Recuperando la memoria histórica… familiar

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1589

Hace algunos años, me encontraba en la Sierra de Cazorla reposando la sobremesa durante unos cursos de director de campamento, cuando, desde la lejanía, vi acercarse a varias personas gesticulando y haciéndome señales para captar mi atención. Cerré mi libro de Nietzsche, dejé la sombra de los pinos en mi espectacular atalaya y fui a su encuentro monte abajo. Me encontré entonces a un compañero del curso cuyos padres habían venido a visitarlo y que, por un motivo que ignoraba, querían conocerme en persona. Al poco, tras las debidas y pertinentes presentaciones y tras confirmar las sospechas de mi parentesco, un hombre emocionado me dio las gracias en nombre suyo y el de su padre como descendiente de mi abuelo. Mi sorpresa fue mayúscula. Por lo visto, había pasado parte de su infancia encerrado en un campo de concentración (Botafuegos, Algeciras, Cádiz) y mi abuelo se convirtió en su improvisado maestro y en la persona que le enseñó a leer, escribir y las ”cuatro reglas”, que es como se denominaban entonces a las operaciones básicas de las matemáticas.

Yo desconocía la historia de mi abuelo, en mi casa nunca se hablaba de los temas de la Guerra Civil y la posguerra. Como en tantos hogares, sobre todo del bando republicano, perduraba en el inconsciente colectivo el miedo a revivir ese negro pasado. La represión fue muy dura, sostenida y había provocado tanto dolor que incluso había generado colateralmente un sentimiento de vergüenza por haber formado parte de aquellos hechos desde el lado ”equivocado” de la historia. Ni corto ni perezoso me puse a investigar lo que pude hasta que un día descubrí en casa un grupo de papeles muy bien guardados y cuidadosamente recopilados. Se trataba de parte del historial jurídico de mi abuelo durante la posguerra, con documentos originales bastante reveladores. Recuerdo que me llamaron poderosamente la atención los papeles sellados por dos tribunales de excepción del franquismo: El Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo y el Tribunal Especial para la Depuración del Personal del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. En ambos se condenaba a mi antecesor a distintas penas y prácticamente hasta los años sesenta del pasado siglo estuvo sufriendo ciertas consecuencias, 30 años de problemas con la justicia por cuestiones políticas derivadas de su militancia juvenil en Unión Republicana y su fugaz paso por la masonería. ¡Qué fuerte!

Seguí investigando y encontré algunos recortes de periódico, partidas de nacimiento y otros documentos con los que el escritor Guillermo García Jiménez escribió una reseña en su libro sobre personajes del pueblo de Los Barrios que reproduzco íntegra y literalmente más abajo. Según he podido adivinar, la cosa fue bastante más dramática que lo que recoge el escrito. Mucha gente achaca al encarcelamiento de mi abuelo la muerte, entre penas y estrecheces, de su esposa María, tampoco habla de la hambruna que sufrieron durante años mi padre y mi abuelo, de las penurias que pasaron a lo largo de muchos años. Del escarnio a que fue sometido por todo el pueblo, vestido de blanco, rapado al cero y ”depurado” con aceite de ricino con que le premiaron los franquistas su filiación política e ideológica. De la convivencia con la posibilidad de que una noche cualquiera lo sacaran a darle el último paseíllo o de los compañeros que sí lo sufrieron en su misma cárcel.

Desde aquello, cada vez que la derecha acusa al PSOE o a IU de querer enfrentar de nuevo a los españoles por restituir la dignidad y la memoria de los represaliados me viene a la mente lo que sucedió en mi propia casa con la figura de mi abuelo en particular y lo que aconteció en la provincia de Cádiz en general. En prácticamente toda la zona se puede decir que la guerra como tal ni siquiera existió. Sólo una brutal represión que se ha refrendado recientemente en el descubrimiento de 106 fosas comunes con miles de personas desaparecidas, muchas de ellas buscadas aún por sus familiares y todas ellas pertenecientes al bando republicano. En ni una sola de las fosas reposa un ciudadano del bando franquista. A eso precisamente tienen miedo los herederos de la dictadura, a que se conozca con detalle lo que durante tantos años lograron tapar, con tierra o con el terror o el síndrome de Estocolmo de los afectados y sus familiares.

