Ya sabemos cómo es la nueva Europa que pretende la administración norteamericana. La Europa de las oligocracias, la subyugada a la banca y a las transnacionales, la que pretende consagrar por siempre ese conato de constitución que habrá que refrendar porque es la única que quieren darnos, ajena, lejana y extraña.
Un buen exponente de ello es el duce Berlusconi, personaje siniestro, con más actividad privada que pública, y magnate de los medios de comunicación. Acosado por procesos judiciales de todo tipo, estos días se ha librado de entrar en la cárcel por una cuestión puramente técnica. Ha sido hallado culpable de soborno a un juez por valor de medio millón de euros, pero ni lo inhabilitan ni encarcelan porque ha sabido dilatar los tiempos judiciales hasta conseguir que el delito sea considerado prescrito. Pero, por otro lado, un senador, cercano colaborador suyo por más señas ha sido condenado por relación con la mafia siciliana durante decenas de años. Este hombre ha sido el intermediario entre la cosa nostra y el grupo económico Fininvest, propiedad de Berlusconi.
Nunca lograré entender cómo ha podido llegar Italia a estar representada por un individuo de este pelaje, qué vergüenza!. Lo que sí me explico es que sea un buen amigo y aliado de Aznar, eso ya no es tan raro.