Enviado especial del Consejo de Derechos Humanos de la ONU a los territorios ocupados compara a Israel con el nazismo

Ya se sabe cómo sienta a Israel cuando se compara a su artificial estado cruzado con el nazismo, la ideología que, curiosamente, dio origen al estado hebreo. Justamente el sionismo utiliza ese insulto frente a cualquier crítica que consigue romper la férrea censura que los medios corporativos imponen a quien defienda los derechos nacionales del pueblo palestino, por eso les resulta tan especialmente fuerte y responden tan virulentamente. 

Pero peor aún se encaja el epíteto cuando proviene de una persona de ascendencia o religión judía. Eso es lo que ha sucedido estos día con Richard Falk, enviado especial de la ONU a los territorios ocupados, más concretamente del Consejo de Derechos Humanos. La razón de la designación de esta persona independiente y alejada del habitual lenguaje diplomático vacío de contenido, para un cargo de esta responsabilidad es que este organismo escapa al control de EEUU y su totalitario derecho de veto y responde únicamente a la democrática Asamblea General que, año tras año, logra por una amplísima mayoría de naciones del mundo criticar el estado de apartheid que impera en Palestina y denominar a Israel sin ambages como el estado racista que realmente es sin las acostumbradas protecciones imperiales ni de las grandes corporaciones mediáticas que tratan de endulzar la cruda realidad.El profesor de Princeton, Richard Falk, osó comparar a las operaciones militares de Israel en los territorios ocupados con las atrocidades cometidas por el régimen de Hitler en los siguientes términos:

¿Es irresponsable asociar el tratamiento de los palestinos con el historial
 criminal nazi de atrocidad colectiva? Pienso que no. 

 

Su compañero en el cargo, el suizo Jean Ziegler, tampoco se quedó corto. Comparó a los soldados israelíes con los guardianes de los campos de concentración y se negó a clasificar a Hezbollah y a Hamas como organizaciones terroristas. Obviamente, sus declaraciones no les han salido gratis, Israel ha prohibido la entrada a Falk al país para el ejercicio de su labor y ha amenazado con tomar medidas más severas por sus actividades antiisraelíes. No obstante, como judío, se le permite el paso y hasta solicitar automáticamente la nacionalidad hebrea acogiéndose a la Ley del Retorno, uno de los pilares del estado y una normativa manifiestamente racista y discriminatoria al prohibírsele a los verdaderos habitantes recién expulsados volver a sus casas en tanto en cuanto se promueve la emigración de extranjeros que nunca han tenido que ver ni con este Israel ni con el pueblo protohistórico del que dicen ser sucesores.