LA NOBLE MISIÓN DE LA ENSE?ANZA

DON JUAN GONZÁLEZ por Guillermo García Jiménez

Juan González Roldán nació en El Viso del Alcor (Sevilla) en el año 1898. Quizá como una premonición de lo que será una gran parte de su vida, vino a nacer aquel famoso año 98 que marcó la decadencia de la España moderna con la primera mitad del siglo actual turbulenta y borrascosa, ya que como hombre atenazado por un destino adverso, le tocó vivir (desde el banco vencido) todos los avatares de aquella dramática guerra civil de 1936.

Su infancia estuvo marcada por un deambular de pueblo en pueblo, de una casa cuartel a otra, ya que siendo su padre miembro de la Benemérita verde forzado a frecuentes cambios de destino. Cursó sus estudios de Magisterio en Sevilla con mucho sudor y sacrificio, pues se vio obligado a alternar sus estudios con un trabajo laboral que le permitía ganar un jornal para costearse la carrera. Fue un hombre que se forjó a sí mismo partiendo de cero.

Contrajo matrimonio con María Díaz en Almonte (Huelva) donde nació su único hijo Luis. Pasó después a un pueblo de la provincia de Segovia y en el año 1933 obtuvo plaza definitiva de maestro en Los Barrios donde residió hasta su muerte.

Afiliado a Unión Republicana, el partido que presidía don Diego Martínez Barrios, hombre liberal y moderado, sufrió durante la guerra todos los infortunios de los hombres del exilio interior (como yo llamo a los que no pudieron huir al extranjero), con un lamentable estigma de depuración, cárcel, acusación de pertenecer a la masonería, por la que fue condenado a tres años y un día de prisión atenuada de confinamiento en su vivienda de Los Barrios con la obligación de presentarse cada mes ante el Comandante de Puesto de la Guardia Civil. Incluso se le acusó de haber sido presunto autor y encubridor con otros hombres de la izquierda local, de un incendio en las fincas Palmares y Castrillón, de este término, cuya causa fue sobreseída, ya que «de cuantas diligencias se han practicado en el sumario, no se desprende indicio alguno que haga suponer que los encartados tomaran parte directa o indirecta en el hecho perseguido», según sentencia del Consejo Supremo de Justicia MIlitar de Sevilla de fecha 21 de enero de 1943. Todo ello habría de marcarle, como a tantos otros miles de españoles, con la triste secuela de aquella trágica contienda.

Pero su honestidad de hombre de bien se impuso sal signo desfavorable de aquella etapa de su vida y salió adelante, convirtiéndose en el educador de varias generaciones de barreños que recuerdan su respetable figura de maestro vocacional.

Al jubilarse a la edad de 70 años el pueblo de Los Barrios le rindió un homenaje público como reconocimiento a una labor docente de 30 años. Fue en el año 1968 y al acto asistieron «don Esteban Buluel, Inspector de Primera Enseñanza y su esposa, una representación del Ayuntamiento barreño encabezada por su alcalde señor Mañas Góngora, tenientes de alcalde y secretario de la Corporación, además de un numeroso grupo de antiguos alumnos y magisterio local, según recogió el diario AREA de aquellos días, cuyo corresponsal añadía: «Don Juan González Roldán con su corazón lleno de emoción, a esa edad de 70 años, nos dio una lección de cómo un hombre debe marchar en el sendero de la vida. Al término de sus palabras que a todos nos sobrecogió, fue abrazado por sus antiguos alumnos, amigos y Magisterio local».

Fue director de la Agrupación Escolar San Isidro Labrador, y como premio a sus destacados como méritos como pedagogo, el pueblo ha querido perpetuar su nombre en el COLEGIO PÚBLICO MAESTRO DON JUAN GONZÁLEZ. Justa recompensa a toda una vida de lucha y esfuerzo por llevar la luz del saber a las mentes infantiles.

7 Comentarios

  1. Un fuerte abrazo pana.

    Gran honor descender de alguin que ense por vocacin y casualidades de la vida, nuestro colega Jose Manuel es de Los Barrios. Aunque no vive ah sus padres s.

    La represin en el campo de Gibraltar fue sobrecogedora y un viejo de Betis nos cont como miles de presos en especial vascos y catalenes pasaron varios aos de sus vidas en campos de trabajo y comiendo hasta la hiervas.

    Una cosa es el salvajismo de una guerra civil y otra muy distinta la represin fascista de las dcadas posteriores. Debe ser conocida y aquellos que la sufrieron tienen el derecho a ser dignificados y honrada su memora. Estamos hablando de centenares de miles de ciudadan@s perseguidos y asesinados por sus ideas polticas o sencillamente por nada.

