El Parque Natural Los Alcornocales

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El Parque Natural Los Alcornocales pertenece a la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía. Forma parte, pues, junto con otras 84 áreas, de la más amplia superficie englobada bajo figuras de protección de todo el estado español. En total, la Junta de Andalucía, tras la aprobación en 1989 de la Ley e Inventario de Espacios Naturales Protegidos, declaró como tal a un 17 % de su territorio, porcentaje que llega al 30% en una provincia como Cádiz, en cuyos límites se encuentra la mayor parte de este Parque, compartiendo una escasa franja en su zona norte con la serranía malagueña.

LA HISTORIA
Los Alcornocales está enclavado en un lugar estratégico, junto a él se unen el Atlántico con el Mediterráneo y, casi, Europa con Africa. La posición geográfica es uno de los aspectos que más han marcado los avatares de su patrimonio, tanto de carácter natural, como cultural. Su poblamiento comienza hace decenas de miles de años, tal y como demuestran yacimientos arqueológicos cercanos pertenecientes al hombre de neandertal, o los restos de grabados y pinturas rupestres que se remontan al Paleolítico y Neolítico. Pero son sin duda los abrigos de la Edad de Los Metales los que más llaman la atención del visitante. Del más de medio centenar de cuevas existentes, destacan por su valor artístico y por su singular temática la Cueva del Tajo de las Figuras, considerada como la capilla sixtina del arte rupestre esquemático; la Laja Alta, que alberga un pequeño catálogo de las primeras embarcaciones que surcaron el mediterráneo procedentes de oriente; y el Santuario de Bacinete, con más de un centenar de representaciones pictográficas en magnífico estado de conservación.


Tras los primeros pobladores, otros muchos se asentaron en este espacio, superponiéndose culturas y civilizaciones, que han aportado un peculiar matiz etnológico y un legado de fantástica riqueza: monumentos megalíticos, restos ibéricos, fenicios, romanos, fortalezas árabes, etc. Muchos de los pueblos que hoy integran el Parque Natural alcanzaron su apogeo durante el reinado nazarí, cuando cosntituían la línea fronteriza occidental del Reino de Granada. Todavía hoy conservan muchos rasgos andalusíes en sus cascos históricos, típicos de pueblo blanco serrano. Jimena de la Frontera, Castellar de la Frontera o Medina Sidonia son magníficos ejemplos de ello.

EL CLIMA
Dada la mencionada posición geográfica de Los Alcornocales, el clima dominante en la zona es, lógicamente, mediterráneo, pero una serie de factores contribuyen a singularizarlo. En primer lugar, la cercanía al mar provoca un efecto amortiguador de la oscilación térmica, manteniéndose éstas muy constantes y suaves durante todo el año. A ello hay que unir unas lluvias anuales que superan prácticamente los 800 litros por metro cuadrado, llegando en determinadas zonas a más de 1.400 gracias a los frentes oceánicos que lo barren de oeste a este durante los meses de otoño, invierno y primavera. En las sierras del sur, cabe destacar además la presencia de nieblas veraniegas conocidas como las barbas del levante, que proporcionan humedad ambiental y valiosísimas precipitaciones horizontales en la larga estación seca característica del clima mediterráneo. Todos estos factores contribuyen a crear un microclima especial, de características muy similares al existente en zonas tropicales y macaronésicas, que favorece el crecimiento de una exuberante vegetación selvática, que ha sido el origen del calificativo otorgado a Los Alcornocales: la última selva mediterránea.

El viento es también un factor a tener muy en cuenta en el Parque. La cercanía del estrecho de Gibraltar y la disposición norte-sur de las serranías más litorales, condiciona su frecuencia e intensidad, llegándose a alcanzar los valores más altos de toda la península ibérica.

LOS BOSQUES
El bosque más representativo de todo el Parque, el que ocupa la mayor parte de su superficie, y su principal fuente de riqueza, es el alcornocal. A diferencia de los montes alcornocales de otras latitudes donde la espesura es baja, en esta zona los árboles forman auténticos bosques acompañados de una rica y variada vegetación arbustiva y herbácea en íntima conexión que asegura la regeneración natural del bosque, una buena mezcla de edades, y una biodiversidad florística y faunística muy elevada.

