El régimen libio se desmorona

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Durante mi tierna juventud, antes de cumplir la veintena, estuve coqueteando con  el nacionalismo independentista andaluz entonces de corte marxista e internacionalista obrero, que hasta esas filigranas políticas se las gastaban algunos en aquella convulsa época de nuestra historia reciente. Recibía entonces una revista en multicopista llamada Yamahiria inspirada y supongo financiada por el dinero libio. Ese fue mi primer contacto con el régimen de Gadafi. El engendro político aquel derivó en el Partido Socialista Andaluz  despojándose paulatinamente de cualquier atisbo de izquierdismo e incluso de sus raíces nacionalistas. Sin embargo, en aquellos primeros tiempos se decía que Libia financiaba parte de los gastos de la organización, como también hacía con cualquier alternativa al status quo comandado por el imperio de corte más o menos revolucionario.

Muchos años después fui invitado a participar en un encuentro de juventud alternativa europea que se celebraba junto a Bengasi en un idílico litoral salvaje rodeado de restos arqueológicos grandiosos. Eran los tiempos duros del bloqueo norteamericano y el régimen deseaba mostrar su mejor cara al movimiento altermundista del Viejo Continente. La sensación que tuvimos los que allí estábamos era que la Yamahiria era un interesante proyecto pero que a nadie le quedó muy claro cómo se llegaba a traducir en la práctica. Por supuesto que visitamos algunos de los templos asamblearios donde la gente discutía de abajo a arriba los asuntos que le competían como ciudadano o como miembro de algún gremio pero ni la figura del líder supremo ni dirección del proceso o la toma de decisiones finales quedó clara del todo.

En general la gente vivía cómoda, daba la impresión que sólo con unas decenas de años de retraso con respecto a nuestro país. En una gasolinera de dos surtidores podía haber trabajando  6 o 7 personas. A todos nos llamó la atención que el país entero vivía a costa del estado con muy poco trabajo. Para eso estaban los inmigrantes africanos e incluso mucha mano de obra asiática. A pesar de las muchas medidas de seguridad y de la presencia policial, todo se vivía con un monumental relajo, los más jóvenes se montaban en los coches patrulla y jugaban a ser policías en aquellos Volvos de última generación. Las patrulleras que andaban por la costa servían como trampolines desde donde lanzarse en las playas. Tuvimos ocasión de asistir a una boda, entramos improvisadamente en casas de individuos normales y nada indicaba que nos halláramos en un régimen tiránico donde la gente tuviese miedo o estuviese sometida, más bien lo contrario. Se respiraba un ambiente relajado, agradable y hospitalario. Mucho peor fue la vuelta a la democracia, donde nos sometieron a todo tipo de ridículas persecuciones por parte de los servicios secretos por haber tenido la osadía de viajar a un país del eje del mal.

Es fácil imaginar cómo el líder libio fue evolucionando para conseguir el placet de occidente. Su viraje fue de esos que hacen época. Fue el propio Aznar quien lo presentó en sociedad en 2003 tras su reconversión. Desde entonces Berlusconi, Blair, Sarkozy o el mismísimo Bush le demostraron pública o privadamente su cariño. Obviamente tras ellos se situaban empresas como Repsol, JP Morgan, Airbus, Mirage, Unicredit y una serie de «reformas económicas» internas para dar garantías a los inversores extranjeros. Desde entonces el PIB per capita prácticamente se duplicó, es lo que tiene entrar en el club de los poderosos. Sin embargo, en un proceso paralelo el frente interno se fue descuidando hasta alejarse del manto protector del todopoderoso líder. A pesar del relativo bienestar económico del que se disfrutaba en Libia, que no hacía pensar en revueltas del tipo de las de Egipto o Túnez, Gadafi había perdido cualquier atisbo de sintonía con el pueblo al que decía representar y del que supuestamente dimanaba su poder. Imagino que será un proceso digno de estudio y análisis cara al futuro.