    Mi familia materna de mezquetillas ( Soria ) apenas ni se enteraron y aparte de los requisamientos de trigo, poco ms. Mi familia paterna de Lleida fue otro cantar. Mi abuelo muri el ao 33 atropellado por un camin de telefnica y mi abuela Genoveva qued sola con cuatro hijos. Con la guerra lo perdi todo y me cuenta mi padre como iban con un cubo metlico a los cuarteles a por el rancho que les daban. Mi padre qued huerfano con 16 aos y para que ms…Lo vendieron todo para pagar una operacin a mi ta ya muerta, mi tio se fue a Francia y mi padre se qued en Leida buscandose la vida.

    En fin, miles de historias que todos podemos contar y que debe o debiera ser una leccin y para ello hay que recordar la historia y desde luego dignificar aquellos que la padecieron.

  2. Otra breve reflexin.

    La dcada de los aos 30 y la llegada de la II Repblica signific un salto cualitativo antes no conocido. Miles de escuelas y un intento por dar un giro a una Espaa que no haba vivido la Ilustracin. Todos tenemos en la retina las misiones pedaggicas el camin de Val del Omar llevando el cine a los pueblos y los centenares de proyectos para alfabetizar un pueblo sumido en la misera ms absoluta.

    Nuestra mala fortuna fue que todo esto sucedi en la dcada ms activa del siglo pasado y en un autntico choque de trenes ideolgico. Fuimos el banco de pruebas de la guerra que aos despus lleg y aadir que la poblacin en la mayora de los casos no supo ni por qu peleaba ni mora. Comunistas, Fascistas y ms istas que tenian ms de lites intelectuales y ningn sentido comn. A todo ello sumar una Espaa casposa y rancia que se negaba dar paso a la historia y que por desgracia lo consigui.

  3. Bueno, no solo ZP tiene abuelo… todava quedan algunas garitas o restos de los campos de concentracin en la zona sur de Alcornocales (Botafuegos, Tiradero, Corchadillo…)

    Pero ya te digo, en Cdiz casi no hubo guerra, slo represin

    Jos Manuel?

  4. Ayer tuve ocasin de hablar con una persona que vivi estos hechos que aqu relato en primera persona porque un familiar directo comparti la misma celda acusado injustamente del mismo hecho. Me confirma que a mi abuelo le raparon la cabeza al cero pero dejndole una cruz dibujada con el pelo y que iba rilndose por la calle debido a las grandes cantidades de ricino que haba ingerido para que fuera vejado en pblico por los fascistas delante de todo el pueblo. Imagino que dentro de poco podr ir actualizando la nota. Por de pronto he subido una foto de la poca y el documento absolutorio.

    Curiosamente, para buscar esta vieja entrada dentro del blog he usado Google y he dado con una referencia de mi abuelo cuando fue a pasar las vacaciones en Almonte en 1933 en la hemeroteca del ABC. La subir cuando tenga un momento.

  5. Coplilla de la poca hablando del tema recopilada por Pepa Acosta:

    LOS ACUSADOS DEL FUEGO
    (COPLA DE CARNAVAL)

    Ustedes recordaris
    cuando el fuego de este verano,
    a unos muchachos decentes
    que vilmente apalearon.

    Los llamaron por sospecha
    a tomar declaracin,
    dndoles fuertes palizas
    sin tenerles compasin.

    Sin darse cuenta aquellos tiranos
    que los culpables eran los mismos amos.

    Porque la prueba est clara:
    segn el ao se haba presentado,
    nos sala el trigo a diez
    y a veinte el asegurado.

    Para que despus esos hombres
    sufrieran las consecuencias
    de esos canallas tiranos,
    granujas y sinvergenzas.

    Y despus que los explotan
    hasta sacarles su ltima gota de sangre,
    los condenaron a muerte;
    son chivatos y miserables!

  6. Hola!

    Lo increble es que en casi todas las familias existen este tipo de historias y en muy pocas se sabe. La ley del silencio que les hicieron cumplir durante 40 aos la interiorizaron de tal manera que ni siquiera en democracia los que an seguan con vida se atrevan a hablar de estos temas. Por eso y por el poco inters del Estado en sacar a la luz la verdad, hoy en da estamos tan desinformados.

    Me ha gustado mucho leer la historia de tu abuelo. Yo estoy intentando reconstruir la de la familia del mo aqu:

    Saludos!

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