Apetitos insaciables: Trump e Israel preparan el ‘robo del siglo’

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por Denis Lukyanov

Los pormenores del plan para la resolución definitiva del conflicto entre Israel y Palestina, que puede poner fin a una confrontación que dura ya muchas décadas, han salido a la luz. Sin embargo, las condiciones parecen desiguales para las partes.

La idea del plan de paz entre Israel y Palestina apareció en los albores de la Presidencia de Donald Trump. Solo el mandatario de EEUU y algunos de sus asesores conocen su contenido completo.

Dicho plan lleva sobre la mesa ya mucho tiempo. Y parece claro que no conviene a la parte palestina. Durante la reunión de mayo de 2017 entre Trump y el líder palestino, Mahmud Abas, este último se opuso con vehemencia al proyecto.

Entre los palestinos hay temores de que el acuerdo haga que su Estado se desvanezca. Y no están precisamente entusiasmados con la idea.

Teniendo en cuenta las cláusulas del acuerdo, será extremadamente difícil convencer a las autoridades palestinas de que firmen el documento.

Más que convencer, EEUU y sus aliados están tratando de imponer su visión a la parte palestina por medio de chantajes, confirmó en su comentario a Sputnik el analista internacional Juan Luis González Pérez.

En este sentido, es muy improbable que dicho acuerdo llegue a buen puerto.

«Un plan tan escorado hacia la parte israelí no podría ser aprobado jamás por ningún dirigente palestino. Si alguno de ellos cediese a las presiones y decidiera aprobarlo, sería inmediatamente apartado de su cargo para siempre. Es absolutamente inaceptable e incluso diría que ilegal», señaló.

Sombrías perspectivas

Incluso hoy en la Casa Blanca reconocen que el proyecto de acuerdo tiene sus inconvenientes. El secretario de Estado, Mike Pompeo, reconoció que el plan simplemente puede ser rechazado, según las filtraciones publicadas el pasado 2 de junio.

Si analizamos las cláusulas principales veremos las razones de la preocupación de los palestinos. Por ejemplo, está previsto que la Nueva Palestina esté compuesta por la Franja de Gaza y Cisjordania, excepción hecha de los territorios de las colonias judías que Israel ha venido ampliando a lo largo de muchos años en esta última.

Esto quiere decir que los asentamientos hebreos en Cisjordania permanecerán bajo control de Israel. En otras palabras, los asentamientos serán legalizados y pasarán a formar parte de Israel. El valle del río Jordán en la frontera con Jordania se quedará en manos israelíes.

El futuro acuerdo presupone un gran intercambio: los países árabes reconocen a Israel, mientras que este reconoce a Palestina. Según el borrador del documento, ambos Estados van a tener su capital en Jerusalén. Se trata prácticamente del deslinde en Cisjordania, que dividirá a los árabes de los judíos, porque unos no podrán adquirir viviendas de los otros y viceversa.

Para González Pérez, Israel lleva a cabo una limpieza étnica en Jerusalén. Y precisó que se trata de un Estado que jamás ha deseado la paz con sus vecinos, sino «ocupar tantas tierras árabes como le sea posible».

«Palestina, si es que finalmente surgiese algo digno de tal nombre, jamás tendrá el control sobre sus aguas territoriales, sobre sus cielos o sus fronteras. Cualquier parecido con un Estado será pura coincidencia», apuntó.

La Nueva Palestina ni siquiera dispondrá de su propio Ejército. Solo se supone que gozará de su propia fuerza policial armada con armas ligeras. Israel se comprometerá a defender Palestina de una agresión desde el extranjero.

Pero no habrá ninguna garantía de que Israel no aproveche esta situación en caso de que surjan tensiones entre el país hebreo y la Nueva Palestina. Este último va a ser considerablemente inferior en la potencia del fuego. Además, el acuerdo presupone la entrega de armas por parte de Hamás, lo que lo hace bastante improbable.

Palestina no lo compra

Los creadores del proyecto tratan de convencer a Palestina de firmarlo recurriendo a la política del palo y la zanahoria. La lista incluye a EEUU, la UE y los países del Golfo Pérsico.

Por un lado, los países que aseguran el cumplimiento del acuerdo proveerán a la Nueva Palestina de un presupuesto de 30.000 millones de dólares a lo largo de un período de cinco años. Este dinero se destinará a los proyectos nacionales de la Nueva Palestina.

Por ejemplo, tratan de ‘seducir’ a Palestina con un nuevo aeropuerto que, según los datos del medio Israel Hayom, será construido en un territorio egipcio adyacente a la Franja de Gaza.

Además del aeropuerto, se ubicarán en dicha zona fábricas y otras infraestructuras. Asimismo, le prometen al país crear un puerto y carreteras, lo que facilitará el tránsito de mercancías.

Según el entrevistado, el acuerdo implica que los palestinos vendan a Israel sus derechos inalienables como pueblo a cambio de los dólares que pagarían los garantes. 

«Desde un punto de vista lógico puede decirse que es una completa aberración. Solo puede tener algo de sentido en la mente de un presidente como Trump, que cree que el dinero puede comprarlo todo. La dignidad de un pueblo, la historia, el amor por la tierra no se pueden vender por kilos como si fueran mercancía», subrayó.

Si por alguna razón, y hay muchas, Palestina se niega a firmar el llamado acuerdo del siglo, EEUU amenaza con cortar todo el apoyo financiero.

Si la Organización para la Liberación de Palestina —OLP, que controla los territorios de Cisjordania poblados por los árabes— acepta el negocio y Hamás lo rechaza, EEUU responsabilizará a la cúpula directiva de la organización y, en caso de un conflicto entre el grupo e Israel, hará daño a los líderes del primero.

Es ilustrativo que Washington no ose aplicar medidas duras contra Israel si el país hebreo se niega a cumplir el acuerdo. Washington promete solo cortar la ayuda financiera a los palestinos. De esta manera se puede ver claramente el contraste en la relación hacia Hamás y hacia Israel.

Es muy improbable que Trump tenga un plan B si el ‘robo del siglo’ no sale finalmente adelante, puntualizó González.

«No es su estilo. Solo cabe esperar que los estadounidenses se desprendan próximamente de un presidente tan poco respetuoso con las reglas del juego aceptadas por todos y respaldadas en el derecho y que el debate vuelva a circunscribirse dentro de la legalidad internacional, de donde nunca debió salir», concluyó.

Sputnik News