Como avanzábamos ayer, al Qusayr ha sido liberada del control yihadista, la ciudad donde se grabó el vídeo del terrorista caníbal que descuartizaba el cuerpo de un soldado y mordía su corazón, ha pasado a manos del ejército regular sirio. Aunque quedan combates en las afueras de la ciudad, prácticamente la operación se da por acabada y en uno o dos días se anunciará oficialmente la limpieza total de la zona. Parece que la mayoría de los terroristas extranjeros no tienen intención de rendirse y que morirán combatiendo por su guerra santa. Sobre el terreno han nombrado la presencia de bastantes combatientes chechenos, los más temidos por los soldados. Decenas de miles de cristianos abandonaron hace meses la ciudad ante la llegada de los barbudos, que no han dudado en pasar a chuchillo, fusilar… e incluso descuartizar a los que no consideran musulmanes o incluso “buenos” musulmanes.
El apoyo de Hezbollah ha sido decisivo, como en otras muchas operaciones cercanas a la frontera libanesa, ya que han logrado eliminar a centenares de mercenarios y terroristas con una efectividad que sacó de quicio en la televisión a uno de los clérigos sunitas que más está atizando el conflicto. Netanyahu está al borde del ataque de nervios, el gobierno controla ya la retaguardia de las milicias fundamentalistas y es probable que comiencen a caer como fichas de dominó. Pero lo peor es que, para el régimen israelí, Hezbollah podrá moverse libremente desde el Líbano hasta el centro del país sin ninguna dificultad, por lo que sospechan que la ruta podría ser usada para proveerse de armamento más efectivo y de una fuerza antiaérea moderna de la que incluso carece el propio ejército regular libanés. La resistencia libanesa ya ha anunciado que ha recibido el armamento prometido y que se encuentra preparada para enfrentarse directamente con Israel si fuera necesario.
Pero no acaban ahí las malas noticias para el sionismo. Las informaciones apuntan a que los S-300 rusos están ya o van a llegar al país de manea inminente. Oficiales sirios están ultimando su preparación para el manejo de las lanzaderas móviles y sus complejos radares asociados, por lo que Israel debería pensárselo detenidamente antes de violar de nuevo el espacio aéreo para ayudar a los contras que operan contra el gobierno de Assad. Una pequeña flota rusa de refuerzo va hacia la base militar de Tartús para proteger los intereses de su país en un acto disuasorio de primer orden que parece un aviso a navegantes.
Ante esas evidencias, EEUU es posible que está dando marcha atrás y va a “permitir” que Assad culmine su periodo presidencial y nada impediría que se volviera a presentar a las elecciones. Lo peor para los agresores es que la CIA cifra el apoyo electoral de Assad en el 75% de los votos, por lo que, aunque Estados Unidos cambie de opinión, tienen que convencer a Qatar para que desista, algo nada fácil, ya que han invertido en esta guerra unos 3.000 millones de dólares. Arabia Saudí y Turquía parece que tienen una postura más flexible y disciplinada con respecto a su mentor.
El caso de Israel es diferente. Quiere acabar con Siria para evitar el apoyo a grupos de la resistencia palestina, para que corte sus vínculos con Hezbollah y la asociación estratégica con Irán. Pero, además, para asegurarse un gobierno títere que no luche por la recuperación de Los Altos del Golán, ocupada desde 1967, que no tiene intención de devolver porque acapara reservas de agua con las que abastecer el tan cacareado milagro agrícola israelí. Con Assad en el poder por varios años más, se le complica el planificado ataque a Irán y es posible que trate de acrecentar los ataques aéreos. Sin embargo, ello puede suponer una guerra total y no podemos olvidar que Siria tiene armamento químico —la bomba atómica de los pobres— y ya han dado la orden de responder con misiles tierra tierra a cualquier ataque de manera autónoma sin la mediación de órdenes del alto mando militar, por lo que ya se ha admitido que ello sucederá aunque lleve a una guerra regional. Lo que está claro es que Assad no puede permitir quedarse quieto mientras destruyen la capacidad operativa de su ejército, ya que ello supondría de hecho dejar al país en manos de los terroristas de al Qaeda aliados del gobierno judío.
La única ciudad importante que queda en manos de los mercenarios extranjeros es Raqaa, pero tal y como están las cosas es muy probable que en un plazo corto o medio de tiempo pase al control del gobierno, sobre todo ahora que las líneas de suministro o refuerzo de los terroristas del centro del país están cortadas y están bastante aislados del exterior, su verdadero apoyo por mucho que sigan manteniendo lo contrario algunos mass media occidentales. Sólo les queda Turquía, pero las protestas internas por su implicación en el conflicto amenazan con desestabilizar el gobierno de Erdogan, sobre todo porque las localidades fronterizas están hartas de soportar la presencia yihadista.
Todo está suficientemente confuso como para hacer algún tipo de predicciones futuras. Lo que es un hecho es que, en el terreno militar, la agresión con mercenarios integristas tiene los días contados. Si quieren hacer caer al gobierno, deberán usar otros medios y, si Rusia se mantiene en sus trece, tendrán que cejar en su empeño definitivamente.