Indígenas paralizan temporalmente los decretos de explotación de la Amazonía

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albertopizango

La decisión del Congreso de suspender —que no derogar— las normas que permitirían la destrucción del hábitat y el modo de vida de los pueblos nativos de la Amazonía peruana y la creación de una mesa de diálogo para tratar el tema no ha bastado para detener las protestas de los indígenas apoyados por estudiantes y sindicalistas. La intención de Alan García parece ser dejar que pase el tiempo y las —tibias— condenas internacionales para volver a la carga cuando no haya tantos ojos fijados en las políticas genocidas de este corrupto político y reincidente asesino apoyado por los gobiernos occidentales para evitar que partidos de corte bolivariano e indigenista alcancen el poder de manera similar a lo sucedido en Bolivia a quienes, cómo no, han culpado de los disturbios en la selva, además de al ubicuo Chávez.

Pero, para reforzar su imagen democrática el Congreso, dominado por los apristas apoyados en la derecha y el partido de Fujimori, ha suspendido de sus funciones durante 4 meses a siete diputados que protestaron por las matanzas de indígenas y amonestado a otros 11. EL Partido Nacionalista Peruano calificó la medida de atropello a la democracia y declaró vivir bajo una auténtica dictadura cívico-militar.

Para colmo de males para la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) en el poder, han surgido las primeras disidencias internas, la ministra de Mujer y Desarrollo Social presentó la dimisión a Alan García por su forma de manejarse en el conflicto amazónico. El primer ministro Yehude Simón también ha quedado bastante tocado, al responsabilizarlo la oposición de lo sucedido, ya que encabezaba la mesa de diálogo que, al frustrarse, derivó en los disturbios que se saldaron con decenas de indígenas asesinados desde helicópteros. La nueva mesa de diálogo que está organizando excluye a la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESP), que representa a la mayoría de los indígenas y cuyo presidente, Alberto Pizango, se ha asilado en la embajada de Nicaragua pues tenía indicios serios de que su vida peligraba a manos de agentes del gobierno de paisano que trataron de apresarlo cuando aún no había dictada orden de detención alguna contra su persona.