La república de Francia ya tiene rey

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La degeneración de los valores republicanos surgidos tras la revolución francesa no tiene fin. La sumisión política frente a Arabia Saudí y sus coincidentes visiones regionales, son una vergüenza para un país que una vez fue un faro mundial en la defensa de los derechos humanos, en el reconocimiento de la igualdad entre todas las personas y en el que surgió el concepto efectivo de ciudadanía frente al poder absoluto.

El Ministro de Economía y Finanzas de Francia, Bruno Lemaire, ha declarado que París planea detener la cooperación militar con Berlín por las limitaciones a las exportaciones que Alemania establece para los países que no respetan los derechos humanos. Sin decirlo explícitamente, se refiere de manera clara al cese de las ventas de armamento impuesta por Alemania a Arabia Saudí, en octubre de 2018, por el asesinato del «periodista» Jamal Khashoggi y la guerra contra Yemen, embargo que además, trata de extender a toda la Unión Europea, tal y como pidió el Parlamento Europeo de manera prácticamente unánime por esas mismas fechas.

Francia, cuyo presidente tildó de demagógica la decisión de paralizar las ventas de armamento al régimen dictatorial y teocrático de la Península Arábiga, es el tercer proveedor de armas a Arabia Saudí con un 3,6% del volumen total de ventas, aunque, ni de lejos se acerca al 60% de EE.UU., ni al 20% de Reino Unido. España ostenta el cuarto lugar de esta macabra lista con un 2,4%, aunque también ha ninguneado las resoluciones del PE para no sacrificar los contratos de suministro de buques de guerra con los saudíes.

Así las cosas, no son las ventas de armas las que subordinan la política francesa a la del reino de la espada y la motosierra. Se trata, ¡cómo no! de la dependencia del petróleo. La guerra que EEUU y Europa han emprendido contra el resurgir de Rusia, ha convertido al país galo en un títere de Riad, capaz de pasar por alto las violaciones de los derechos humanos en Arabia Saudí, las masacres de civiles en Yemen, el apoyo al terrorismo yihadista internacional o asesinatos como el de Jamal Khashoggi. Fue el propio Hollande quien, antes de llegar al poder, reconocía que esa dependencia del crudo saudí los convertía en seres dependientes, «débiles, blandos e inescrupulosos». Triste retrato de un país orgulloso donde los haya y que definió el término chovinismo

Originariamente, la frase que simbolizaba la revolución francesa y que adornaba los muros y las tapias del efervescente París de finales del s. XVIII era «Libertad, igualdad y fraternidad… o la muerte«. Hoy parece que las ínfulas coloniales de Macron, como antes las de Hollande, los han hecho inclinarse decididamente por la opción de la muerte, por la muerte de centenares de miles de yemeníes, de sirios, de libios, por la muerte en vida de las mujeres saudíes…. y, por ende, por la muerte de la república y sus valores. La Quinta República, aquella que recogía en su Carta Magna la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, es papel mojado. El Elíseo está postrado ante un nuevo rey, Salman Bin Abdulaziz, o para ser más exactos, y lo que es aún peor, frente al príncipe Mohamed Bin Salman.