La deslocalización llama a tu puerta

2
462


Hace unos días me regalaron unos salvamanteles de corcho comprados en IKEA. Quien lo hizo sabe que en casa tengo bastantes objetos artesanales de corcho, no en vano vivo junto a la zona corchera más importante del estado español, mi propia familia es productora, pequeña, de este producto y personalmente estoy involucrado desde que casi tengo uso de razón en la conservación del Parque Natural Los Alcornocales (en Andalucía).

mulo corcho

Pero cuál sería mi sorpresa cuando descubrí que los salvamanteles estaban «disñados» en Suecia. ¡Cómo son estos nórdicos! —me dije—, a una plancha de aglomerado de corcho de 4 mm. de espesor cortada de manera rectangular lo llaman diseño. S?lo faltaba la foto del creativo, práctica habitual de la firma de muebles y complementos. Pero eso no fue lo peor, la pieza estaba realizada ¡en China! Conmovido por el shock, me decidí a hacer un ejercicio mental acerca de la trayectoria que pudo haber seguido esta materia prima para ver si llegaba a alguna conclusión interesante.

El corcho se produce básicamente en la Península Ibérica: Portugal, Andalucía, Extremadura y, bastante menos, en Cataluña, Francia y Marruecos. Aunque no toda la producción de Los Alcornocales se trata en origen, normalmente quedan restos de pequeñas industrias preparadoras en las áreas productoras donde se cuecen las planchas, se aplanan, se clasifican por calidades y se enfardan. Posteriormente, las balas de corcho y el corcho en bruto viajan hacia Cataluña o Portugal donde se transforman en tapones de una pieza si tienen buen calibre o se tritura para diversos aglomerados que pueden acabar en tapones de peor calidad o en diferentes tipos de planchas, parqués, aislantes, etc.

Recuerdo cómo una de las batallas emprendidas por los pueblos productores de mi comarca era la recuperación de un tejido industrial importante alrededor de la que considerábamos nuestra materia prima más noble y la permanente confrontación que manteníamos con Cataluña y Portugal. De la primera envidiábamos su capacidad inversora y el carácter emprendedor de la sociedad. De Portugal, el mimo con que trataban al corcho, considerado como una verdadera materia estratégica y los precios competitivos que imponían a sus productos gracias a lo que entonces llamábamos dumping social.

Pol?ticos, asesores y analistas creían —como yo mismo— que era posible subvertir esa dinámica. Un poco de apoyo europeo para creación y dotación de empresas y la más que probable la convergencia portuguesa harían despegar a la industria local, sólo era cuestión de tiempo. Pero hete aquí que un nuevo fenómeno irrumpe en escena. Hace años, los países nórdicos pusieron de moda las solerías de corcho por su calidez y sus propiedades de aislante térmico, imagino que en un principio importarían de la Península los aglomerados de corcho específicos para revestimientos y solerías. Pero pronto comenzaron a producirlo ellos mismos in situ a partir de la materia bruta y el know how de avispados empresarios de acá. Una vez más perdimos el tren de manera estrepitosa pues hubiera sido bien fácil, esta vez sí, competir de manera exitosa contra sociedades donde el estado de bienestar es algo más que un bonito palabro para conjugar en la boca de políticos unido a otros dos o tres conceptos vagos intercambiables a izquierdas y derechas.

Y en esto llegó la ola de deslocalización a todo el norte occidental. Las fábricas europeas acabaron en países del este, en China y los demás tigres de Asia o en Latinoamérica. Ahí ya sí que teníamos poco que hacer, es realmente imposible poder hacer frente a la marea amarilla. Sólo queda el consuelo de poder ser los que dirigen o crean el producto que otros nos fabrican a medida y ponerle una etiqueta para evitar el mal sabor de boca. Este hecho ya lo estaba viendo a menudo en los productos de hardware de Apple —de los que soy ávido consumidor—, una empresa inequívocamente americana que diseña en California y suele fabricar en Asia. Pero en el caso del salvamantel parece una pura exageración o una cuestión de simple orgullo patrio.

El caso es que hemos perdido todos los barcos posibles. El corcho extraído a mano, como hace mas de un siglo, de los alcornoques peninsulares ha sido triturado y probablemente planchado aquí cerca para, luego, ser cortado y embalado en China según patrones diseñados en Suecia, desde donde han vuelto, imagino que también vía norte de Europa, hacia su probable centro de origen. ¿Merece la pena? ¿Son ecológicamente viables esos miles y miles de kilómetros que ha recorrido el corcho para convertirse en algo que tiene tan bajo coste y tan poco valor añadido? Sinceramente, creo que no, aunque puedo estar equivocado. Al fin y al cabo lo anterior solo son un conjunto de suposiciones realizadas alrededor, eso sí, de un hecho constatable.

¿Hasta cuándo durará esta situación? ¿Cómo evolucionarán las sociedades occidentales ante los imparables procesos deslocalizadores? Nuestro nivel de vida se basa en buena parte en los precios bajísimos de los productos de consumo allí facturados. Pero, sin un sector productivo fuerte ¿viviremos únicamente de los servicios? ¿Podría algún día China y el resto de países receptores de industria equipararse con los estándares sociales de occidente para desfacer así el entuerto? En nuestro pequeño mundo no parece haber recursos para tanto, ni energéticos, ni mineros, ni tampoco planeta que lo resista. El neocons de Fukuyama predijo el «Fin de la Historia» tras la caída del muro de Berlín, pero todo indica que el aburrimiento épico que vaticinaba se ha convertido más bien en todo lo contrario, unos tiempos interesantes, como reza el proverbio chino.

