Ayer fue un día histórico como ningún otro en lo tocante a las relaciones internacionales. No recordaba una fecha con tantos anuncios positivos simultáneos en distintos frentes tan inconexos como Cuba, Colombia o Palestina. Si no fuera porque es sabido que el diablo se oculta en los detalles, cualquiera podría pensar que algunos líderes mundiales se encuentran imbuidos prematuramente del espíritu navideño y quieren empezar 2015 mejor que el año que está a punto de acabar. Pero, aunque no toque ahora ejercer de aguafiestas, al menos de momento, sí que conviene contextualizar todos estos hechos y analizarlos, someramente, en su justa dimensión.
Cuba. Obama y Raúl Castro anunciaron, el mismo día del cumple del papa Francisco que, tras más de 50 años de bloqueo económico, se iniciaba una nueva etapa en las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba. Esta nueva época estará marcada por la apertura de embajadas en La Habana y Washington, por la liberación de los 3 presos antiterroristas encarcelados en EEUU a cambio de un misterioso espía desconocido y otro «contratista» —detenido en Cuba mientras organizaba una red para la guerra mediática— y por la suavización de las sanciones económicas y humanas dictadas contra Cuba. Para el levantamiento del embargo habrá que esperar algún tiempo más, pues el presidente no cuenta con los votos necesarios en el Congreso para aprobar la medida, aunque es posible que se tomen decisiones económicas irreversibles para que no se repita lo sucedido durante la transición Carter-Reagan, cuando los republicanos pusieron fin al relajamiento de la lucha económica contra la isla caribeña.
Los opositores están desolados, los neocons enojados, la mafia de mayami está de luto. Dicen que se ha cedido a todas las pretensiones de La Habana sin pedir nada a cambio. Los analistas de cámara hablan de democratización a la occidental, de partidos políticos, de liberalización económica… No parecen haber entendido nada. Cuba ha aguantado más de 50 años al ilegal bloqueo estadounidense y cada año que pasaba ha concitado más y más poyo internacional hasta dejar aislado y en ridículo a Estados Unidos en la Asamblea General de Naciones Unidas. También es necesario resaltar que este hecho no habría sucedido jamás sin el nuevo equilibrio de fuerzas imperante en América Latina y los cerrados aliados que Cuba ha encontrado en un continente que se está sacudiendo el imperio de terror impuesto años atrás por el vecino norteamericano.
Hay mucho por concretar, mucho por conocer. Obama tiene las manos atadas, pero sin duda es una buena noticia para Cuba y la maravillosa gente de la isla.
Colombia. Tras la captura y posterior liberación del general Alzate y después de algunas exitosas operaciones militares, ayer las FARC decretaron una tregua unilateral, incondicional e indefinida. Ahora, las negociaciones en La Habana —¡cómo no!— podrán reanudarse con menos dificultad y abordar así los puntos más espinosos de la plataforma negociadora que quedan por acordar, como la refundación democrática del régimen colombiano para que deje de ser por siempre el Caín de América Latina, un resto de la vieja política de patio trasero donde Colombia siempre jugó el papel de traidor de la causa de la integración y la soberanía latinoamericana. Decenas de miles de muertos, las mayores fosas comunes de continente, miles de asesinatos políticos por parte del gobierno, las mayores atrocidades imaginables… son la marca colombiana. Pero sobre todo la impunidad con la que actuaron por parte de la diplomacia internacional y la permisividad mediática sin la que no hubiera sido posible mantener por tanto tiempo al régimen más sangriento de la región.
Lo que no cabe duda es que el paso dado por las FARC es una señal inequívoca de que el proceso de paz no tiene marcha atrás y que ahora le toca mover ficha al gobierno de Santos, que debería tomar medidas similares para desescalar el conflicto.
Palestina. El reconocimiento de Hamas como interlocutor válido y como representante del pueblo palestino, al menos el gazatí, es otra de las grandes noticias del día de ayer que no podemos pasar por alto y que tendrá repercusiones en la solución del problema israelí tarde o temprano. Sin embargo, también hay que mencionar otro reconocimiento, esta vez de manos del Parlamento Europeo, del estado palestino y el apoyo explícito a la solución de dos estados, una redundancia en la política occidental, pero que ya su sola mención parece incluso revolucionaria a tenor del estatus quo que se impone en los territorios ocupados por Israel. Ciertamente, la resolución resultó ser bastante descafeinada, pero es más de lo que se podía esperar con la mayoría de derechas del Parlamento y con el predominio regional de países tan acomplejados por Israel como Alemania.
Lo que, realmente, ha caído como un jarro de agua fría al gobierno caducado, ultra y fundamentalista de Netanyahu, ha sido el apoyo de Jerusalén Este como capital del futuro estado palestino, una de las lineas rojas que Israel hace tiempo que no quiere ni oír que debe atravesar. Ese sí que es otro de los temas mundiales enquistados que es necesario superar para poder iniciar una nueva época en las relaciones internacionales.