Obama da marcha atrás en su programa electoral con los presos de Guantánamo

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Como siga así la cosa podríamos abrir una sección completa con los fiascos de Obama. La noticia más destacada de las secciones de internacional de los últimos días ha sido la decisión de resucitar los tribunales ilegales especiales que Bush organizó para juzgar a los presos de Guantánamo recolectados de decenas de países, torturados y vejados durante años hasta el punto que algunos han declarado ser el toro que mató a Manolete o el asesino de JFK para satisfacción de sus interrogadores. La mayoría de los presos volverán a dispersarse por el mundo, acogidos por caritativos países que van a terminarle el trabajo sucio a EEUU, donde seguramente serán soltados casi de inmediato al no disponerse de ninguna prueba que constituya un caso legal.

Sin embargo, para aquellos que se han autoinculpado bajo torturas o para los que han sido usados con fines propagandísticos para justificar la propia existencia del campo de concentración, la cosa se ha puesto peor. Obama pagaría un peaje muy fuerte ante la opinión pública si se les soltara y, directamente, ha entrado en pánico hasta el punto de abjurar de una de sus promesas estrella del programa electoral: mantener fuera del sistema legal a dos decenas de presos para ser juzgados por comisiones militares ad hoc. Eso sí, como Obama es un tío enrollao, los tribunales especiales ilegales tendrán más consideración de la que Bush tuvo con ellos. Pero lo peor de todo no es eso, sino que las comisiones permanecerán abiertas en el futuro para enjuiciar a futuros apresados en la guerra contra el terrorismo.

Justamente cuando la presión para juzgar a los responsables de Guantánamo y sus torturas se está recrudeciendo a pesar del presidente, la decisión sólo sirve para echar un nuevo jarro de agua fría sobre los derechos humanos planetarios. A ello podríamos unir otra medida que hace dudar a cualquiera de las intenciones manifestadas públicamente por el presidente en su campaña: la prohibición de desclasificar las 2000 imágenes de torturas a presos en los interrogatorios aprobados por el  anterior gobierno para no dañar la imagen de EEUU en el mundo y poner en riesgo a sus soldados invasores en Irak o Afganistán. ¿No es alucinante? Un medio australiano ha aprovechado el rebufo de la polémica y ha publicado unas cuantas, nada que no hubiésemos visto ya cuando se destapó el escándalo de Abu Grahib.

Las asociaciones de defensa de los derechos humanos y las libertades civiles han puesto el grito en el cielo. ¿Qué temen de enjuiciar a los presos de Guantánamo dentro del sistema federal? Si no van a usar las pruebas obtenidas bajo tortura ¿en base a qué van a ser procesados? Hace poco el FBI negó tener pruebas que vincularan a Bin Laden y al Qaeda con el 11S, ¿qué pretenden con un juicio sin garantías? ¿obtenerlas para calmar a una opinión pública que cada día cree menos en la versión conspiranoica oficial?

De todas maneras, centrarnos en Guantánamo es seguirle el juego a los propagandistas y manipuladores de EEUU ¿Qué pasa con los prisioneros del campo de concentración de Bagram en Afganistán y los de otras cárceles repartidas por el mundo donde se subcontrata la tortura para no manchar las manos democráticas del imperio? Mucho me temo que el dicho todo cambia para que nada cambie es lo único cierto del huracán Obama, hoy una leve brisa imperceptible que no despeja los espesos  y negros nubarrones que llevan estancados sobre EEUU ya muchas décadas.