Israel y el terrorismo de estado

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Los palestinos son un pueblo ocupado, como tal tienen derecho a resistir la ocupación con todos los medios a su alcance como reconocen las convenciones internacionales. Sin embargo, a veces las diferentes milicias han cometido actos contra la población civil, básicamente mediante el uso de bombas humanas ante la imposibilidad de colocarlas en los lugares fatalmente escogidos por medios más acordes con los tiempos en los que vivimos. Todo el mundo, obviamente, le ha criticado a estos grupos el uso del terrorismo contra civiles, algunos de ellos han sido incluidos por ello dentro del «catálogo» europeo o americano de grupos terroristas. Tal es el caso de Hamas, aunque sus acciones sociales, políticas y asistenciales van mucho más allá de la actividad de las Brigadas Al Qassam que, en ocasiones, ni siquiera se coordinan con su brazo político como parece ser el caso del secuestro del soldado Gilad Shalit. De hecho la dirección de las Brigadas se encuentra a muchos cientos de kilómetros de Palestina y la dirección política.

Israel no está considerado como una organización terrorista por las instituciones internacionales. Su brazo militar, las IDF, son un cuerpo regular y ambos están sujetos a observar una serie de normas y convenciones internacionales que pretenden evitar que en el mundo impere la ley de la selva tanto en tiempos de guerra como en momentos de paz. Todo lo contrario, este país suele presumir de ser la única democracia real de la región a pesar de ser una sociedad bastante militarizada y mediatizada por factores de índole religiosa. Sin embargo, en múltiples ocasiones Israel se comporta como un grupo terrorista convencional al uso. No son palabras propias, las tomo prestadas de destacados pacifistas hebreos y de prestigiosos periodistas de la izquierda israelí internacionalmente conocidos como Gideon Levy.

Imagino la dificultad de convencer a un desesperado militante palestino de que no atente en una parada de autobús de Jerusalén o en un restaurante de Tel Aviv cuando cada día que pasa Israel está asesinando niños, familias completas y civiles de todo tipo. ¿Errores?¿Daños colaterales? Cuando disparas sobre un edificio o un bloque de pisos en una zona densamente poblada con la potencia suficiente como para hacerlo colapsar y destruirlo por completo con sus habitantes dentro es imposible que las viviendas adyacentes no se vean afectadas. Cuando disparas un segundo misil sobre un vehículo en el que supuestamente viajan combatientes que están siendo atendidos por decenas de ciudadanos y médicos sabes que estás matando indiscriminadamente a civiles inocentes. Cuando se ataca a un padre desarmado que protege a su hijo con su cuerpo y asesinas a ambos no es un error cualquiera en una balasera. Cuando se secuestra a familias de palestinos para obtener información, cuando se usa a niños como escudos humanos para proteger vehículos… no se está respetando el derecho internacional, se está actuando como un estado terrorista. ¿Qué objetivos tienen las bombas sónicas sino provocar el terror entre la población civil?. Cuando un estado democrático castiga colectivamente a un pueblo por votar a un partido determinado, cuando lo tratan a sangre y fuego, sitiándolo a hambre y sed como en la Edad Media ¿qué confianza pueden tener en los estados de derecho o en la democracia?, absolutamente ninguna.

Lo mismo sucede en el caso del asunto de los rehenes. Por situar las cosas en su contexto adecuado, Israel posee centenares de secuestrados libaneses y palestinos en sus particulares e impunes Guantánamos, es decir detenidos «administrativos» civiles y militares sin cargos ni juicios. Nadie entiende una operación militar a tan gran escala por la toma de uno, o tres, prisioneros también militares. Israel ha perdido completamente la cordura, así lo reconocen determinados analistas israelíes y la mayoría de los internacionales. Ha provocado una situación de la que no tiene forma de salir airoso. Podrá matar a centenares de palestinos y libaneses, destruir su infraestructura civil, secuestrar a sus dirigentes políticos, pero ¿y después?. No puede quedarse por siempre ocupando Gaza o Líbano, no puede establecer franjas de seguridad que no sean vulneradas por la potencia mejorada de los misiles caseros o profesionales. Tampoco puede integrar toda Gaza en Israel con sus habitantes porque la bomba demográfica acabaría con la pureza religiosa y étnica que persiguen en su estado, no pueden matarlos a todos ni deportarlos (transferirlos, como dicen allá para no recordar a los nazis). ¿Qué van a hacer finalmente?

El recurso a los secuestros ha sido bien frecuente en el área, pero no sólo por milicias irregulares sino por las IDF. Podemos recordar el caso del piloto Ron Arad, derribado en 1986 en suelo libanés, que provocó una oleada de secuestros de líderes de Hezbollah para provocar un canje que nunca se llegó a producir, o los secuestros protagonizados por esta guerrilla que desembocaron en un canje en 2004 de soldados israelíes por secuestrados en los años 90 para tratar de liberar al piloto. También podemos recordar algún macro canje de casi 5.000 palestinos y libaneses por 8 soldados capturados en los años 90. A nadie debe extrañar pues la captura en territorio libanés —las Granjas de la Cheba— de estos dos soldados tras un ataque enmarcado en la guerra para liberar totalmente los territorios ocupados por Israel en Líbano a tenor del dictado de las resoluciones internacionales.

