La «primavera» árabe ha fortalecido a al Qaeda

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Con motivo de la Apertura del Año Judicial, ayer martes se presentó la Memoria de la Fiscalía General del Estado a cargo de Eduardo Torres-Dulce. El extenso documento tiene dos afirmaciones que bien merecen un análisis desde el punto de vista de la geopolítica alternativa que siempre buscamos en los biTs. Por un lado, la amenaza terrorista se mantiene en un nivel «elevado», ya que nuestro país se mantiene como «posible objetivo de actos terroristas» yihadistas. ¿El motivo? A los consabidas razones derivadas de la ocupación de las plazas norteafricanas de Ceuta y Melilla, el pasado islámico de Al Andalus y la presencia de tropas en Afganistán, Somalia y el sur de Líbano, hay que unir un nuevo elemento distorsionador de nuestras relaciones con el mundo árabe: el escudo norteamericano antimisiles que se instalará en la base aeronaval de Rota y la propia ampliación de esta instalación militar para acoger a más efectivos militares.

La base americana de Rota es una pieza fundamental del despliegue norteamericano en el área de Oriente Medio, ya que acoge instalaciones de apoyo a la VI Flota, con la que Estados Unidos suele acometer gran parte de las atrocidades en la región. Conviene recordar que de la localidad gaditana han salido por ejemplo, las fuerzas especiales antiterroristas que EEUU ha enviado a proteger sus embajadas atacadas por la ira musulmana desatada por la emisión en internet de la película «La Inocencia de los Musulmanes». Pero además, la ubicación allá de parte de las infraestructuras del escudo antimisiles norteamericano, oficialmente destinado a combatir amenazas balísticas provenientes de países musulmanes y, especialmente, de Irán, parece —según la Fiscalía española— haber acrecentado las iras yihadistas contra esta instalación.

Así, además de convertir a la base de Rota en un objetivo militar ruso en legítima defensa si nos atenemos al discurso estratégico del presidente Medvedev que reprodujimos íntegramente en los biTs, también se erige en objetivo terrorista por parte del yihadismo internacional.

Pero no es la única perla destacada del informe del Ministerio Público. En otro pasaje afirma, a las claras que,

LOS GRUPOS TERRORISTAS DEL NORTE DE ÁFRICA COMO AL QAEDA EN EL MAGREB ISLÁMICO (AQMI), CUENTAN CON UNA MAYOR CAPACIDAD LOGÍSTICA TRAS LA ‘PRIMAVERA ÁRABE’

Así que, ya tenemos otro daño colateral que añadir a los expresados recientemente como el auge del islamismo y el salafismo: el fortalecimiento de al Qaeda tal y como recoge una de las más altas instancias del estado español. ¿Alguien se asombra?

1 Comentario

  1. Portada :: Palestina y Oriente Prximo :: Revoluciones en el mundo rabe
    20-09-2012

    Qu fue de la primavera?

    Marco dEramo
    Il Manifesto

    Traduccin por S. Segu

    Hace quince meses, Il Manifesto organiz una conferencia sobre las primaveras rabes bajo el lema La esperanza en la calle. Ahora, podemos preguntarnos qu fue de aquella esperanza y qu fue de la calle. Ya en aquel momento las intervenciones y los testimonios fueron cautelosos, pero ciertamente nadie poda prever el alcance de la involucin fundamentalista. Hoy, la Hermandad Musulmana gobierna en Egipto, sus homlogos guan Tnez y los integristas financiados y armados por Qatar y Arabia Saudita controlan Libia y se preparan para tomar Siria.
    Por no hablar de algunas derivas aparentemente marginales (aun si no lo son) como la insurgencia islamista en Mali.

    Donde antes gobernaban dictadores, hoy dominan tendencias teocracias.

    Pero, es en realidad es una involucin? El ensayista britnico Robin Blackburn, ex director de la New Left Review, sostiene desde hace tiempo dos tesis. Una, relacionada con la primera revolucin democrtica en Europa, la britnica de Oliver Cromwell y sus puritanos (1642-1651). Fue en nombre del fundamentalismo cristiano que, por primera vez en la historia, un movimiento popular fue lo suficientemente fuerte como para cortarle la cabeza a un rey (Carlos I, en 1648). Asimismo, los padres fundadores de la democracia americana fueron los peregrinos del Mayflower (1620), otros fundamentalistas puritanos que huan de la persecucin religiosa.

    Por lo tanto, es al menos parcial la imagen laica de la democracia desarrollada en Occidente: la imagen se aplica tal vez a la versin francesa de 1789 (aunque tambin en Pars los revolucionarios sintieron que no podan derrocar el antiguo rgimen sin una nueva la religin, la de la Diosa Razn). Como si una revolucin estructural, un vuelco social radical, tuviera necesidad, imperativamente, de una dimensin escatolgica, de una motivacin milenaria.