El régimen se desmorona a pedazos, ya es sólo cuestión de tiempo que los Gadafi huyan a Arabia Saudí o sean ajusticiados por su pueblo. Las matanzas que ha ocasionado, el uso brutal y desproporcionado de la fuerza, la especie de guerra civil que ha incitado entre sus gentes le hacen merecer el mismo destino que Mubarak y Ben Ali. Por el bien de todos, cuanto antes, mejor, él ya se ha mostrado dispuesto a morir en Libia como un mártir.

11 Comentarios

  1. El nacionalismo es, por definición, burgués.

    Y no se puede ser nacionalista y marxista, porque precisamente la máxima de Marx es la de «proletarios DEL MUNDO, uníos». Del mundo, universalista, no nacionalista.

  2. Chente.

    Sería muy de burgos, pero en China, Vietnam, Cuba, Angola…no lo debieron de conocer, ya que sus movimientos, de connotación nacional, no eran burgueses(Unas risas)

  3. La imagen de Mary Poppins con el paragüas y su cochecito de golf es lo más surrealista que he visto en mi vida. No quiero quitar dramatismo a las matanzas y a ver si se hace un favor o alguien lo hace por él.

  4. Hace una semana te burlabas de mi y defendías al regimen libio y su dictador, cuando preguntaba la diferencia entre Gadaffi y Mubarak.
    En una semana se ha demostrado que la diferencia es que uno de tus ídolos era más sanguinario que Mubarak

  5. chicos , algunas inquietudes.libia es el pais nor aficano con el pbi mas alto de la region , asi como esperanza de vida .posee petroleo …..la hilary, con mubarak , cuando ya habian cientos de muertos ,llamaba al sosiego y a elecciones en setiembre .en el caso de libia , quiere una inmediata accion de la otan.ee uu , respaldo hasta el ultimo segundo a mubarak ,ee uu,condeno en el primer segundo a kadafi,siguiendo la linea argumental q usa contra iran.todos los dictadores fueron impuestos por otros dictadores,todos deberian estar en la carcel,sin excusas.

  6. chicos , ahora obama llama a la paz y la no muerte , el presidente del pais mas criminal contra los pueblos del mundo.es de locos …

  7. Aquí cuentan algunas cosas que esbocé en el post…

    Los amigos andaluces de Gadafi
    El líder del SOC, Francisco Casero, organizó numerosas expediciones a invitación del régimen libio. El PA creó una empresa para activar el comercio de empresas andaluzas con Libia. Cientos de andaluces viajaron por simpatía o curiosidad
    http://www.diariodecadiz.es/article/andalucia/926104/los/amigos/andaluces/gadafi.html
    JOSÉ AGUILAR | ACTUALIZADO 13.03.2011 – 10:46

    El domingo 27 de enero de 1985 dos periodistas andaluces, Juan Emilio Ballesteros y Rafael Debén, que se encontraban en Libia formando parte de una expedición organizada por el Sindicato de Obreros del Campo (SOC), deambulaban por los pasillos del hotel La Puerta del Mar, en Trípoli, cuando se dieron de bruces con Alejandro Rojas Marcos y Luis Uruñuela, máximos dirigentes del Partido Andalucista. «Con lo grande que es el mundo…», dijo un Uruñuela evidentemente sorprendido y aturrullado.

    El PA se apresuró a desmentir que sus líderes hubiesen viajado a Libia a por dinero para la organización: sólo eran invitados del Congreso del Pueblo Árabe, cuya sede estaba en Trípoli. Pero no era la primera vez ni la última que los nacionalistas andaluces visitaron a Gadafi. Tampoco fue aquella la única comitiva de jornaleros, ecologistas, estudiantes y profesionales progresistas que el dirigente del SOC Francisco Casero se encargó de organizar. Precisamente fue Casero quien, años más tarde, desmintió a la prensa internacional el rumor que llegó a todo el mundo de que el coronel había muerto en los bombardeos lanzados por Ronald Reagan en la primavera de 1986. Por el contrario, el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, el otro referente del SOC de la época, nunca se movió por aquellas tierras.

