Miradas arrebatadoras

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Juegos interpretativos con las pinturas rupestres de la cueva de Laja Alta

La cueva de la Laja Alta fue localizada en 1978 por Francisco Corbacho, vecino de Jimena de la Frontera, quien puso en conocimiento de las autoridades de Cultura el que sería uno de los descubrimientos más importantes de la arqueología gaditana reciente: un conjunto de arte esquemático rupestre cuyo motivo central lo constituyen un grupo de embarcaciones que bien podría considerarse como una escena naval o incluso como un auténtico catálogo de navíos de época protohistórica.


La singularidad del abrigo, situado sobre el valle de la Garganta de Gamero, en la finca de Jateadero, nos retrotrae a una época crucial de la historia de Los Alcornocales y de toda la cultura occidental. El momento que el artista prehistórico inmortaliza en la Laja Alta no es otro que el del encuentro de las culturas del interior del mediterráneo, con un grado de dominio del medio ya considerable y los pueblos de cultura ibérica del sur de la Península, cuyas riquezas fueron legendarias incluso para civilizaciones como la griega, en cuya mitología se alude en no pocas ocasiones a nuestras tierras.

Del mestizaje de ambas, de su cruce o fusión surgió uno de los pueblos más misteriosos de toda Europa, Tartesos, cuya capital del mismo nombre aún se disputan las provincias de Huelva y Cádiz. Parece ser que ese mágico instante es el que puede estar inmortalizado con pigmentos ocres y rojizos y una simplicidad que denota una capacidad de análisis y síntesis que aún sorprende hoy día.

El inmortal artista sería en cualquier caso buen conocedor del objeto de su pintura. Sin lugar a dudas, tendría que haber bajado al Estrecho de Gibraltar varias veces, posiblemente al puerto de la Carteia prerromana (Cerro del Prado) para poder plasmar con tanta precisión esas naves con mascarones de proa o de popa, de remos, a velas, o con mezcla de ambos sistemas de propulsión. Sin embargo, nuevas investigaciones basadas en datos geológicos y evidencias materiales, apuntan a la remota navegabilidad de muchos ríos de la zona, como por ejemplo el Guadiaro y su afluente el Hozgarganta, uno de cuyos subsidiarios es la garganta de Gamero.

Sea como fuere, el sitio escogido para este graffiti prehistórico tampoco parece casual. En primer lugar, por la existencia de un soporte físico adecuado, un abrigo excavado por la acción erosiva conjunta del viento y el agua sobre la frágil roca arenisca, a través de un proceso que aún puede observarse in situ e indicado por la aparición de arena cuarcífera en el piso de la cueva. Pero además, desde el estrato rocoso, conocido como laja por los alcornocaleños, es posible contemplar la Bahía de Algeciras presidida por Gibraltar, el Yebel Tariq de los árabes o el Kalpe en la lengua antigua de los griegos, quienes lo consideraron siempre como la columna hercúlea del lado europeo del Estrecho que lleva su nombre.

De nuevo, otra relación de Laja Alta con las leyendas civilizadoras del ámbito cultural griego y su héroe o dios Heracles, sin duda el culto más extendido de la historia antigua, conocido como Melkart por los fenicios y como Hércules por los romanos. Hércules, hijo de Zeus y una mortal, se hizo famoso por los doce trabajos que desarrolló para alcanzar la vida eterna y poder lavar su conciencia tras matar a su mujer y a sus dos hijos en un arrebato de locura temporal provocado por la celosa Hera.

Pues bien, según algunos autores, tres de los trabajos de Hércules, se desarrollaron en nuestra geografía y su entorno. De ahí que en alguno de sus periplos, como si tal cosa, aprovechó para abrir el Estrecho, que por aquel entonces —contaban— se encontraba cerrado en una explicación sui generis de la Crisis Mesiniense finalizada hace alrededor de seis millones de años con una de las catástrofes más brutales de la historia geológica de nuestro planeta azul.

Uno de las obras más conocidas de Hércules fue robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides, una especie de rico paraíso terrenal situado cerca de las columnas hercúleas y custodiado por las hijas de Atlante. Aquello fue fácil, con artes y engaños, únicamente hubo de vencer a una gran serpiente-dragón tal y como está representado en las constelaciones estelares. También tuvo que bajar a los infiernos, cuya entrada estaba justo detrás del Estrecho, para dominar al can Cerbero, perro guardián del infierno y llevarlo de vuelta a Grecia.

El otro trabajo sí que fue más costoso. Tuvo que robar al rey gaditano tarteso Gerión sus famosos rebaños de vacas y bueyes rojos, de sospechosa concordancia con la aún hoy apreciada ganadería retinta que pasta en semilibertad en el Parque Natural. Para ello, antes hubo que derrotar a su temido perro guardián y a alguno de sus más fieles custodios y, finalmente, también hubo de vencer al poderoso rey, un gigante con tres torsos, tres cabezas y alas. Tras un primer lance, Hércules se escondió bajo una encina (¿un alcornoque quizá?) y desde allí disparó una flecha emponzoñada con la sangre de Hidra, que tras herir a Gerión, no paró hasta atravesar sus tres corazones y acabar con la vida de esta suerte de encarnación de la trinidad tartésica.

oculadoLajaAltaA estas alturas, el lector se preguntará qué tiene que ver este mito helénico con laoculadocueva de la Laja Alta. No desespere. Uno de los dibujos más conocidos del abrigo es un ídolo oculado, que muchos autores relacionan con las figuritas esteliformes cilíndricas aparecidas durante la Edad del Cobre en el ámbito de la posterior cultura tartésica del sur de la Península y que son, por ejemplo, uno de los símbolos del museo arqueológico de Jerez.
Se componen fundamentalmente de dos ojos-soles que te miran amenazantes, ojos divinos que observan lo que acontece en las tierras de los pobres mortales a los que nadie puede escapar y usados en muchas culturas. Baste recordar los paralelismos con el símbolo cristiano enmarcado en el triángulo celeste, con los ojos-amuleto egipcios, con los ojos que aún hoy pueden verse en los barcos malteses y de otros puntos del mediterráneo para protección de los marineros o con el mucho más actual y contemporáneo Ojo de Sauron de la épica del Señor de Los Anillos.

Pues bien, si tenemos en cuenta que la mitología helénica también situó en estas tierras la residencia de Medusa, la abuela de Gerión el boyero, no es difícil aventurar su origen. Posiblemente el culto ibérico a estas figurillas o al dios que simbolizaban, diera origen a la temible gorgona que con su miraba paralizaba a todo ser vivo… convirtiéndolo en piedra. Como redactores del mito, Medusa fue vencida por un griego, Perseo, quien tras matarla cortó su cabeza y la introdujo en un saco, pues aún muerta seguía gozando del mismo y terrorífico poder.

Pero con la muerte de Medusa no acabó el mito de su arrebatadora mirada, los ojos de la gorgona se usaron para amedrentar a los enemigos enemigos en cascos, corazas y otros objetos de adorno del pueblo griego, una forma más de asimilación sincrética de cultos y tradiciones de pueblos que se encuentran, comparten y se mezclan.

Esa es la grandeza de la Laja Alta, un símbolo del encuentro de dos civilizaciones de cuyo mestizaje surgió uno de los momentos más brillantes de Andalucía y de toda la Historia Antigua de la Humanidad.

Juan Luis González Pérez
Publicado en el Boletín del Parque Natural Los Alcornocales, nº5