    Pero aun cuando las revoluciones democrticas europeas nacieron como agitaciones fundamentalistas religiosas, en realidad entre el capitalismo y el fundamentalismo religioso existe un vnculo an ms ambivalente, tan explorado desde Max Weber (La tica protestante y el espritu del capitalismo) en adelante. Ambivalente, ya que mientras que la tica calvinista transpira por todos los poros el capitalismo moderno, por otro lado la mercantilizacin de todos los aspectos de la vida contiene en s misma una carga explosiva profanadora (admirada por Marx).

    De ah la duplicidad de Occidente (si esta categora an tiene sentido) frente a los fundamentalismos. Incluso en el caso de la laicsima Francia, los estudiosos del colonialismo hablan de paradoja francesa, a saber: los franceses defienden el laicismo de su Estado a capa y espada, si bien en sus colonias siempre han favorecido la religiosidad y fomentado los exponentes clericales. En la misma sintona, el multiculturalismo ingls en realidad se ha revelado, afirma Amartya Sen, como un multifundamentalismo, por cuanto ha privilegiado siempre como interlocutores a los lderes religiosos de las minoras. Por no hablar de que, en los ltimos 30 aos, los Estados Unidos han sido gobernados principalmente por cristianos fundamentalistas: de la moral majority de Ronald Reagan a los conservadores cristianos de George Bush Jr.

    En una acepcin ms mundana, los Estados Unidos y las potencias occidentales siempre han privilegiado las relaciones internacionales con fundamentalistas e integristas, antes que con partidos seculares o de izquierda. Al principio, Israel financi a Hams para socavar a una organizacin entonces laica como la OLP. En Pakistn, el general Zia Ul Haq fue preferido al laico Ali Bhutto. En la India de los aos 90, el Bharatiya Janatha Party (fundamentalista hind) fue utilizado contra el secular Partido del Congreso, de la familia Nehru. La misma preferencia por el fundamentalismo se manifest en los Balcanes en los aos 90 y hoy en da despliega todo su poder en Oriente Prximo. A quin han financiado en Libia y Siria los muy laicos occidentales sino a los varios salafistas, wahabes, Hermandad Musulmana y otros representantes del confesionalismo islamista? Qu hace Occidente sino agitar e incitar al choque de civilizaciones que dice aborrecer?

    De ah la segunda tesis de Robin Blackburn: los pueblos musulmanes no han tenido ninguna posibilidad de desarrollar una democracia secular; y cuando lo intentaron, fueron destruidos, como le sucedi al burgus (nacionalista) iran Mossadegh, en 1953.

    El nico laicismo que los occidentales han permitido ha sido el de las dictaduras, militares o no: en Turqua (los generales epgonos de Atatrk), Egipto (los militares Nasser, Sadat y Mubarak), Siria (el general Hafiz al-Assad y su hijo Bashir), Iraq (el general ad honorem Saddam Hussein), Tnez (Ben Ali, jefe de la inteligencia militar antes de ser presidente), Argelia (Houari Boumedienne y Chadli Bendjedid, generales, y ste tambin ex jefe de los servicios de seguridad militares) y Libia (el coronel Muammar Gaddafi).

    Es comprensible pues que los turcos hayan tenido ms que suficiente del laicismo tirnico de sus generales, y se hayan entregado a un partido islmico. Tambin porque todos estos regmenes fueron implacables en las relaciones sociales, y la nica forma de asistencia eran las organizaciones benficas islmicas que proporcionaron modelo Critas una red de seguridad a la desesperacin generalizada.

    No es pues tan misterioso por qu los egipcios y los tunecinos han votado islmico. La pregunta es si el presidente Mohamed Morsi (ex dirigente de la Hermandad Musulmana) ser el Cromwell egipcio o bien una versin rabe y sunita de Jomeini. Si los nuevos regmenes confesionales van a ser capaces de reequilibrar las escandalosas desigualdades econmicas y sociales, o si en cambio reanudarn la antigua alianza entre el clero y el feudalismo. En definitiva, si van a proyectar el Oriente Prximo hacia una posmodernidad islmica o a suplantar un subdesarrollo occidentalizante corrupto con un subdesarrollo islamizante beato.

    Marco dEramo es un fsico y socilogo italiano, corresponsal en diferentes pases de diferentes diarios (Paese Sera, La Reppubblica, etc.) y actualmente periodista en Il Manifesto, en el que ha sido redactor jefe de las rbricas Internacional y Economa Internacional.

    S. Segu pertenece a los colectivos de Rebelin y Tlaxcala. Esta traduccin se puede reproducir libremente a condicin de respetar su integridad y mencionar el nombre del autor y el del traductor y la fuente.

    Fuente original: http://www.ilmanifesto.it/area-abbonati/ricerca/nocache/1/manip2n1/20120918/manip2pg/01/manip2pz/328774/manip2r1/marco%20eramo/

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