Cuando el texto que podrá traer el cese de la violencia ha sido aprobado y, presumiblemente, aceptado por Israel, el ejército hebreo ha emprendido una loca carrera por tierra y aire para llegar hasta el Litani y así poder ofrecer algún logro que presentar ante su opinión pública. Ya se han oído voces pidiendo su dimisión por el fracaso de la guerra, los misiles siguen cayendo sobre Israel, el número de bajas militares no cesa de aumentar, al Manar sigue retransmitiendo sin que hayan podido silenciarla y Nasrallah sigue vivo y se ha convertido en un referente para todo el mundo árabe. La invulnerabilidad del Tshal se ha convertido en un mito ante los ojos de todo el mundo y, si hay alguna cosa que hayan podido demostrar, es su brutalidad y ensañamiento con la población civil indefensa contraviniendo las leyes internacionales, lo que le ha merecido una reciente condena por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Así las cosas, con alrededor de 30.000 soldados para luchar contra menos de 3.000 guerrilleros han tratado de dar la sensación de que controlan la franja de seguridad que ocuparon hasta el 2.000 transportando las tropas en helicópteros apoyadas en operaciones por tierra que han evitado toparse con las aldeas libanesas. Nadie puede hacernos creer que han tardado un mes para controlar —a medias— una franja de menos de 10 km y en un sólo día la hayan aumentado sin dificultad en un paseo marcial hasta los 20 o 30 km.
Lo más probable es que hayan dejado a centenares de combatientes en la retaguardia y que hayan abierto bastantes nuevos flancos que esta noche y mañana se convertirán en enfrentamientos hasta que el alto el fuego definitivo llegue el lunes a primera hora de la mañana. De momento, aunque las informaciones a esta hora son contradictorias, parece que ha sido el peor día para los invasores israelíes (24 muertos, 11 críticos), se habla de varios tanques merkava destruídos e incluso de un helicóptero de transporte de tropas abatido por un misil. Cuando todo esto pase imagino que nos llegará mejor información sobre la pírrica victoria de Israel (menos del 20% de su población cree en ella) o de su amarga derrota y las consecuencias que provocará en el frente político interno.