    El sátrapa libio, del que reniegan los gobernantes occidentales que le vendieron armas y le siguen comprando petróleo, no fue siempre el apestado que ahora parece. Y no sólo los gobernantes: tras derrocar la monarquía feudal y nacionalizar la Shell, Muamar Gadafi se erigió en líder de un confuso socialismo panárabe y paladín del antiimperialismo. Y eso explica su prestigio entre ciertos sectores de la izquierda, que lo valoraban como uno de los puntales del Movimiento de Países No Alineados. Varios centenares de andaluces le rindieron pleitesía, establecieron relaciones fructíferas con su dictadura y peregrinaron a Libia. Durante muchos años.

    Un periodista que participó en uno de los primeros periplos comenta que eran alojados en residencias espartanas, recibían adoctrinamiento sobre el régimen de Gadafi, con el Libro Verde como guía inexorable, arreglaban jardines y visitaban las obras de regadío con las que se trataba de ganar tierra cultivable al desierto. Todo a gastos pagados. Recuerda que Libia, gracias a la explotación del crudo, nadaba entonces en la abundancia: era frecuente ver coches de gran cilindrada abandonados en la calle simplemente porque se les había estropeado alguna pieza. Sus dueños los dejaban y se compraban otros nuevos.

    Casero reconoce que su primer viaje a Libia lo hizo en 1984 bajo la cobertura de Los Verdes de Alemania y que desde entonces ha llevado a más de trescientos andaluces, sobre todo estudiantes y jornaleros. Entre ellos el después abogado sevillano Miguel Cuéllar; Manuel González Molina, que luego sería director general de Agricultura Ecológica de la Junta de Andalucía; Antonio Ramírez de Arellano, vicerrector de la Universidad de Sevilla, y Francisco Muñoz Muñoz, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Granada, investigador del Instituto de la Paz y los Conflictos y esposo de la ex consejera de Educación Cándida Martínez. El último viaje de Francisco Casero fue hace sólo cuatro años, y le acompañaba el editor Manuel Pimentel, ex ministro de Trabajo del PP, interesado en unas importantes ruinas romanas.

    Casero guarda un buen recuerdo de aquellos viajes, que le permitieron conocer al coronel Gadafi («era muy distinto en el trato personal que cuando actuaba delante de más gente»), participar en plantaciones de árboles, intervenir en el pseudoparlamento del país y debatir sobre la paz en el Mediterráneo. Sus visitas no eran nada clandestinas, ya que solía entrevistarse con el embajador de España. Intentó facilitar los intercambios comerciales entre las dos naciones y no encontró respaldo en las autoridades españolas en su labor mediadora a fin de que se permitiese la entrada de jóvenes libios para estudiar en Andalucía. Conserva una queja, sin embargo, sobre sus amigos libios: discriminaban y maltrataban a los inmigrantes negros y coreanos que corrían con el trabajo más rudo.

    Más organizada, estrecha y cooperante fue la presencia del Partido Andalucista en territorio libio. Javier Aroca, que estaba en el departamento de relaciones internacionales del PA a las órdenes de Manuel González, viajó a Libia por vez primera en 1979, y desde entonces ha estado más de treinta veces. No fue fácil su vida allí, rodeado de mujeres peludas, con la total prohibición de beber alcohol (llegó a beber cubatas elaborados con alcohol de cáscaras de patatas y una cola infame de fabricación nacional), una comida siempre igual, a base de sopa y cordero exclusivamente, y teniendo que dormir en ocasiones en camarotes de barcos anclados en el puerto. Más tarde mejoró la infraestructura hotelera. Un día se escapó del control de los funcionarios del régimen y, junto a otro joven andalucista (José Antonio Sainz-Pardo, que posteriormente sería alto cargo con el PSOE en la Junta), se plantaron en un hotel de lujo y pidieron una habitación. Tras la negativa pertinente -ni siquiera iban documentados- ambos exigieron entrevistarse con el comité popular del hotel y lograron su objetivo. El andalucismo abría puertas en la Libia de Gadafi.

