Estoy deseando oír mañana en la emisora de los obispos al radiopredicador favorito de la derecha radical. He de reconocer que escuchar a Losantos en su programa «La Mañana» me produce en ocasiones cierto morbo y, a pesar de no querer engrosar las estadísticas de oyentes de la COPE, no puedo evitar sintonizar en el dial a la emisora de los obispos desde la que se vierten los ataques más furibundos, brutales, violentos y despiadados a todo lo que no sea la extrema derecha ultraconservadora y neocon.
Y es que mañana será un día de esos especiales, comparable al día posterior a la pérdida de las elecciones por la derecha, a una victoria nacionalista en Esukadi, a unas declaraciones del rey Bourbón en favor de ZP, etc, etc. Hoy se celebraba el juicio por calumnias contra Losantos a resultas de la denuncia interpuesta por el alcalde de Madrid, a quien acusó de no querer investigar los atentados terroristas del 11M y de darle igual los 200 muertos y los 1.500 heridos que causó el ataque a los trenes madrileños. Ayer mismo se las prometía muy felices cuando presumía de que nadie del PP apoyaba a Gallardón y que él mismo llevaba de testigos a lo más granado de la formación política conservadora.
Pues bien, Esperanza Aguirre, la candidata a la que Losantos pretende aupar a la presidencia del gobierno pasando por encima del cadáver del actual presidente popular —a quien quiere derribar a toda costa desde hace unas semanas en una operación orquestada junto al diario El Mundo—, se ha puesto del lado del alcalde acusador dejándolo directamente en la estacada ante toda la opinión pública nacional que hará mofa, befa y escarnio del locutor. Espe ha optado por recurrir a hacerse la olvidadiza pero lo peor ha sido lo de Ángel Acebes, otro de los favoritos de Losantos y miembro destacado de la caverna pepera; Acebes también ha respaldado a Gallardón diciendo que éste no discrepaba significativamente de la doctrina oficial del PP en lo que respecta a los atentados del 11M.
El cabreo del presentador ha sido menudo, los ha llamado manipuladores y caraduras, ha afirmado que nunca se fió mucho de los políticos y seguro que en estos momentos está preparando la munición, afilando los cuchillos y emponzoñando la lengua para emplearse a fondo mañana. Merecerá la pena oírlo, sin duda, aunque de momento está bastante moderado a tenor de lo que puede leerse en su diario digital, referente neocon en el estado español. Ya veremos.
Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de esta manera, que forma de darse puñaladas, ¡Que maravilla!
Lo aleccionador es que Losantos sólo es un perro de presa a las órdenes de los obispillos subvencionados. Y se permite insultar a cualquiera que se le ponga por delante y no le haga el caldo, incluso a los jefazos del PP.
Ignoro el por qué, pero es obvio que la Iglesia tiene ahora y aquí un poder brutal… y que aún quieren más. ¿Qué está pasando en este país que ni siquiera el PSOE se atreve a algo tan capullo como quitar el crucifijo de los actos oficiales?
la cosa es que esto podría ser el inicio del fin del talibán de sacristía, al final se ha mordido la lengua para dar poca caña al PP y ha tratado de tragarse la bilis refugiándose en la AVT y el Pedrojeta, uno al que le ha dictado la declaración y el otro que la preparó en la tertulia… un exitazo
la Espe se ha echado un poco atrás recordándole al Fede viejas gestiones y apoyos ante el rey para que no se enfade del todo ¿será suficiente para calmarlo?
Teoría de la conspiración. Punto final
Ironías del destino, uno de los mayores instigadores de la teoría de la conspiración del 11M es el que, con su patética y solitaria figura arrumbada en el banquillo de los acusados de un Juzgado Penal de Madrid pone el punto y final a uno de los episodios más tristes y dolorosos vividos por la sociedad española.
Hace dos años el locutor Federico Jiménez Losantos se refirió al alcalde de Madrid con frases del siguiente tenor: «Lo repito, alcaldín, 200 muertos, 1.500 heridos y un golpe brutal para echar a tu partido del Gobierno. Te da igual, Gallardón, con tal de llegar tú al poder». “El alcalde de Madrid no quiere saber quién mata a la gente de 200 en 200 en su ciudad». «Como lleva dos meses dispuesto a llegar a La Moncloa como sea, como Zapatero, como sea, pues está dispuesto a llegar como sea también por
encima de los 192 muertos». Ante semejantes acusaciones Alberto Ruiz Gallardón interpuso una querella criminal por injurias cuya vista tuvo lugar el pasado 28 de mayo.
La defensa del locutor llamó a testificar, en apoyo a la “veracidad” de sus afirmaciones a quienes fueron sus socios, cómplices y portavoces en la sociedad, medios de comunicación, parlamento e instituciones, entre los que se encontraban el director del diario El Mundo, el ex director de La Razón, Francisco José Alcaraz ex presidente de la AVT y los políticos Esperanza Aguirre, Eduardo Zaplana y Ángel Acebes.
La teoría de la conspiración, como elemento de desgaste y deslegitimación del Gobierno contó, además de los políticos y periodistas ya nombrados con el beneplácito de toda la dirección del Partido Popular, incluido su presidente Mariano Rajoy, si no fuera así, este no habría permitido e impulsado las centenares de preguntas al gobierno o las intervenciones de sus portavoces en sede parlamentaria, o pedido la nulidad de la instrucción, o una vez dictada sentencia seguir reclamando, en línea con los medios conspiranoicos la investigación para llegar a los “autores intelectuales”, o participado en manifestaciones junto a los “peones negros”.
Todo el Partido Popular, por activa, y el alcalde de Madrid por pasiva, participaron en la conjura, si bien este -el más inteligente de todos- mientras apelaba a confiar en la justicia, nunca alzó su voz para oponerse, criticar, desmarcarse o desmentir la vileza propagada durante tres años y medio por su partido. Es verdad que una vez dictada sentencia la aceptó sin reserva alguna.
La defensa de Losantos argumentaba que respecto a los atentados del 11M el alcalde madrileño no seguía la línea de su partido y para confirmarlo acudió al testimonio de Esperanza Aguirre, Eduardo Zaplana y Ángel Acebes y ¡oh sorpresa! Todos ellos afirmaron que no existió diferencia alguna entre el alcalde y el PP, una manera de desmarcarse de los conspiranoicos.
Primero la sentencia y luego las elecciones del 9M acabaron con la elucubración de la participación de ETA, policías, guardias civiles, PSOE y servicios secretos extranjeros en la mayor matanza terrorista que conoce Europa, y como estrategia política del Partido Popular para llegar al poder. Los testigos políticos del locutor- sin autocrítica ni disculpas- dieron carpetazo a tan infame teoría. Solo quedan los irreductibles, y Pedro José Ramírez no se sabe hasta cuando.
La imagen del inquisidor con sus tics y su soledad en el banquillo me trajo a la memoria, por su conducta y perfil psicológico, a Philip Francis Queeg, el autoritario, paranoico y cobarde capitán de la fragata US Caine (El motín del Caine. Edward Dmytryk. 1954), solo le faltó las esferas de acero en sus nerviosas manos.
Hugo Silberman es licenciado en Derecho y comentarista