De nuevo Israel está internacionalmente situada en el banquillo del acusado. Ni sus arduas labores de relaciones públicas, ni el apoyo incondicional de los medios de comunicación corporativos han podido con las imágenes de la cruda realidad difundidas por días atrás por Aljazeera y otras cadenas. No han sido capaces de contrarrestar el ver a partes de Gaza sin iluminación, las muertes en hospitales por falta de energía, la hambruna galopante, la desnutrición infantil, los asesinatos selectivos y los no selectivos. Nos metieron hasta en la sopa una familia israelí alcanzada levemente por un cohete casero disparado desde Gaza y olvidando intencionadamente a las miles de familias palestinas destrozadas por las bombas lanzadas siempre en legítimos actos de represalia. Era la carnaza que estaban esperando para justificar la última fase de agresión a la Franja.
Pero nada les ha resultado, como dijo Erdogan jugándose el tipo y sus relaciones preferentes con Israel y EEUU, los qassams no matan, son poco más que petardos de feria hormonados que caen azarosamente donde pueden. En toda su historia apenas si han provocado poco más que daños materiales y un mínimo número fortuito de bajas inferior al que Israel es capaz de producir en un solo día de ataques. Si el lanzamiento de qassams y otros cohetes artesanos fuera el verdadero problema que Israel quiere enfrentar con sus incursiones, asesinatos, bloqueos y castigos colectivos habría bastado con aceptar las propuestas de alto el fuego reiteradamente lanzadas por Hamas para que las gentes de Sderot, Askelon y alrededores vivieran completamente tranquilos. Para evitar tener contactos directos con Hamas se podría haber echado mano de cualquier país u organización intermediaria dispuesta a ello, tal y como dicen que está sucediendo en estos momentos con Suiza para lograr el mil veces pospuesto canje de prisioneros. Pero claro, cuando se trata de emplear excusas, nada es válido. Cuando el Tsahal mata civiles siempre son daños colaterales, cuando combatientes disparan sus cohetes caseros al aire están tratando inequívocamente de matar civiles y por lo tanto son terroristas con los que no puede hablarse ni mucho menos negociar. Quien quiera que lo compre.
Para colmo de males para el ocupante, la sobrepresión infringida estos días ha Gaza se ha desbordado por el sur, una vía de escape relativamente controlada hasta hace poco por un carcelero subcontratado. Las ansias de proyección internacional panarabista de Hosni Mubarak y una opinión pública interna solidaria con el sufrimiento del pueblo palestino le han impelido a tomar una decisión que en nada ha satisfecho a su principal patrocinador –EEUU–, al que supervisa los pagos –Israel– y a la propia Autoridad Palestina, rehén de ambos. Las caras de felicidad de los cientos de miles de personas que han acudido al Rafah egipcio y a Al Arish para abastecerse de artículos de primera necesidad, como medicinas, alimento, cemento o aire fresco no pueden olvidarse fácilmente. Es difícil para la opinión pública no empatizar con unos presos que sufren una condena injusta y que acaban de escapar de la cárcel en la que se les tiene confinados. Israel ha perdido de nuevo una batalla de imagen, esa que cada vez le cuesta más limpiar a medida que sus atrocidades se vuelven más y más conocidas por todos.
¿Cómo deja este inesperado movimiento el panorama de fuerzas en la región? Sin lugar a dudas el balón de oxígeno que para los habitantes de Gaza han supuesto estos días de libertad han sido también un espaldarazo a Hamas. Desde Cisjordania sus compatriotas lo han visto con cierta complicidad y sana envidia. A pesar de lo prometido en Annapolis, sus condiciones de vida entre alambres, militares invasores y checkspoints apenas si han mejorado, los secuestros continúan sin cesar, lo mismo que las incursiones del Tsahal y las noticias de la ampliación de asentamientos en tierra palestina. Abbas aún no tiene nada que presentar a su pueblo, mientras que Haniye ha burlado el bloqueo israelí y seguramente se ha abastecido en medio de la vorágine de estos días de nuevos ingresos y hasta de nuevas armas para enfrentar la más que probable invasión a gran escala que Israel lleva anunciando ya varios meses.
El estado sionista está tocado, en el fragor del ridículo internacional ha pretendido «desengancharse» totalmente de Gaza obviando del todo sus responsabilidades como potencia ocupante y endosándole a Egipto la obligación de ocuparse de las necesidades de sus habitantes. Sería el primer paso para el desenganche de Cisjordania y su posterior endoso a Jordania, única opción posible desde el lado hebreo para poder mantener el actual nivel de ocupación dado que un estado palestino sería completamente inviable penetrado por un entramado de asentamientos, carreteras y guarniciones militares que fraccionarían Palestina en multitud de pequeños guetos rodeados de alambradas y enemigos armados apostados del otro lado. Pero claro, de los deseos a la realidad hay un abismo, ni Egipto, ni Jordania, ni Palestina van a aceptar una salida de este tipo, así lo han declarado en múltiples ocasiones y así lo ha recordado Egipto en estos agitados días.