2 Comentarios

  1. Me ha agradado leer el post. Es un retrato muy vivo de cómo ha evolucionado la industria corchera, y en el fondo de cómo evoluciona la economía. Sin embargo me gustaría completar las incógnitas sobre el futuro incierto con unas pinceladas de color del presente.

    Aparte del aparente absurdo de que un corcho viaje de España a China y luego de vuelta a España, hay otros aspectos del proceso que ocurren a la vez y merece la pena tener en cuenta para tener una visión de conjunto. Para poder sumar pros y contras.

    A mí me alegra que por primera vez en muchos años mucha gente de China, Asia oriental, incluso India, hayan podido salir de la agricultura de subsistencia y tener unos puestos de trabajo, que bajo nuestro punto de vista europeo pueden ser unos sueldos bajos y unas condiciones laborables poco envidiables, pero que son mucho mejores que la pobreza que tenían antes. Yo veo a los asiáticos un poco como a la España de Franco, que los españolitos empezaron a salir poco a poco de pobres, pero al final nuestros padres lo lograron. Con los asiáticos va a pasar lo mismo, están empezando a ganarse el pan en malas condiciones, pero en una generación, mil, dos mil o tres mil millones de personas van a salir del tercer mundo y meter la cabeza en el primero, cuando hace unos años parecía imposible reducir la pobreza. Para mí esa es la mayor alegría que me da el hecho de que el corcho andaluz vaya a China. Y no es solo una esperanza de futuro. Es real de aquí y ahora. Hoy mismo hay asiáticos trabajando en el corcho y ganándose la vida. Es absolutamente real.

    Hay otros aspectos que no son estrictamente de aquí y ahora, sino más bien potenciales, riesgos futuros. Por ejemplo cosas que tú apuntas como la sostenibilidad ecológica o el futuro de la economía en Europa. Nadie sabe como será el futuro, y yo no tengo todas las respuestas ni mucho menos, pero al menos soy optimista.

    Por supuesto que los chinos y asiáticos, cuando se desarrollen y tengan nuestro nivel de vida, serán unos ávidos consumidores de recursos y eso creará problemas de sostenibilidad ecológica. Pero para mí es un tema de prioridades. Lo primero son las personas que viven en la pobreza y lo primero es que se desarrollen, del modo que sea. No les vamos a decir: esperad a que resolvamos el tema de la sostenibilidad ecológica y luego os desarrolláis. No, yo creo que lo primero es su desarrollo, y luego, o a la vez, ya iremos resolviendo los problemas ecológicos. No me cabe duda, de que en el futuro se reciclará más, y los procesos serán más eficientes y ahorradores de energía, aunque sólo sea obligados por la propia lógica económica y el instinto de superviviencia. Si queremos que toda la población mundial se desarrolle y crezca, y los recursos son limitados, no habrá más remedio que ser más eficientes.

    En cuanto al futuro de la economía, quien sabe, a lo mejor en España podemos vivir de los servicios. Los suecos de Ikea sólo se encargan de servicios: diseño, logística, gestión, y se ganan bien la vida. Y la fabricación se hace en China. Las economías van cambiando de estructura y eso no es malo, es una evolución natural. Hay mucho miedo con las deslocalizaciones, pero fíjate que en España el paro ha disminuído a la mitad en los últimos 10 años, así que en términos globales, la deslocalización no está afectando de momento al paro. Sólo se están moviendo los trabajadores de unas empresas a otras. A lo mejor no es tan terrible la deslocalización (excepto para el trabajador que le toca sufrirla, claro) y solo es el cambio de una economía industrial a otra post-industrial.
    Como ves yo soy más optimista, y quería añadir este punto de vista como comentario a tu post. Vamos, que las cosas no tienen porque ser grises ni negras. Al menos los asiáticos parece que están empezando a salir del pozo.

  2. Hola Gulliver, compi de Red Progresista
    .
    Como puedes imaginar, lo del corcho era sólo una excusa para hablar del tema…
    .
    Está claro que la prioridad mundial debe ser la salida de la pobreza de las poblaciones de los países del tercer mundo y que no son los éstos los que se van a preocupar por la crisis ecológica planetaria que no han provocado ni de la que han «disfrutado» generándola. De hecho lo están consiguiendo a base de carbón en buena parte con todo lo que ello supone (además de su biomasa y la hidroeléctrica).
    .
    por otra parte, nuestro país ha practicado durante mucho tiempo el dumping social y ha sido generador de emigración de manera brutal, así que tampoco debería sorprendernos ninguno de los dos fenómenos. Como decía, ahora todo el mundo puede tener un DVD, y es que están a menos de 30 euros, no puede menospreciarse la aportación que hacen al nivel de vida de occidente y del resto del mundo.
    .
    En fin, creo que el problema futuro será el «reparto» de los recursos energéticos entre el norte y el sur para no quebrar el planeta, pero me temo que esto no se producirá de manera planificada ni motivada por deseos de equidad, se irá haciendo a medida que vaya escaseando el crudo y no quede más remedio que buscar y usar fuentes renovables de energía, y es que el cenit de producción está situado a la vuelta de la esquina, allá por el 2012. Mientras la guerra es el acceso a las fuentes de energía, ese el el Gran Juego que subyace tras las invasiones de Afganistán e Irak, las movidas orquestadas en las ex repúblicas soviéticas, el conflicto con Venezuela, etc., etc.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.