Uribe y los medios

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Resulta esclarecedor comprobar las diferencias de trato dispensadas a según qué presidentes latinoamericanos por la gente de pensamiento neocon —aunque guste de llamarse liberal. El caso que ahora nos trae a colación  no es nada nuevo, todo lo contrario, se trata de un remake de una mala película que tuvo lugar hace varios años en Colombia. Uribe trata de seguir en el poder aún a costa de una constitución que impide que así sea por segunda vez consecutiva. ¿El medio para lograrlo? un cambio constitucional que se refrendará a través de una consulta popular. Nada grave, el pueblo es soberano y puede decidir lo que quiera. Lo malo es que el voto previo del parlamento se obtenga con prebendas y fajos de billetes cuando varios supporters de Uribe han tenido que renuncia al voto al ingresar en la cárcel por narcotráfico o terrorismo.

Ya sucedió durante la anterior reelección del mandatario, como quedó patente a tenor de las declaraciones de algún implicado en la trama corrupta, eso sí que es grave. Si alrededor de 60 diputados del bloque uribista están en la cárcel o andan procesados por narcoparapolítica, es todo el sistema democrático el que está gravemente en entredicho. ¿Es así como lo consideran periodistas o politólogos de forma mayoritaria? Evidentemente no, tampoco lo piensa así la opinión pública ampliamente considerada, ya que no suele diferir mucho de la opinión publicada. Uribe es de los buenos, de los nuestros, un sufrido presidente que lucha como puede contra terroristas de toda índole que azotan el país.

No importa que  incluso familiares directos —otros uribes— y allegados políticos estén encarcelados, da igual que el propio presidente fuera un destacado miembro del cártel de Medellín, que sus fuerzas militares asesinen a miles de civiles inocentes y los disfracen de guerrilleros para cobrar recompensas, que desaparezcan cada día asesinados líderes de sindicatos, que uno de los grupos terroristas contra los que supuestamente lucha sean en realidad miembros de las fuerzas armadas apoyados por políticos de su órbita. Todo puede permitírsele únicamente por ser un fiel aliado o vasallo del imperio.

En cambio Zelaya, al salirse del plan que empresarios y oligarcas le habían marcado para Honduras, era carne de cañón, planeaba cambios constitucionales de redistribución de riqueza pero no pudo ni preguntar al pueblo si lo deseaba —aunque fuera una obviedad—, cambiar la constitución es pecado y por plantearlo , sólo por eso, se situó al margen de la ley. Los militares organizaron una asonada a la vieja usanza en la que participó de un modo u otro la base que EEUU tiene en la zona. Con Obama o sin Obama, lo cierto es que Zelaya en pijama tras sacarlo de su casa aterrizó en la base que el imperio tiene en Honduras antes de ser expulsado del país. Total y absolutamente sospechoso.

Pero como los medios no podían achacar al presidente electo y depuesto sus loables intenciones de alcanzar una mayor justicia social en un país con pobreza mayoritaria, ¿adivinan a que se agarraron en primera instancia incluso antes del golpe para incitar al mismo o justificarlo después? Pues a que pretendía perpetuarse en el poder, justamente lo que hace ahorita el mismísimo Uribe sin que apenas se oiga ninguna voz discordante. Cría medios y te comerán el cerebro…