Los incondicionales aliados de los EEUU en los países que se situaban detrás del «telón de acero», algunos de ellos pertenecientes a la nueva Europa, están comenzando a dar síntomas de hartazgo en la participación en la invasión de Irak. Con todas las excusas inventadas para justificar la guerra desmontadas por las evidencias y con la cruda realidad que enfrentan los cruzados a diario en un país donde no los quieren, algunos gobiernos esperan a que se celebren las elecciones para abandonar el país.
Ahora le ha tocado el turno a Ucrania, los planes de desistimiento se han visto acelerados por la muerte de 8 soldados en un ataque con bomba hace un par de días. En principio pensaban retirarlas a finales de 2005, pero con 17 muertos a sus espaldas, no han podido evitar el adelanto a la primera mitad del año. A pesar de las luchas electorales fraticidas acontecidas en los últimos tiempos en Ucrania, los dos candidatos, Yushchenko y Yanukovich, coincidían en asumir los costes diplomáticos del abandono de la coalición agresora de los 1.650 soldados que tienen allí desplazados bajo mandato polaco.
Mal pintan las cosas en Irak, la panacea de las elecciones del 30 de enero se verá empañada por las reconocidas —por el propio Bush— dificultades para ejercer la votaciones en 4 provincias suníes que acumulan alrededor del 50% de la población y que ilegitimarán cualquier resultado que a la postre se produzca.