Sabra y Shatila, entrevista para Al Mayadeen

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Cada año, a mediados de septiembre, las personas hermanadas con el pueblo palestino de todo el mundo, nos sentimos con el deber moral de recordar el genocidio de Sabra y Shatila, uno de los episodios más bárbaros y sanguinarios de la historia contemporánea de la Humanidad.

Por eso, jamás olvidaremos a los miles de mártires inocentes asesinados en los campos de refugiados de Beirut. Su recuerdo nos proporciona, año tras año, nuevas fuerzas para seguir luchando en favor de la causa palestina.

Tampoco olvidaremos nunca a quienes apretaron el gatillo. Las fuerzas fascistas libanesas son culpables de haber cometido crímenes de lesa humanidad en Sabra y Shatila. Llevarán por siempre el estigma de haberse aliado con las fuerzas sionistas para ejecutar a nuestros hermanos palestinos indefensos.

Jamás olvidaremos el papel cómplice de EEUU por haber retirado la fuerza multinacional que debería encargarse de la protección de los civiles palestinos que quedaron en Beirut. 

Es el mismo papel que juegan cada día desde 1948, el año de la Nakba. Y, a pesar de todo, Estados Unidos quiere seguir apareciendo ante el mundo como el árbitro de un conflicto en el que son parte activa en favor de los criminales del engendro de Israel.

Y, por supuesto, nunca olvidaremos al verdadero culpable del genocidio, que no es otro que el Tsahal, al ejército del ente sionista.

Como potencia ocupante de los barrios donde se encontraban los campos de refugiados, ellos eran los máximos responsables de lo que sucedía en ellos. 

Así quedó reconocido en una Resolución aprobada por la Asamblea General de NN.UU. 

Ellos proporcionaron las armas, los vehículos y dieron las instrucciones necesarias para cometer la masacre. Las fuerzas fascistas libanesas fueron poco más que mercenarios a las órdenes de los terroristas israelíes.

Hoy es un día triste. Sin duda. Recordar estos hechos, recordar a los mártires, recordar otras tantas Sabras, otras tantas Shatilas, abre muchas heridas y hace que nos invada el dolor por la sangre inocente derramada. 

Pero el enemigo sabe que el dolor, la rabia o la ira se convertirán en determinación, en energía para afrontar los momentos decisivos de la batalla final que establecerá un estado palestino en sus fronteras históricas, con Jerusalén Al Quds como su capital.

Insha Allah