¿Conferencia de paz en Oriente Medio para el verano?

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Muchas informaciones de estos días apuntan a que Obama pretende tomarse en serio el proceso de paz en Oriente Medio al inicio de su mandato y apuesta por una cumbre multilateral para comenzar a ganar un respeto y un liderazgo que su antecesor dilapidó con políticas belicistas, genocidas, intervencionistas y de apoyo a gobiernos criminales que practican violaciones de los derechos humanos, crímenes contra la humanidad y terrorismo de estado.

La noticia partió de las declaraciones de un títere de EEUU (e Israel) en la región, el rey Abdalá II de Jordania, quien anunció al diario The Times que el presidente norteamericano está preparando una cumbre por la paz para el verano, entre julio y agosto, tras un solemne anuncio dirigido a todo el mundo árabe que realizará en El Cairo el próximo 4 de junio, es decir, dentro de unos pocos días. 

Es presumible que, entre bambalinas, exista una actividad diplomática frenética pero, también es cierto que Israel, el origen de toda la inestabilidad de la región no puede negociar nada con los vecinos (Siria, Líbano y Palestina) que tiene invadidos porque cualquier concesión territorial supondría una crisis de gobierno que llevaría a Netanyahu a la oposición o, al menos, a dejar el puesto que ahora ostenta con el apoyo de partidos racistas, fundamentalistas y ultraderechistas.

Pero, al margen de suposiciones, no hay más que ver los planes de frustrar cualquier intento de frenar la anexión ilegal de Jerusalén desvelados ayer mismo por Democracy Now! —recogiendo informaciones de The Guardian— que siguen su curso gobierne la extrema derecha o la derecha extrema israelí. En los biTs hemos defendido muchas veces que no habrá negociación real y efectiva hasta que los planes de robo de los terrenos palestinos que le interesan al estado judío estén concluidos y toda el agua que necesitan para su desarrollo caiga de su aberrante y artificial nación.

Como todos los presidentes de Israel, Netanyahu pretende ganar tiempo con negociaciones imposibles abortadas antes de comenzar. Ayer mismo declaró en Egipto que espera reanudar las conversaciones con los palestinos —con los buenos, se entiende. Sin embargo, no se atrevió a decir que respetaba los acuerdos ya firmados anteriormente por Israel ni a mencionar si quiera el establecimiento de un estado palestino como guinda del mismo como hicieron sus antecesores sabedores que ese día estaría cercano al del juicio final si de ellos dependiese. Se sitúa, por tanto, en el mismo lugar en el que ellos dicen que está Hamas, ya que no reconocen el derecho a una nación palestina aunque el mundo prefiera mirar u oír para otro lado y aplicar la asimetría diplomática o los dobles raseros a los que nos tienen acostumbrados.

Así las cosas, si Obama quiere recuperar la credibilidad que perdió Bush y la que él mismo está perdiendo a raudales tendrá que emplearse a fondo sólo para dar un primer y mínimo paso hacia adelante. Por mucho que tenga de su lado a una Fatah rendida y entregada al sionismo, no van a bastar unas pocas limosnas para contentar al pueblo palestino ni a los estados de siria o Líbano, que legítimamente aspiran a recuperar todo el terreno invadido por Israel en el 67. No va a tenerlo fácil. Lo más probable es que fracase y, como advirtió el rey de Jordania, en unos pocos meses soplen vientos de guerra alrededor de Israel, porque como dijo Gandhi: lo que se obtiene con violencia, sólo puede mantenerse con violencia, ese es el sino del sionismo.