Estados Unidos juega la baza de la guerra civil en Ucrania

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slaviansk

El gobierno golpista de Kiev, incumpliendo de plano los acuerdos de Ginebra, se ha lanzado a la invasión y conquista del este del país. Los blindados están tratando de penetrar en las regiones que no reconocen al régimen impuesto por EEUU y la UE, con la inestimable cooperación de las milicias neonazis entrenadas convenientemente en Polonia y Bulgaria. La guerra civil está servida.

Como sucedió durante la anterior ofensiva represiva contra los pueblos del sureste ucraniano, sucede a la visita —pública o secreta— de un mandatario norteamericano. No es casualidad, se trata de un gobierno títere que tiene clara su obediencia y necesitan de la anuencia de sus jefes antes de iniciar cualquier tipo de operación de cierta trascendencia.

Ante la cascada de propaganda mediática que van a verter los medios corporativistas estos días en los libelos analógicos y digitales que regentan, es necesario contextualizar los hechos para que no perdamos de vista ante qué tipo de situación nos enfrentamos. La dinámica maniquea y simplista en la que estamos inmersos, tratará de evitar cualquier atisbo de racionalidad e incluso de veracidad, sustituyéndola por una película de buenos y malos en la que nuestros líderes, obviamente, van con el bando de los héroes. La agitación de los fantasmas de la guerra fría y los diablos comunistas servirán de espantajo para fortalecer la estrategia de la manipulación iniciada tiempo atrás.

Para comenzar, no está mal destacar que el actual gobierno de Ucrania es ilegal, ilegítimo y antidemocrático. No representa a la totalidad de las regiones del país y tampoco representa a la ciudadanía. Es fruto de un golpe de estado, de los que ahora gustan en llamar «golpes blandos» ejecutado por varios millares de paramilitares fascistas aprovechando un descontento social más que evidente, convenientemente orquestado y manejado.

El sur y el este del país no reconocen ni legitimidad ni autoridad a los impostores de Kiev y temen por un futuro que puede complicársele bastante, ya que es ahí donde se concentra la mayor parte de la actividad productiva, industrial y exportadora del país. En el hipotético caso de que el país entrase en la Unión Europea (algo que ni los dirigentes europeos desean), estas regiones son las que sufrirían los mayores impactos de la apisonadora europea, tal y como ha sucedido en los países de su periferia. No se trata únicamente de pro rusos y pro europeos, hay múltiples factores que inciden en el conflicto y que explicarían, por ejemplo, el apoyo casi unánime de la población de Crimea (rusos étnicos, ucranios y tártaros) a la reunificación con Rusia, algo que han tratado por todos los medios de hacer pasar de forma desapercibida.

Sin embargo, las áreas federalistas, independentistas o pro rusas —como se prefiera llamarlas— no cuentan con fuerzas de disuasión militar que permitieran la celebración de un referéndum que permitiera conocer la voluntad popular. Así que han creado las fuerzas de autodefensa, unidades irregulares de voluntarios civiles antifascistas con las que enfrentar los envites militares y los de las milicias neonazis de Kiev. Usando la misma estrategia de los manifestantes de Maidan, se han hecho con el control de los edificios públicos de urna parte de las ciudades de las provincias de Jarkov, Lugansk, Donetsk, Odessa, etc. Han proclamado repúblicas populares independientes y se han mostrado decididos a combatir por su libertad.

La debilidad de Kiev les hizo firmar un acuerdo de paz en Ginebra que muchos interpretamos como una victoria sin paliativos de la diplomacia rusa. Tanto es así que las fuerzas golpistas han hecho todo lo posible por acabar con el acuerdo cuanto antes, lo que consiguieron este fin de semana con el asesinato a tiros de 3 jóvenes prorrusos en Slaviansk y su posterior réplica. Sin embargo, la escalada comenzada hoy mismo puede que sea la definitiva, o quizá —quién sabe— busque una nueva ronda negociadora con resultados menos humillantes.

Y es que ni Kiev ni EEUU quieren la federalización de Ucrania. Así jamás habría posibilidad de instalar bases de la OTAN junto a las fronteras rusas y posiblemente sería imposible también una incorporación a la UE. Kiev perdería también buena parte de la financiación que ahora viene de las ricas regiones del este y esa es una condición inasumible. De consumarse, Estados Unidos habría derrochado los 5.000 millones de dólares que lleva invertidos en la conquista de Ucrania en los últimos años, como han reconocido sus portavoces.

El gobierno golpista tampoco va a hacer nada por disolver las milicias neonazis que los llevaron al poder. Muchos opinan que tampoco tiene capacidad para hacerlo. Obligar a desarmar a las autodefensas antifascistas sin que las milicias del Sector Derecho hagan lo propio, equivaldría a dejarlos a merced de los bárbaros, por lo que es impensable que pueda avanzarse un solo paso por ese flanco. Ahora, de ahí a hacer responsable a Rusia de la voladura de los acuerdos de Ginebra, va un abismo y responde sólo a intereses propagandísticos.

Las sanciones contra Rusia han sido un fiasco. La Unión Europea no puede seguir la estela impuesta por norteamérica, sería como dispararse a un pie, no tiene margen de maniobra por el volumen de comercio e inversiones que mantienen con el vecino del este y, por supuesto, por las irremplazables compras de gas ruso. De los BRICS ni hablemos, son sus aliados económicos y están en proceso de consolidar un bloque alternativo al poderío de occidente.

Así las cosas, Estados Unidos ha ordenado a Kiev invadir el este de Ucrania. A pesar de los 5 muertos producidos en Slaviansk, de momento parece que domina cierta contención, pero puede pasar cualquier cosa en las próximas horas. EEUU ha enviado barcos, aviones y un contingente de SEALs a la zona. Rusia está de maniobras en la frontera ucraniana y ha prometido defender a su diáspora. Nadie puede saber si la salida va a ser a la yugoslava, a la georgiana o a la polaca, es decir, si el país se va a romper, si Rusia va a anexionarse o reunificarse con el este o si toda Ucrania, excepto Crimea, va a ser definitivamente conquistada por Estados Unidos, La OTAN y la Unión Europea.