Esa es la última propuesta de Olmert para «superar» la última fase del conflicto con los palestinos de Gaza. Hace unos pocos días en Egipto se hablaba de un canje del artillero capturado por la resistencia por mil de los diez mil palestinos encarcelados en campos de internamiento de Israel, 250 de ellos escogidos de entre las listas aportadas por Hamas. Pero hoy, con la llegada del enviado especial de EEUU, George Mitchell, el mismo que tiene preocupados a los lobbys judíos de EEUU porque es «escrupulosamente justo e imparcial», se ha despachado con un nuevo apretón de tuercas a Hamas: fin del bloqueo a cambio de la liberación del soldado detenido por las milicias.
Miembros de la resistencia que negociaban en otros términos se han apresurado a desvincular ambas cuestiones, ya que entienden que lo que el estado judío pretende con ello es evitar la puesta en libertad de palestinos que retiene en sus guantánamos particulares. En los campos de internamiento de Israel permanecen miles de personas secuestradas sin cargos, sin asistencia letrada, sin derechos de ningún tipo, retenidas por motivos políticos, encerradas para uso como moneda de cambio o para comprar voluntades de familiares y convertirlos en delatores, etc. El líder de Hamas en Damasco, Jaled Mishal, se reafirmó posteriormente en la postura en declaraciones a la cadena al Yazira.
Una cosa está clara, Israel no quiere la paz. De lo contrario pondría encima de la mesa la retirada total de la franja, de sus aguas territoriales, de su espacio aéreo y dejaría de controlar los pasos fronterizos con Egipto. Quiere seguir manteniendo la versión actualizada del gueto de Varsovia y seguir dirigiendo desde detrás de los muros, la cárcel más grande del mundo. Pero además, anulando la posibilidad de protesta de los allí encerrados y siendo dueño de la visa y la muerte de sus gentes. De esa manera, nunca habrá paz. Como dice la cabecera de la red de blogs solidarios con la causa:
algunos palestinos han muerto, algunos viven, pero la mayoría aún ni ha nacido…
