¡Con qué fruición se dedica nuestra querida corona a callar a cualquiera que trate de cuestionar su legitimidad! No tiene bastante con una prensa cortesana que atiza a los que rechazan el pensamiento único y moldean las circunvoluciones cerebrales de los más influenciables o indocumentados que ahora tiene que echar mano del autoritarismo más casposo para que les arrope.
Lo sucedido en Chile no es ajeno a lo que acontece en el estado español, se comienza por detener a gentes que queman fotos o que publican libros, se secuestran ediciones completas de revistas satíricas, se tapan escándalos financieros o de alcoba y claro, luego pasa lo que pasa. Cuando no se favorece la libertad de pensamiento, cuando la unidimensionalidad campa a sus anchas por la piel de toro, cuando los periodistas se convierten en cortesanos hagiógrafos, en cómplices indispensables para la creación de un mito, la democracia retrocede en favor del fascismo; atemperado, disfrazado, dulcificado… pero totalitario al fin y al cabo.
El sentido de la sentencia conocida hoy contra El Jueves no es casual, la libertad de expresión queda así cercenada cuando se ocupa de la casa de Borbón. Queda claro que cuando la secular autocensura hace aguas, hay que emplear medios más expeditivos para tapar las bocas de los díscolos. Detenciones, denuncias, juicios o multas son los métodos con los que la judicatura, impelida por fiscales del gobierno y popes de Zarzuela intentan amedrentarnos. En el caso que nos ocupa, a cada dibujante de la revista que sale los miércoles les obligan a pagar una multa de 3.000 € por publicar una caricatura de los príncipes de Asturias.
El delito por el que han sido castigados es el de de injurias al príncipe heredero. Pero, ¿qué injurias?. Si nos atenemos a lo que dice el Código Penal, injuria es la
>acción o expresión que lesiona la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación.
Como infiel e iletrado vasallo que soy, me pregunto: ¿es que los reyes no fornican? se reproducirán con la intermediación del espíritu santo o en su versión más moderna por fecundación in vitro. ¿Tampoco orinarán o acaso por su carácter divino están exentos de este tipo de ataduras terrenales? ¿Quizá explicitarlo con la crudeza de una caricatura supone despojarlo del hálito celestial? De verdad que no lo entiendo, cierto es que de pequeño me contaron aquello de la sangre azul, pero mi carácter iconoclasta pudo con el poder moralizante de los cuentos infantiles. Si la relación sexual del dibujo fuera zoofílica, si se tratara de pederastia o algún desvarío punible lo entendería, pero la pose sexual en la que está materializado no veo dolo alguno, más bien lo contrario.
Así las cosas, parece que lo más atentatorio contra la honorabilidad de los príncipes sería el texto que acompaña a la imagen. Decía algo así:
>»¡Se nota que vienen las elecciones, ZP! 2.500 euros por niño» —a lo que replicaba el príncipe— «¿Te das cuenta? si te quedas preñada… ¡Esto va a ser lo más parecido a trabajar que he hecho en mi vida!».
Aquí si que puede haber temita, pero si ahora una ciudadanía que se ríe de todo no va a poder ni bromear con la «dureza» del trabajo real, nuestra democracia podría llamarse de todo menos eso. No en vano la lengua castellana está llena de frases hechas o refranes que aluden a «vivir como un rey», tratar a alguien «a cuerpo de rey», etc. Así las cosas, la acusación y la sentencia posterior no pueden entenderse más que como un ataque premeditado contra la libertad de expresión por un celo inusitado de protección de la anacrónica institución que sostiene la jefatura del estado.
La razón de tanta vehemencia sólo puede provenir de una razón: la monarquía tiene los pies de barro y no puede sostenerse en una situación de libertad de expresión plena. Y eso sí que son buenas noticas para los republicanos.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=58967
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=10835
http://www.cubainformacion.tv/index.php?option=com_content&task=view&id=2625&Itemid=86
si es que los dejas, los dejas, se lo creen, se crecen y l