    ¿A qué fueron a Libia los andalucistas? Aroca, licenciado en Derecho y Antropología, explica el contexto. Con la enemiga del PSOE, el PA se integró en una especie de Internacional progresista de las naciones ribereñas del Mediterráneo, en la que estaban el partido único de Libia, los baasistas de Iraq, los de Siria y otros. De modo que colaboraron con los libios en diversos frentes. Gracias a estos contactos, el Partido Andalucista, que había logrado en 1979 los mejores resultados de su historia en unas elecciones generales (cinco diputados) y también la Alcaldía de Sevilla -gracias a un pacto con PSOE y PCA-, pudo organizar numerosas actividades de carácter sobre todo cultural, entre ellas un Congreso de Cultura Árabe que se celebró en Sevilla. Los libios lo pagaban todo. En señal de agradecimiento el alcalde Uruñuela estuvo a punto de ceder al Gobierno de Trípoli un edificio histórico en la Puerta de Jerez para la puesta en marcha de un centro cultural de influencia libia. No pudo hacerse.
    La confraternización PA-Gadafi y la largueza de la dictadura de Trípoli extendieron una sospecha que ni aún hoy ha quedado despejada: la presunta financiación del nacionalismo andaluz por parte de Libia. Nunca se ha probado de modo fehaciente, aunque son numerosos los militantes del PA de entonces que la creen muy verosímil. Lo cierto es que la dirección del PA creó una empresa, Exportándalus, cuya sede inicial estuvo en el barrio sevillano de Los Remedios, donde el citado Javier Aroca hacía las veces de director comercial, bajo la tutela de Pedro González, secretario de Relaciones Internacionales del partido.

    Exportándalus actuaba como intermediaria para la exportación a Libia de muebles, zapatos, conservas, aceites, cuero y otros productos. Naturalmente, cobraba por sus servicios.

    Como ocurre en todos los países con legalidad dudosa y dúctil, la materialización de estas operaciones exigía la activación de los contactos a nivel político, y de eso se encargaba Aroca, entre otros, con incontable viajes y mediaciones. Si el pago por estas labores significó también una fuente de financiación para el Partido Andalucista o para alguno de sus dirigentes no ha podido establecerse con certeza.

    Lo cierto es que Exportándalus siguió funcionando una vez la abandonó Javier Aroca por discrepancias con Rojas Marcos. Uno de los gerentes posteriores que tuvo fue Cristóbal Montes, un andalucista residente en Madrid, padre de la cantante Clara Montes.

    El que fue primer alcalde democrático de Sevilla tras la guerra civil, Luis Uruñuela, al que los dos periodistas sorprendieron en el hotel más lujoso de Trípoli en enero de 1985, ha explicado a este redactor que aquélla fue la única ocasión en que visitó Libia, y lo hizo para interceder en favor de varios empresarios sevillanos a los que los libios les debían dinero.

    De la supuesta financiación del partido asegura no saber nada. Uruñuela admite la existencia y actividad de la empresa Exportándalus, pero la desvincula del Partido Andalucista que él llegó a liderar durante años.

    Ni conocía cómo funcionaba ni vio jamás un papel de la compañía, nada de nada. «Esas cosas las llevaba Alejandro [Rojas Marcos]», concluyó.

  8. juanlu, una curiosidad;los rebeldes afirman q kadafi recibe ayuda militar de siria.¿como llegaron a tal conclusion?¿no hay acaso una vigilancia aerea y naval sobre libia?.creo q ee uu se equivoco al pensar q podria derribar facilmente a kadafi,penso q como mubarak,un fiel aliado, fue echado por el pueblo,podria vengarse con libia promoviendo un golpe de estado,como q libia fuera honduras….

  9. creo que lo que pretenden es internacionalizar el conflicto para tener una excusa y pedir refuerzos al VII de Caballería. De paso explican el voto negativo en la Liga Árabe a la zona de exclusión aérea…

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