Ayer, el secretario de estado norteamericano, Mike Pompeo, anunció el restablecimiento de todas las sanciones de la ONU contra Irán. Llama poderosamente la atención que Pompeo, que sepamos, aún no es el secretario general de la ONU, cargo desempeñado por Antonio Guterres desde principios de 2017, por lo que sus declaraciones carecen de ninguna validez. Podría pensarse que lo expresado se realiza en coordinación con el propio organismo, peor tampoco se trata de eso. Justo es todo lo contrario, el Consejo de Seguridad de la ONU rechazó expresamente la petición de Estados Unidos de restablecer las sanciones contra Irán a finales del mes de agosto.
Así que estamos frente al anuncio de un nuevo acto unilateral, contrario al derecho internacional, que Trump pretende que sea generalizado en todo el mundo, porque incluye graves amenazas a quien se atreva a desobedecer sus órdenes. De nuevo estamos ante un claro ejemplo de matonismo mafioso de quien se cree el policía, el juez y el verdugo del planeta. Aunque, en realidad, lo que refleja es el grado de desesperación y la ineficacia de una política de máxima presión que no está dando los réditos esperados.
Recordemos que EEUU rompió en 2018 el acuerdo nuclear firmado entre Irán y el G5+1 en 2015, tras casi una década de negociaciones, y que Irán estaba cumpliendo a rajatabla, como reconocían todos los organismos internacionales. Trump, en manos de Israel, pretendía firmar un nuevo acuerdo que incluyese, en la práctica, el desarme del país y el abandono de la lucha antiterrorista. La guerra de las fuerzas iraníes contra Daesh y contra al Qaeda, que se desarrolla principalmente en Siria en Irak, está teniendo un gran éxito, para disgusto de EEUU, Israel y sus aliados del Golfo Pérsico, todos ellos patrocinadores del yihadismo.
La locura norteamericana llega al extremo de querer imponer las sanciones de un tratado del que ellos mismos se han retirado, por lo que no tiene nada que decir sobre ello, tal y como le recordaron los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU.
Ante la negativa de sus aliados, el fracaso norteamericano en el Consejo y la extraordinaria resistencia mostrada por Irán tras años y años de sanciones, EEUU ha optado por enfrentarse a toda la ONU, incluyendo a sus propios aliados. Es un movimiento, en campaña electoral, bastante peligroso, que marcará decididamente el relato de la política exterior, tanto para republicanos, como para demócratas.
El objetivo de toda esta trama es impedir que el embargo de armas a Irán, que ha estado en vigor durante 13 años, sea levantado en octubre próximo. Ello permitiría a la República Islámica, adquirir en el mercado nuevos armamentos que le posibilitarían aumentar su capacidad de disuasión frente a los enemigos y, llegado el caso, enfrentar exitosamente, un ataque de EEUU o de Israel o de sus esbirros del Golfo.
Queda por ver si las amenazas de sanciones proferidas por Pompeo a quienes comercien con Irán, alcanzan a sus aliados y socios de la OTAN y si la brecha trasatlántica crece hasta el punto de que Europa rompa definitivamente con un país que ha abandonado el multilateralismo y todas las convenciones diplomáticas que rigen los designios del mundo.