Flota en el aire la amenaza de una intervención a gran escala en la Franja para reconquistarla, eliminar a Hamas y dejarla en manos de Fatah. Pero Hamas ha aprendido de Hezbollah y está esperando ese momento para infringirle otra derrota a las ex todopoderosas IDF usando su conocimiento del terreno, una extensa red de nuevos túneles y armas antitanque capaces de atravesar los blindajes de los carros de combate y excavadoras. En Israel lo saben y lo temen hasta el punto de que por eso no se han atrevido a consumar la tan cacareada invasión. Lo más fácil para los invasores sería forzar a Egipto a volver al redil y mantener un bloqueo de desgaste de Hamas. Cuentan en su haber con la posibilidad de paralizar o suspender la ayuda norteamericana al país, algo que ya ha conseguido el lobby sionista en el Congreso de EEUU con los primeros 100 millones de dólares congelados hasta que se solucione el tema de la frontera.
El Cairo ha propuesto una reunión entre Fatah y Hamas para tratar de llegar a un acuerdo y ceder el control de la frontera a Palestina, pero Abbas tiene prohibido por EEUU e Israel acordar nada con los islamistas. Exige como medida previa la cesión del control de Gaza a Fatah, pero ignora –pretende ignorar– que, para ser justos, Fatah deber´ía devolver el poder ejecutivo a Hamas ganado legalmente en unas elecciones democráticas. Tampoco dice nada del alto porcentaje de cuadros islamistas que permenecen presos en cárceles de Cisjordania tras el golpe de estado propiciado por Abbas. No hay posibilidad de un acuerdo intrapalestino a la vista, todo lo contrario.
En esta tesitura, prever qué va a suceder es poco menos que imposible. Algunas cosas sí son seguras, los qassams van a seguir cayendo en Israel mientras no se llegue a un acuerdo que permita a los palestinos ser dueños de su propio destino. En Gaza no van a quedarse tranquilos mientras ven cómo les matan, les arruinan o les ahogan día a día encerrados en un gueto a merced de sus verdugos. Los qassams son su forma de decir que aún están vivos, que tienen dignidad, no van a renunciar a ello por nada que no sea un total cese de hostilidades, es decir, el fin de los asesinatos selectivos, de los secuestros, del robo de las tasas, de las incursiones y de los bloqueos. Israel los seguirá usando como excusa para demonizar a Hamas y a la ciudadanía de la Franja y tener motivos para debilitarlos. Pero cada día que pasa Abbas se va haciendo más irrelevante, Israel tendrá que poner encima de la mesa algunas concesiones territoriales significativas para que su liderazgo no se vea gravemente afectado, pero nada apunta a que Annapolis vaya a fructificar en breve, más bien al revés.
Lo que está claro es que Gaza y la lucha de sus gentes se ha convertido en todo un símbolo, es la lucha por la humanidad, por la justicia, por la verdad. Enfrente tenemos al equivalente a los nazis del s. XXI. No podemos permanecer impasibles mientras se reproduce un nuevo apartheid como el sudafricano en nuestras narices, mientras aparece un nuevo Auschwitz, mientras se consuma el genocidio de todo un pueblo. Ahora y siempre, todos y todas somos Gaza.
Felicidades por las informaciones y los enlaces de protesta. Efectivamente, todos deberíamos ser Gaza. Si existe por ahí alguna iniciativa más (recogida de pela o yo que sé…) favor de publicarlo.
Gracias eloi, intentaré mantener esto al día…
Hamás no permitirá la aplicación del esquema negociado a finales de 2005 entre Abbas, Israel y EE UU. El portavoz islamista, Sami Abu Zuhri, fue contundente: «Ese acuerdo es parte de la historia. El pueblo palestino no aceptará el antiguo procedimiento». Como explicaba otro dirigente de Hamás, Mohamed Shihab, lo que pretende su partido es eliminar la capacidad de veto de Israel para detener el paso de personas y la retirada de las cámaras que proporcionan datos en tiempo real al Ejército israelí. Shihab, que se mostraba satisfecho por la actitud adoptada por el Gobierno egipcio, concluyó: «Sin un acuerdo con nosotros, la frontera no se cerrará».
juanlu , y ee uu q hacen para frenar estos delitos de lesa humanidad ? evevidentemente nada . solo le queda al mundo arabe , mas alla de sus diferencias defenderse de israel .
publicado en Foro Social de Jaen