El camino que lleva del Organismo Internacional de la Energía Atómica al Consejo de Seguridad no está tan allanado como pretendían Europa y los Estados Unidos. Los países no alineados pretenden descafeinar la propuesta de resolución del mismo modo que estados árabes como Egipto pretenden vincularla al desarme nuclear completo de toda la región. Mientras, el parlamento iraní ha aprobado una ley que obliga al gobierno a suspender toda relación con la Agencia si el tema se lleva al Consejo, lo que pondrá en un grave aprieto a el Baradei, quien no podrá realizar su trabajo sin el concurso de sus inspectores. Del mismo modo, han amenazado con la no consideración de la oferta rusa —enriquecer ellos el uranio para Irán— si occidente apuesta por la vía de las sanciones.
Expertos han reconocido que la tecnología nuclear es tan dual, que interpretaciones estrictas del TNP supone que ningún país puede emprender un programa civil, mientras que aplicaciones laxas del Tratado, implicarían la posibilidad real de la proliferación nuclear militar en todo el mundo. Volvemos pues a estar en un brete diplomático, sujeto a múltiples interpretaciones en el que EEUU está jugando de manera similar a el caso iraquí: avanzar paso a paso multilateralmente hasta que ya no sea posible contar con el apoyo de ningún organismo internacional para, finalmente, emprender acciones unilaterales militares con el apoyo de sus aliados incondicionales.
Sin embargo, en el plano militar tampoco le irían demasiado bien las cosas. Al Sadr en una visita institucional a Irán, ha advertido que contestaría con sus milicias, el ejército del Mehdi, en el plano iraquí, lo que pondría muy difícil a los invasores anglosajones su estancia en el país ocupado e imposibilitaría los planes de retirada anunciados para este año. Tampoco es desdeñable la influencia de Irán sobre Hamas y Hizbullah y la fortaleza del petróleo como arma disuasoria, un bloqueo contra el país persa podría hacer entrar al mundo en una crisis económica al situar al barril de crudo fácilmente por encima de los 100 dólares.
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El OIEA aún no ha resuelto si Irán persigue objetivos estrictamente pacíficos (como aseguran sus responsables) o si tiene un fin último militar (como sospechan EE UU, Israel y la UE), pero el potencial de su programa parece estar fuera de toda duda. Los expertos reconocen que se ha beneficiado de un resquicio en el Tratado de No Proliferación, pero, a falta de una prueba decisiva de que ha violado el tratado, admiten que exigirle el cese de todas sus actividades constituye una reinterpretación del mismo. En esas condiciones, la comunidad internacional tiene pocos argumentos legales para impedirle reanudar el enriquecimiento de uranio en Natanz. Teherán retiró los precintos el 10 de enero.
Irán comienza a hacerme caso… 🙂