No se me ponga nadie nervioso, es el presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada, conocido con el apodo de Goni o el gringo, el que ha dimitido. Las matanzas, la huelga general, la renuncia de algunos ministros y una marea humana que ha marchado desde el barrio de El Alto a tomar La Paz, han obligado a dimitir al presidente al grito de “Ahora es tiempo, carajo”. Esperemos que se establezca un gobierno que se centre en lograr el bienestar de los pobres, que destine las riquezas naturales de Bolivia a satisfacer las necesidades internas del país y, si hace falta, que renacionalice el sector de los hidrocarburos para evitar su saqueo por las transnacionales. Veremos qué pasa. De ilusión también se vive.