Israel, condenada de nuevo

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Esta semana que ahora concluye ha supuesto la confirmación por partida doble de que el muro de la vergüenza o del apartheid —elíjase lo que se prefiera— es ilegal. Lo es tanto en el ámbito interno como en el internacional.

De un lado, el Supremo israelí ha manifestado que es necesario salvaguardar los intereses de los palestinos que han sido separados de facto de sus tierras de cultivo, de sus escuelas, hospitales y vías de comunicación. Lo interesante del recurso fallado por este tribunal es que abre la puerta a otros más en diferentes tramos que se adentran dentro de la línea verde, la frontera reconocida por la comunidad internacional y las resoluciones de Naciones Unidas.

Y por otro lado, la Corte Internacional de Justicia de la Haya, actuando según mandato de la Asamblea de Naciones Unidas, ha condenado enérgicamente la construcción del muro y pide su inmediata demolición. En unos días veremos una nueva Resolución de la Asamblea, órgano que escapa al control de los Estados Unidos —y su verdadero azote—, que será aprobada por la inmensa mayoría de los países del mundo y despreciada por los sionazis de Israel, como vienen haciendo sistemáticamente desde hace más de 50 años sin que se adopten medidas por parte de la Comunidad Internacional para hacerlas cumplir como hacen con otros estados.

Sharon se enfrenta a la remodelación de buena parte del trazado del muro y a la ofensiva diplomática internacional más fuerte desde los asesinatos del campo de refugiados de Yenin. Las excusas del terrorismo palestino como motivación principal para el levantamiento del muro no sirven a nadie con un poco de sentido común. Sobre todo al adentrarse tanto en los territorios palestinos, algo que denota las intenciones de conquista de más porciones de Palestina. El proyecto de separación de las dos comunidades no sería ni punible, ni repudiable —en el actual estado de las cosas— si se circunscribiese únicamente a las fronteras internacionalmente reconocidas para los dos estados. Con tantos recortes de las tierras palestinas, el futuro estado nunca será viable, ni geográfica, ni económica, ni socialmente.

De seguir así, los judíos tendrán que replantearse pues la anexión total de Cisjordania y Gaza, no se puede ser potencia ocupante para siempre.

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