Imágenes de televisión ITV y un informe sobre la investigación llevada a cabo para esclarecer las condiciones de la muerte del joven Jean Charles De Menezes a manos de la policía británica en el metro de Londres, han puesto de manifiesto la creación de un montón de mentiras para justificar un atroz asesinato, así como la decisión de Blair de disparar a matar a cualquier sospechoso de terrorismo que se ponga a tiro.
Menezes no llevaba un plumas en pleno verano donde esconder un cinturón de explosivos, sólo una chaquetilla vaquera; no se saltó los controles de entrada, sino que adquirió su billete y lo pagó religiosamente; no corrió para huir del vagón de metro, sino que estaba sentado tranquilamente en su asiento. ¿Su pecado? Ser un poco más moreno que los anglosajones y vivir en un bloque de pisos vigilado.
Que todo el peso de la justicia caiga sobre los asesinos de este joven y, sobre todo, que los responsables políticos de tamaña decisión paguen sus culpas. Que paguen por haber sesgado una vida inocente y por haber asestado una estacada brutal a la democracia. Si, como dice machaconamente la propaganda, los terroristas nos odian por nuestra libertad, ¿cómo es que renunciamos tan fácilmente a ellas?