de la guerra barajan dos opciones para tratar de salvar a sus hordas terroristas: por un lado, organizar un montaje químico, una nueva operación de falsa bandera para tener una excusa para bombardear a las tropas sirias y detener o frenar la inminente ofensiva; por otro, acudir a la manoseada injerencia humanitaria para justificar una intervención militar. Los preparativos están en marcha, EEUU y Reino Unido han desplazado barcos, misiles y aviones a la región.

Pero, hete aquí que Rusia ha decidido mostrar músculo como nunca antes ha hecho. Para empezar ha desmontado, antes de que suceda, el falso ataque químico dirigido por el MI6, usando información de inteligencia sobre el terreno. También ha desplegado una fuerza naval enorme que supera con mucho a la que posee la coalición liderada por EEUU. Además, está abasteciendo de nuevos cargamentos de armas al ejército sirio y ha anunciado la celebración de maniobras militares en la región. Todo apunta a que la implicación rusa en estos momentos tan cruciales es más fuerte que nunca, aunque todavía está por ver si la disuasión surtirá efecto o será el inicio de una escalada mayor.

De hecho, los bombardeos sobre las primeras líneas defensivas de los terroristas han comenzado ya, ignorando todas las advertencias y amenazas de EEUU. Occidente ha perdido su guerra en Siria y debe asumirlo cuanto antes. Ninguna estratagema les va a funcionar, dada la situación sobre el terreno y la determinación inequívoca del pueblo sirio de permanecer junto a su presidente y su ejército.

¿Qué le sucede a Trump, a May y a Macron? ¿Por qué esa insistencia en defender a los terroristas de al Qaeda?

No hay necesidad de contar, por obvio y sabido, las conexiones de los servicios secretos occidentales en la creación, la financiación y el traslado de los yihadistas a múltiples guerras donde se han comportado como sus mercenarios. Lo han reconocido los máximos responsables norteamericanos en varias ocasiones. Pero es que, prescindir de al Qaeda en Siria, después de haber sido obligados a hacer lo propio con el Daesh, equivale tanto como a renunciar a la que durante largo tiempo fue su mejor opción de hacerse con el control del país. Occidente ha estado años escondiendo sus crímenes, tan atroces y públicos como los del ISIS, y los han pertrechado y entrenado hasta el punto que estuvieron a punto de tomar Damasco hacia 2015, momento en que la intervención rusa hizo cambiar las tornas hasta conducirnos a la situación actual, donde el terror está a punto de ser vencido definitivamente.

La realidad a veces es muy tozuda y no es siempre como uno quisiera. Y eso es algo que los poderosos no siempre comprenden. En Siria, muchos necesitan tomar un buen baño de realidad para, de una vez por todas, desistan en sus perversas intenciones de hacerse con el control del país y robarle sus riquezas. Esperemos que no sólo hablen los fusiles.