Las revueltas de Reino Unido, un síntoma de cambio

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Acabo de llegar de unas cortas vacaciones musicales en la Bretaña francesa que han coincidido en el tiempo con los disturbios que afectaron a Londres y otras ciudades del Reino Unido y, aunque he podido oír las noticias de vez en cuando, no he tenido tiempo material de postear nada. A pesar de que el tema ya no es de rabiosa actualidad, no he podido resistirme a juntar unas pocas palabras sobre los sucesos que tuvieron en vilo a todo occidente la pasada semana.

Esta y otras revueltas (violentas o pacíficas) denotan que nuestras sociedades son muy muy frágiles, que se mantienen pendientes de un hilo que puede ser cortado sin mucha dificultad. Cuando hay tanta desigualdad se genera proporcionalmente una una tensión que sólo puede ser controlada con la violencia del estado, ya sea por amenaza de su uso o por su ejercicio directo. En situaciones donde el estado se diluye, ya sea por una catástrofe natural o artificial o por un estallido social incontrolado y violento, toda esa rabia acumulada se desborda mostrando lo peor de nosotros mismos. Evidentemente son injustificables, pero sí que pueden ser entendibles colectivamente y atajables a medio y largo plazo eliminando las causas que las provocan.

No se trata de un problema policial, tampoco de un colapso moral. De lo que no cabe duda es que los recortes sociales que se están practicando en Occidente para satisfacer al capital solo van a agravar estas situaciones. Cuanto menos estado, menos igualdad de oportunidades, mayor desigualdad y mayor necesidad de represión para mantener el status quo. Pero todo tiene un límite y no puede ser totalmente estirado ni la paz social comprada eternamente con 400 míseros euros al mes.

A ello se le une el sentimiento generalizado de que la política ya no sirve para cambiar nada, que la democracia es y será una falacia mientras la ciudadanía no tenga las riendas del poder económico. Así ya no queda ningún tipo de esperanza (salvo las religiones para frikis alienados) y todo se torna en un salvesé quien pueda individual que puede derivar fácilmente en actitudes violentas de este tipo…

Probablemente, lo que se necesita es, si no una revolución global —por imposible—, es que algún grupo de países logre montar un sistema al margen de la tiranía de los mercados buscando mayor justicia social obligue a revisar las bases de la economía y la política. A nadie se le puede escapar que la deriva neoliberal actual de nuestros sistemas tiene bastante que ver con la caída del bloque soviético y la falta de alternativas plausibles al orden establecido. O quizá lo que nos enseñe esta crisis casi sistémica en la que andamos inmersos es que estamos frente a un fin de ciclo del sistema político y económico de proporciones mundiales. Sólo el tiempo lo dirá…

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