Israel abre el frente de Gaza y prende el polvorín

En una acción que seguramente está relacionada con las elecciones anticipadas en Israel (como ya sucedió en 2009 con la operación Plomo Fundido) y con la campaña internacional contra Siria, el estado sionista no ha dudado en acrecentar el asesinato de mujeres, niños y personas indefensas para ganar un puñado de votos y, de paso, allanar el camino para una intervención sobre Irán. Israel no ha cesado de atacar a Gaza, no hay más que ver el número de muertos del pasado mes para darse cuenta que su guerra de exterminio de baja intensidad no ha cesado ni un minuto. Sin embargo, esta vez ha subido un peldaño peligroso de consecuencias inesperadas.

El asesinato del jefe de las milicias de Hamas, el grupo que tenía contenido al resto de la resistencia para que no respondieran a los ataques de Israel, justo en las fechas que traía un plan de paz bajo el brazo para firmar un alto el fuego permanente, no es una coincidencia. Israel no quiere ni nunca ha querido la paz, únicamente cree y practica la paz de los cementerios. Dice que quiere la paz mientras sigue robando violentamente día a día las tierras palestinas, quemando sus olivos, destruyendo mezquitas, secando sus pozos… y si alguien osa protestar por los crímenes y atropellos continuos, entonces las víctimas son convertidas en violentos.

Pero esta vez algo ha cambiado, los palestinos han tenido tiempo para armarse para enfrentar al todopoderoso ejército israelí. Probablemente no puedan defenderse de una invasión, pero sí han conseguido armas para hacer conocer a la población israelí una mínima parte del sufrimiento que su glorioso Tsahal lleva infringiendo décadas a los legítimos habitantes de Palestina. Los cohetes (al menos tres) han llegado a Tel Aviv, Netanyahu está escondido como una rata en un búnker y los misiles, que antes se tiraban sobe descampados —según palabras de un negociador israelí— ahora tiran a dar. De nuevo es David contra Goliath, pero esta vez el pequeño tiene más de una honda en la recámara, quizá más de las que podían imaginar los agresores a priori.

Es de esperar que, si se atreven a entrar por tierra en la archipoblada franja de Gaza —como han anunciado—, las milicias de la resistencia las enfrenten con proyectiles anti tanque, los mismos que fueron usados exitosamente contra los merkava hebreos por Hezbollah en el Líbano, en vez de con trampas caseras escondidas en las carreteras que los blindados nunca usaban porque preferían abrir nuevas calles en medio de las viviendas con sus bulldozers Caterpillar. No estaría de más que la Franja se convirtiera en el segundo cementerio de los tanques asesinos…

Pero Israel, con esta acción, está jugando con fuego, del de verdad y también del diplomático. Arabia Saudí y Qatar, aliados sempiternos de Israel tendrán que contentar a sus masas con algún tipo de reacción de condena y algo más. Hamás se había desligado de Siria para acercarse a la hermandad musulmana egipcia y a los wahabitas del Golfo, no podrán quedarse quietos. La reacción de Egipto es especialmente importante, de momento, el ministro de Relaciones Exteriores de Egipto pidió a Estados Unidos una intervención inmediata para poner fin a la agresión israelí y ha abierto el paso fronterizo de Rafah, en previsión de la posible llegada de heridos de Gaza con ambulancias y hospitales a punto. También ha retirado al embajador en Tel Aviv y es de esperar que tire de la Liga Árabe para repudiar el ataque israelí de manera contundente.

Mañana, después de la oración del viernes, decenas miles de árabes saldrán a protestar contra el enésimo ataque genocida israelí. Los gobernantes de muchos países de la región, aliados de Israel en la práctica, deberán esconder bien sus peligrosas amistades si no quieren enfrentar la ira de sus pueblos o incluso arriesgarse a que sean depuestos por traidores a la causa y al pueblo árabe. Posiblemente Israel le haya hecho un enorme favor a los opositores de EEUU, Israel y el CCG, aunque se le supone una mínima planificación y la valoración de las consecuencias que podía acarrear otra sangría como la que acontece en estos momentos, es probable que se hayan metido en un jardín del que no van a salir fácilmente. Si cesaran ahora la ofensiva, después de los ataques a Tel Aviv, la población israelí, antaño con sensación de seguridad salvo en las zonas fronterizas con Gaza, viviría cada día con la sombra del terror sobre sus cabezas y eso es algo que su enferma sociedad, no lograría soportar. Malos augurios para Palestina, pero también para Israel y para toda la región…