Comentaba hoy un corresponsal en Jerusalén que Olmert lo tendría más difícil para convencer a su población de una retirada unilateral de Cisjordania, su proyecto electoral estrella, realizable en cuanto terminen de construir el ilegal muro del apartheid que consolidará el robo de una buena parte del territorio palestino. Eso era al menos lo que pensaba buena parte de la población judía. Y no les falta razón, pero no en el sentido en que se dirigían estas declaraciones, en el de considerar la retirada de Líbano y Gaza como actos de infinita magnificencia despreciado por sus ingratos habitantes, sino todo lo contrario. Ha quedado suficientemente demostrado que las desconexiones unilaterales no son efectivas ni que ningún tipo de muro puede proporcionar seguridad a Israel si mantiene la ocupación y la guerra con sus vecinos. Dejar unos poco asentamientos en Gaza para seguir ampliando otros cercanos no iba a traer la paz, quien pensara lo contrario era un iluso, sobre todo teniendo en cuenta que la retirada fue muy parcial y que la franja no era más que una cárcel gueto absolutamente dependiente de la potencia ocupante para entrar o salir de e´l o para obtener los suministros más esenciales.

¿Qué hacer para detener la escalada sangrienta de Israel? La solución no podrá venir desde dentro del estado hebreo, sólo desde la adopción de una fuerte presión internacional diplomática combinada será posible detener la masacre en marcha. Los pacifistas de Meretz han pedido sanciones contra Israel para detener esta locura, dicen sentirse avergonzados por las acciones de un ejército que no actúa en su nombre, pero no es previsible que EEUU o la UE alienten esta salida. EEUU porque Israel no deja de ser un estado más de la Unión y Europa porque es sencillamente irrelevante y el atlantismo está más vivo que nunca en su seno. Hace unos pocos días Aznar demandaba la entrada del estado hebreo en la OTAN sin que recibiese ninguna negativa significativa por respuesta. Si tuviera vergüenza imagino que debería sentirse como tantos y tantos amigos tradicionales de Israel —como Vargas Llosa— que dicen sentirse avergonzados por las acciones emprendidas por su gobierno.

La unión Europea debería dejar de mirar para otro lado con las masacres desproporcionadas perpetradas por Israel, ya tiene suficiente experiencia en lo que sucede cuando deja correr este tipo de cosas. Para empezar tendría que cortar los lazos comerciales militares por los que vende —y compra— tecnología y armamento a un país belicoso que mantiene guerras abiertas o soterradas y territorios ocupados de al menos 3 países vecinos. Pero además debe observar el mandato mayoritario del parlamentario europeo de 2002 que instaba a sus países miembros a suspender toda relación comercial, preferente o no, y denunciar el Acuerdo de Asociación mientras no se garantizara el respeto a los derechos humanos y se detuvieran las brutales acciones contra el pueblo palestino y se abandonaran los territorios ocupados.

Naciones Unidas debería condenar sin paliativos las invasiones de Gaza y Líbano y pedir protección internacional para ambas fronteras, algo que, en relación a Palestina, siempre ha contado con la oposición judía que prefiere que no haya testigos en sus continuas violaciones de los derechos humanos, las convenciones internacionales o las resoluciones de la Asamblea y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Así mismo, debería convocar una conferencia internacional para buscar una solución estable y definitiva a un problema que, no olvidemos, ella misma ayudó a crear. Si alguna de las partes rehusara tomar parte en ella, como en los juicios en rebeldía, no tendría posibilidad alguna de defensa y debería acatar sus resoluciones que, por una vez, deberían enmarcarse bajo el título VII de la Carta que permite la adopción de acciones militares automáticas internacionales si son vulneradas.

La única solución final pasa por la retirada de Gaza, Cisjordania, la Cheba y los Altos del Golán, la devolución a sus legítimos dueños de las tierras robadas, la indemnización a las víctimas por los daños causados durante las acciones armadas y a los gobiernos por la destrucción de infraestructuras. El único problema para solucionar el conflicto es que Israel desea a toda costa anexionarse por la fuerza buena parte de la Cisjordania conquistada, sin esa intención hoy no estaríamos hablando de guerra, de terror, de invasiones, de sangre y de muerte. Eso es lo que deben entender los israelíes, la ocupación es la raíz de la violencia. Cuando se preguntan que por qué los atacan si ya se fueron, deben responderse a la gallega ¿cómo nos fuimos? ¿por qué nos fuimos? y ¿de dónde? Tal vez si dejaran a un lado la propaganda oficial comprenderían qué está sucediendo realmente en la zona del mismo modo que los americanos se cuestionaron tras el 11S aquel fatídico interrogante de ¿por qué nos odian?

13/7/06
Juanlu González
Bits RojiVerdes