Da igual si Irán colabora con la AIEA o no, da igual que su programa nuclear tenga únicamente carácter civil, el caso es iniciar una guerra para acabar con la influencia regional de Irán. Ya lo hemos vivido antes. Para dejar a Israel como el único gallo del corral hay que acabar con cualquier país que pueda enfrentar su poder y para que no vuelva a levantar cabeza, si no se doblega, habrá que trocearlo en partes irreconciliables, habrá que balcanizarlo. Y si el botín de la tropelía se mide en galones de crudo, mejor que mejor.
Esto es lo que puede pensarse de las declaraciones de representantes de los gobiernos de Francia e Israel sobre el programa nuclear del país persa. Si no hay pruebas nos las inventamos, convenceremos a los medios de prensa y crearemos a un enemigo de occidente que sueña con destruir nuestra democracia y robarnos la libertad. Luego mandaremos a nuestros jóvenes a morir al Golfo en otra guerra sin sentido, mataremos a centenares de miles de personas para, finalmente, reconocer con la boca pequeña que todo fue debido a un «error de inteligencia», a informaciones «poco precisas» de los servicios de información. Que en aquel tiempo todo el mundo creía que era verdad y que eso bastaba para enfrentar un peligro de ataque nuclear en cuestión de minutos.
Si los inspectores de la AIEA dicen «que no hay ninguna prueba de que Irán intente fabricar la bomba atómica» a pesar de que llevan visitando las instalaciones nucleares desde hace años, los políticos afirman que Baradei miente, que ellos sí tienen pruebas de lo contrario aunque ni las enseñen ni las pongan a disposición de los especialistas de la ONU. A ese coro de falaces propagandistas se han sumado en esta ocasión la ministra de exteriores de Israel, Tzipi Livni, y el ministro francés de Defensa, Hervé Morin. Mañana lo hará Bush, Merkel, Ban Ki-moon y algún que otro atlantista ávido de guerra.
Las cartas están sobre la mesa, con esas declaraciones rotundas de Baradei, sabremos cómo será su informe final de noviembre: exculpatorio. Pero eso da lo mismo, el enemigo está creado. Incluso con la colaboración de los líderes de la república islámica, sus arengas políticas en clave propagandística interna son usadas como pruebas irrefutables en su contra. Ya sucedió antes con la guerra fría (¿recuerdan el Equipo B?) o ahora con al Qaeda. Nos ciegan con cortinas de humo, con obnubilan con mensajes maniqueos de pelis del oeste, nos adocenan con el miedo para después tener las manos libres a su antojo para cumplir con su inconfesable programa de robo, muerte y destrucción.
Anne Cahn, una responsable de la Agencia de Control de Armas y Desarme durante la guerra fría, ponía estas palabras en boca de los neocons sobre sus manejos propagandísticos:
>No encontramos evidencias de que lo estén haciendo de la manera esperada, así que deben estar haciéndolo de forma distinta. No sabemos cuál es esa forma diferente, pero deben estar haciéndolo. El hecho de que las armas no existan, no quiere decir que no existan, sólo significa que no las hemos encontrado.
¿Os suena de algo? Cuando han usado esta estratagema una y otra vez, no hace falta ser muy inteligente para descubrirlos. No cometamos el grave error de caer en su juego. Se está preparando otra inmoral guerra y de nosotros depende que seamos —por acción u omisión— cómplices o no de más tragedias humanas irreparables. Este tiempo que nos toca vivir se parece demasiado al ambiente prebélico en Irak como para permanecer impasibles. Ahora algunos han puesto la fecha del ataque definitivo antes de verano de 2008, como envenenado regalo de vacaciones a los demócratas. Todo es posible.
Puede ser interesante ver dónde nace toda esta forma de actuar en la historia reciente de occidente y sus guerras imperiales:
juanlu ,durante las guerras del golfo la diferencia de poder de fuego entre irak y usa era de 1000 a 1 en favor de los yankees .hoy la diferencia de fuego con iran es de 998 a favor de usa .quedate tranquilo ,los norteamericanos jamas combatirian en circunstansias tan desfavorables.