Masacre en Yemen

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Las protestas de hoy en la Universidad de Sanaa tras el rezo de los viernes han acabado en una tragedia sin precedentes. Al menos 40 personas que protestaban pidiendo reformas democráticas han sido acribilladas por fuerzas policiales, grupos armados irregulares y, sobre todo, por francotiradores apostados que dispararon sobre la multitud dejando varios cientos de heridos de consideración. Después de lo sucedido, el presidente de Yemen, Ali Abdalá Saleh, anunció en rueda de prensa que hasta dentro al menos de 30 días quedaba instaurado el estado de emergencia en todo el país.

Dirigentes occidentales, los mismos que han movilizado a la OTAN para echar a Gadafi del poder, se han declarado sorprendidos por la violencia en Yemen pero, desde luego ni van a imponer sanciones ni van a hacer nada para impedir que se sigan produciendo masacres similares.

Mientras, en Bahrein, el dictador al Khalifa ha ordenado el derribo del monumento de la Plaza de la Perla, convertido en símbolo para los manifestantes y para los medios que han seguido las protestas democráticas en el país.

Primero fue el derribo del campamento que emulaba al cairota de Tahrir y ahora han pretendido borrar hasta la imagen alegórica de la promesa de liberación. Curiosamente, mientras afirma que busca el diálogo con la oposición ha vuelto a pedir más tropas extranjeras a los dictadores del Golfo para profundizar en la represión contra la mayoría de su pueblo, reprimido y discriminado sectariamente por la minoría sunita.