Caza mayor: el poder, la muerte… y la política

No se qué tiene la caza pero, de ser una actividad atávica y necesaria para subsistir, ha pasado a ser un artículo de lujo —sobre todo en su vertiente de caza mayor— que otorga cierto caché al que la practica entre determinados círculos. Entra en el mismo saco que la práctica del golf, otro deporte de status ligado a los negocios. Creo que a algunos individuos les puede  servir como autoafirmación personal, eso de tener poder de decisión sobre la muerte de un ser de gran fuerza y tamaño a algunas personas carentes de estima debe ser la caña.

La caza mayor siempre ha sido una actividad típicas de la derecha. Aunque haya podido democratizarse en los últimos tiempos, todavía en muchas monterías se reza y se dan vivas a la virgen y a la patria antes de proceder a la ejecución de los indefensos animales. La imagen del coleccionista de cabezas de piezas, de safari en safari por el mundo, se ha extendido más de lo que puede creerse a priori. La popularización de los viajes en avión e Internet tienen que tener bastante que ver en la cosa. 

Pero la caza mayor también se ha comenzado a practicar recientemente en otros ambientes. Parte de la izquierda formal, esa que dejó de ser pueblo hace mucho, la tiene en su agenda de actividades que otorgan prestigio a quienes la practican. La nueva clase alta, a veces conformada por políticos y los que se arriman a ellos, emulan a los señoritos de antaño y salen vestidos de El Corte Inglés escopeta al hombro muchos fines de semana a matar ciervos, corzos, cabras, muflones o cualquier bicho más o menos salvaje; cuanto más grande, mejor. En Europa los de mayor tamaño se reservan a grandes magnates o a la nobleza, de ahí para abajo.

Los de abajo nunca han visto con buenos ojos una actividad tan prohibitiva y lejos de su alcance. En ambientes rurales algunos se han ido desquitando mediante la práctica del furtivismo, la caza sin permisos, amparada en la res nulius, una vieja norma del derecho romano que dicta que nadie tiene propiedad sobre una pieza de caza hasta que no es cobrada; siguiendo tradiciones decimonónicas cuando buena parte de los montes eran públicos o del común, antes de que fueran adquiridos por la burguesía y la nobleza. Pero los furtivos siempre han sido considerados como peligrosos delincuentes, posiblemente de manera desproporcionada a la gravedad real de su delito, imagino que por robar a los terratenientes. La mayoría, sin embargo, opta por hacer de espectador ajeno con cierta animadversión ante los nuevos señoritos. En el medio urbano, la caza apenas si se entiende como deporte o entretenimiento. Supongo que el efecto del bambi de Disney perdura en el inconsciente colectivo. La caza es vista casi como una salvajada más que como una actividad de gestión de los ecosistemas forestales más o menos necesaria.

Sea como fuere, esta actividad no concita muchas adhesiones entre la opinión pública en general, no en vano está relacionada con la violencia, la sangre y la muerte. Por eso cuando pillaron al ya ex ministro de justicia Bermejo en una montería con el juez Garzón, muchos en el PSOE se sintieron bastante molestos. La coincidencia entre ambos no resultaba tan preocupante como el que estaban compartiendo caras aficiones muy propias de gentes de la derecha acaudalada. Cuando se supo que además Bermejo no disponía de la documentación en regla para poder ejercer la actividad como matarife en la comunidad autónoma andaluza, estaba claro que sus días estaban contados en el gobierno. Un ministro de justicia incumpliendo la ley para algo tan poco estético como matar animales era mucho más de lo que se podría soportar sin que perjudicara a Zapatero y a la valoración de su gabinete entre la opinión pública en un momento en que se afrontan dos campañas electorales bastante ajustadas.

Así que el presidente ha preferido que el PP se cobre su pieza antes de que le salpique directamente a él la sangre de los ciervos. Ahora sí que el cazador ha sido cazado. La papeleta que ahora le queda a la derecha tampoco es fácil: ¿qué harán ahora con toda su caterva de corruptos que siguen en los cargos orgánicos o institucionales contra viento y marea?