EEUU quiere robar el uranio a Irán

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La cosa está bien clara. Las principales discrepancias de la autodenominada comunidad internacional con Irán se reducen a cómo se va a entregar el uranio pobremente enriquecido, dónde se le va a concentrar hasta el 20% y cuándo y dónde va a ser entregado. Las propuestas de EEUU y sus aliados no ofrecían ninguna garantía a la república islámica de que su preciado uranio volvería a casa para alimentar al reactor médico. Por eso Lula y Erdogan se convirtieron en mediadores y arrancaron a Ahmadineyad un compromiso anunciado ayer a bombo y platillo como inicio de la solución al conflicto nuclear iraní.

La idea es intercambiar 1.200 kg al 3,5% por 120 kg al 20%. En menos de un mes el uranio debería estar ya en Turquía para que se respeten las condiciones pactadas y se recobre la confianza en Irán. Ambos mandatarios han pedido que se deje de hablar de sanciones y se vuelva a la senda de la diplomacia. Denuncian asimismo que quienes más presionan son países que tienen armas nucleares y no viven en la región, que en el caso debe imperar la supremacía de la ley y no la ley de unos cuantos.

¿Cuál ha sido la respuesta del imperio ante esta magnífica noticia? El anuncio de una nueva ronda de duras sanciones tras una apresurada agenda que pretendía aprobarse con toda celeridad para echar por tierra la mediación brasileña y turca que llegaba a poner en entredicho toda la política exterior norteamericana. Lo que no se entiende de las declaraciones de la Clinton es el anuncio de la complicidad de Rusia y China, a pesar de que esta última potencia se había sumado al acuerdo de la pasada cumbre de Teherán. Nos iremos enterando en las próximas horas.

De lo que no cabe duda es que EEUU ha creado el conflicto nuclear con Irán para desestabilizar a Irán e incluso para atacarla militarmente y no va a permitir que ningún país le desmonte la estrategia. Todo esto recuerda cada vez más claramente a la campaña de intoxicación montada antes de la guerra de Irak. Lo peor es el papel de nuestra “prensa libre” occidental, menos libre que nunca y más entregada a sus patrones corporativos o a los gabinetes de comunicación de los estados poderosos.