Pero, además de alcornocales, el Parque tiene representadas otras masas forestales importantes tanto cualitativa como cuantitativamente. Merecen destacarse los bosques de quejigos o robles andaluces, relictos de épocas pasadas que conforman bosques de indescriptible belleza, donde la humedad ambiental y edáfica es la protagonista, con los troncos y ramas colonizados por líquenes, musgos, helechos epífitos y algunas plantas superiores que trepan en busca de la necesaria luz que escasea al nivel de suelo por causa de la elevada densidad de la cubierta y el gran tamaño que alcanzan las hojas de éste árbol.

No obstante, la comunidad vegetal más relevante desde el punto de vista científico crece en los localmente denominados canutos, arroyos de montaña que discurren por valles angostos y profundos. En su seno aparecen restos de la vegetación tropical que durante la Era Terciaria ocupaba la mayor parte del centro y sur de europa, compuesta por helechos y arbustos lauroides. Alcornocales cuenta con el honor de poseer en varios de sus canutos el tipo de planta vascular más antigua que vive sobre la tierra, un helecho que únicamente puede encontrarse en varias zonas tropicales del planeta en areales alejados varios miles de kilómetros de su ubicación europea.

LA FAUNA
La riqueza faunística del Parque viene determinada igualmente en gran parte por su posición geográfica. La posición en el extremo más meridional de Europa le convierte en paso periódico obligado, hacia y desde Africa, de millones de aves migratorias que convergen en esta zona en su búsqueda estacional de alimento y de un clima más benigno para su desarrollo. Por ello, Los Alcornocales es un verdadero paraiso para los aficionados a la ornitología, que acuden año tras año a contemplar el paso fundamentalmente de las aves planeadoras: cigüeñas, milanos, halcones abejeros, águilas calzadas y culebreras, buitres, alimoches y un sin fin de otros muchos pájaros que recuperan energías en el Parque o esperan que las condiciones climatológicas sean favorables para el siempre problemático paso del Estrecho.

También son importantes las poblaciones de mamíferos por su variedad y abundancia. Con un poco de suerte, en Alcornocales pueden observarse meloncillos —en el Parque se conservan las mayores poblaciones europeas de esta mangosta—, ginetas, nutrias, turones, gatos monteses, comadrejas, etc. entre los carnívoros, y ciervos, cabras monteses y corzos entre los herbívoros. Estas sierras tienen el privilegio de de albergar la última población de corzos andaluces de la raza denominada morisca, en el límite suorccidental de la distribución mundial de la especie.

En cuanto a la presencia del lince, los datos actuales se muestran contradictorios, pero es posible que existan algunos ejemplares en los bosques más recónditos, lejos de la presencia humana.

EL FUTURO
La posición estratégica que ocupa el Parque es también uno de sus peores enemigos, tendidos de alta tensión relacionados con grandes polos industriales o con conexiones con el vecino Marruecos, parques eólicos que devoran paisajes naturales convirtiéndolos en campos de máquinas metálicas, proyectos de autovías, de grandes embalses, infraestructuras militares, etc., son algunas de las amenazas o realidades en mayor o menos grado de concreción real y que hacen dudar de la efectividad de la protección que ahora posee cuando se contrapone a otros intereses económicos o «de interés general». La internalización de las políticas medioambientales en el seno de políticas de ordenación del territorio y sus recursos es algo que aún está por asumir por el resto de las administraciones del estado. La juventud de la normativa de protección y la falta de tradición en su aplicación ha sido hasta ahora la excusa perfecta para que fuese considerada como un mero trámite administrativo más o una simple molestia superable. Sin embargo, ya es hora de que se contemple como la única manera de salvaguardar los valores naturales y culturales de amplias zonas como la que nos ocupa. Esperemos que no sea demasiado tarde para Alcornocales, que la última selva mediterránea perdure en el patrimonio de Europa por muchos años.

Juanlu González
Publicado en la Revista Panda, de ADENA-WWF