Hamas quiere emular a Hezbollah

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Según la inteligencia israelí, Hamas está esperando una nueva invasión a gran escala de Gaza para tratar de imitar a sus compañeros de Hezbollah y propinar una nueva derrota al ejército hebreo en tierra con actividades de guerrilla. Sin embargo, y a pesar de sus deseos y de las cautelas de Israel, las facciones armadas de Hamas están muy lejos de tener el armamento y el entrenamiento del que disponían los libaneses y Gaza es un área perfectamente conocida por las IDF donde el factor sorpresa no va a jugar un papel tan fundamental. Veremos qué sucede en los próximos días.

>»They’ll be waiting for us with explosive tunnels, snipers, road bombs and anything else they can think of, just in case we decide to go in»

Os dejo el enlace a la prensa israelí donde dan la noticia completa (en inglés) en Ynetnews: ‘Hamas will be ready for us’ y el vídeo que recorté de Al Yazeera para conocer cómo Hamas fabrica el armamento casero con el que está hostigando a Israel, detonante de esta nueva escalada de violencia por ambas partes, que se ha saldado hasta la fecha con 47 muertos del bando palestino (15 de ellos civiles) y 2 civiles del lado de Israel.

Pero si una lección han debido aprender en Israel después de su estrepitoso fracaso en el sur de Líbano es que a pesar de su poderío militar, no va a poder detener el lanzamiento de misiles caseros, que únicamente podrá disponer de paz si detiene las hostilidades o firma acuerdos de paz con sus vecinos, algo que el estado sionista no parece estar dispuesto a hacer, sobre todo si tiene que renunciar a las colonias robadas en suelo palestino, libanés y sirio.

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  1. Israel lucha contra un enemigo fantasma en Gaza
    Los jefes de Hamás evitan reunirse, duermen fuera de casa y se desplazan en bicicleta
    JUAN MIGUEL MUÑOZ – Gaza – 28/05/2007

    Los cohetes artesanales Kassam están haciendo daño. Un hombre de 35 años falleció ayer -es la segunda víctima mortal israelí en 11 días- por las heridas tras explotar un proyectil en Sderot. El Ejército y la aviación de Israel no cejan en su empeño de perseguir a los milicianos palestinos, y amenazan, día sí y día también, a los jefes políticos y militares de Hamás. Hasta la fecha no han dado con ninguno de los líderes islamistas. Y aunque el primer ministro, Ehud Olmert, aseguró ayer que la persecución no está sometida a ningún calendario, de momento los uniformados se enfrentan a una guerrilla fantasma que ha desaparecido de las calles de Gaza.

    Resulta sorprendente, pero apenas se ven armas en la franja. La guerra por el poder entre Hamás y Al Fatah ha amainado hasta el próximo envite, y ahora son los islamistas los que se enfrentan a su manera al poderoso Ejército israelí. Lo hacen desde la clandestinidad más absoluta. Sólo unas pocas decenas de miembros de las Brigadas Ezedín el Kassam, brazo militar del movimiento fundamentalista, se la juegan para mantener el fuego sobre las comunidades israelíes que bordean el territorio ocupado. Son ellos -y los civiles que están en las inmediaciones- quienes engrosan el listado de muertos, alrededor de 50. Y como comenta Selmi, un agente de la Guardia Presidencial leal al presidente, Mahmud Abbas: «Tampoco ahora los matan como antes, porque han logrado utilizar temporizadores para disparar los cohetes».

    Mohamed, miliciano del brazo armado de Hamás, explica algunas de las medidas de seguridad, extremas durante estos días. «Los dirigentes políticos no utilizan el móvil bajo ningún concepto. Si acaso emplean teléfonos inalámbricos conectados a los fijos de sus casas. Así no pueden saber dónde se encuentran. En caso de urgencia hablan con contraseñas que cambian frecuentemente». En el campo de refugiados de Yabalia, dos hombres vestidos de civil charlan durante unos minutos. Se separan. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de cuáles son sus menesteres. «Se están utilizando mensajeros en persona para reducir todos los riesgos», apunta Mohamed.

    Los cabecillas políticos no aparecen en público, no circulan en coche -«si acaso en bicicleta», dice Mohamed-, duermen casi siempre fuera de sus casas, evitan las reuniones para no ser alcanzados en grupo. En el caso del brazo militar de Hamás, la precaución se acentúa más si cabe. Ahmed Jebari, Mohamed Deif o Ahmed Ghandur, sus máximos responsables, apenas ven la luz. Pasar inadvertidos es la consigna. Los jóvenes enmascarados que patrullan la frontera o los límites de los pueblos y ciudades nunca deben sumar más de tres.

    «Ahora sólo nos movilizamos cuando recibimos órdenes expresas, tenemos prohibido cambiar de nuestra zona asignada, no portamos armas y los guardaespaldas pueden llevar pistolas, pero no fusiles. Y cuando salimos a vigilar, intentamos que ni los palestinos se den cuenta de nuestra presencia», continúa. La desconfianza hacia los colaboracionistas con Israel -los hay por millares en Cisjordania y Gaza- ha alcanzado límites desconocidos. «Los dirigentes políticos tampoco hablan con los de Al Fatah», comenta Mohamed.

    La dificultad del Ejército israelí para localizarlos es evidente. En los últimos días, la aviación ha arrasado bases militares de Hamás, casas de cambio y bancos sospechosos de canalizar fondos para los fundamentalistas. Los cohetes, unos 230 en 11 días, siguen cayendo sobre Sderot. Nada hace prever una invasión terrestre de Gaza a gran escala, entre otros motivos porque los militares creen que ni así se pondría coto a los cohetes. Pero a tenor de las palabras de Olmert, durante la reunión dominical del Gobierno, los jefes de Hamás van a tener que acostumbrarse a vivir mucho tiempo en sus escondites. La presión, que resta eficacia a las milicias, no cesará. «Incluso si hubiera un alto el fuego acordado por las facciones palestinas en Gaza, esa tregua sólo se aplicaría a ellos. Hemos de prepararnos para un largo enfrentamiento», afirmó el primer ministro.

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