En estos días me ha parecido retrotraerme al siglo pasado. Y es que, a pesar del complejo de Peter Punk que arrastro, tengo que admitir que me estoy haciendo viejo. Revolviendo entre cachivaches olvidados en cajas y estantes, me encontré con una chapa de un grupo pacifista inglés que reza «NO BLOOD FOR OIL». Lógicamente, pertenece a los materiales editados contra la I Guerra del Golfo a la que muchos nos opusimos frontalmente por miles de razones que, por reiterativas, no merece la pena repetir. Ni que decir tiene que, desde ya, la chapa forma parte de mi indumentaria habitual.
Pero no ha sido lo único. Con la crisis petrolera derivada de la contienda, mucha gente aprovechó la coyuntura para hacer apología de la energía nuclear. Por aquel tiempo, en 1990, contesté en el diario del Campo de Gibraltar, Europa Sur, con una tribuna de opinión que permanece colgada en esta misma bitácora y que cobra actualidad tras las escandalosas manifestaciones realizadas en días pasados por el ecólogo Lovelock .
Y para colmo, tras descargar del ordenata varios miles de canciones en mi minúsculo iPod para llevar conmigo a todas partes, un tema de Kortatu —Nicaragua Sandinista— me ha hecho pensar que poco o nada ha cambiado en los últimos lustros que se han sucedido en la historia pendiente de la humanidad. Cambiamos el escenario de aquella pegadiza letra y su significado toma más sentido que nunca: «despierta, dispara, un gringo en tu casa».
Si no fuera porque la escuchaba en un aparato impensable a principios de la década de los noventa, diría que la historia ha entrado en un bucle trekkie sin retorno. Lamentable.