Vive la resistance!

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37 muertos americanos tras el fin de la guerra. Mucha gente se sorprendió de la rapidez en que cayeron algunas ciudades iraquíes, entre ellas Bagdad y las que vinieron después. Se habló incluso de un pacto secreto por la capital con extrañas contrapartidas. Sea como fuere, Irak es un país con la población fuertemente armada que vive una ocupación que no desea. Con tácticas de guerrilla, las únicas que pueden usarse contra el mayor ejército del mundo, están infligiendo un buen número de bajas a los norteamericanos y británicos. ¿He dicho un buen número?. Perdóneme el lector pero me he dejado llevar por la propaganda mediática. ¿Qué son 32 muertos comparados con los millares de muertos durante la guerra y la posguerra? Evidentemente todo es relativo, se trata del número de muertos asumible por la opinión pública, un guarismo que se ha superado ya por más de la mitad de los norteamericanos a tenor de las últimas encuestas.

Ayer me preguntaron si, de alguna manera, yo celebraba esas muertes. Evidentemente no podría hacerlo en lo individual, son personas con su universo particular, sus relaciones… con su vida. Sin embargo, como ejército, como institución, me regocija que los todopoderosos invasores sufran reveses de cualquier tipo. La presencia anglosajona en Irak no debe desligarse del hecho de que están invadiendo un país para controlar sus riquezas y establecer un nuevo gobierno títere —aliado— en la zona, que no amenace a Israel y que suplante al antiguo aliado saudí.

Es claro que los EE.UU. no pueden perder ninguna de las guerras que acometan. Pero, de momento están perdiendo la paz. La guerra no ha terminado, sólo ha cambiado de forma. Si la resistencia iraquí se articula, se organiza y consigue infligir más bajas al ocupante, es posible que la opinión pública no pueda soportarlo, sobre todo cuando el montaje para justificar su apremiante necesidad está cada día más al descubierto a ojos del mundo. Si ese día llega, también habrán perdido la guerra.