Dan pena, lo de mentirosos como apelativo para definir al Partido Popular no es nada nuevo. Han basado buena parte de su acción de gobierno en política nacional e internacional en falsedades y manipulaciones. Pero ahora se están ganando otro calificativo. Bien el de déspotas, por gobernar contra el pueblo, bien el de estúpidos profundos por pensar que todos menos ellos lo somos.
Me refiero, cómo no, al escándalo que tratan de generar con motivo de la nueva resolución del Consejo de Seguridad sobre la transición de Irak para la obtención de la plena soberanía. Siguen pensando, o diciendo, que la retirada de las tropas fue deliberadamente prematura para evitar que la ONU aprobara un texto sobre el destino del país invadido unilateralmente por los Estados Unidos de América. Y en efecto, una nueva Resolución ha suscitado la unanimidad de los países miembros. Sin embargo, o no se han leído su texto o quieren seguir mintiendo a la mayor parte de la población que no suele contrastar en demasía las opiniones que les vierten los medios. Estos del PP actuarían igual si la resolución dictara el futuro de la cría de papas en las orillas del Tigris.
En ningún caso se ponen las tropas a disposición de la ONU, no se le reconoce a este organismo un papel relevante en la organización política de Irak. Por el contrario, las tropas invasoras siguen disponiendo de plena autonomía para actuar libremente en el país, gozan de inmunidad ante los tribunales internacionales y mantienen secuestrada la voluntad de una nación que mayormente desea que los invasores abandonen de inmediato su hollado suelo.
No nos engañemos, poco o nada ha cambiado. Los invasores han colocado a un ciudadano inglés, terrorista y trabajador a sueldo de la CIA durante buena parte de su vida laboral, como primer ministro del país y encargado de nombrar al resto del gabinete. Es este sujeto el que ha «invitado» a las tropas americanas a quedarse. Los iraquíes no habrán recuperado su soberanía hasta que el último soldado no haya abandonado Irak. Queda por ver la reacción interna en el país, esa reacción que ha obligado a los invasores a dar marcha atrás a sus planes intervencionistas y los han dirigido a un cierto multilateralismo. De lo contrario, los neoconservadores y los vulcanianos del gabinete yankee abandonarían indefectiblemente el poder en noviembre. Bush volvería a su rancho tejano a criar vacas y continuar con los negocios con la familia de Bin Laden y otros personajes de dudosa moralidad.
Lo que nunca entenderé es cómo un individuo que dice obrar en nombre de dios a cada paso que da, que no lee más de dos párrafos seguidos, puede encabezar una corriente de opinión política alguna. Algo parecido a lo que tratan de hacer con Reagan, un personaje que, además de dar de comer a las ardillas de la Casa Blanca y de recordar y repetir los discursos que le preparaban, no se le conocía ni oficio (salvo el de mediocre actor) ni valía personal alguna. Un asesino que logró que condenaran a su país por terrorismo, colaborador en una de las épocas más negras de la historia reciente de la humanidad.