Ecuador ya es socialista

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Con más del 60% de los votos el pueblo ecuatoriano ha dicho SÍ a la reforma constitucional que consagra un nuevo modelo de hacer política en el país y se suma a un elenco de países que se están sacudiendo del yugo imperial de su vecino del norte y están tomando las riendas de su propio destino. Muchos medios tachan el texto constituyente de indigenista y, con poco más de eso, pretenden ocultar la enorme lista de avances sociales a los que se oponía la oligarquía ecuatoriana y la pía jerarquía de la iglesia católica, siempre alineada con los poderosos y los opresores. Resultaría prolijo enumerar el conjunto de lo aprobado en el día de ayer en el estado latinoamericano, pero trataré de resumirlo lo mejor que pueda:

  •  En primer lugar, no por su importancia, pero porque me da personalmente mucho puntito, es la prohibición de las bases militares extranjeras de todo signo en Ecuador, algo que muchos estábamos esperando con expectación. La base norteamericana de Manta tendrá que salir del país. En teoría sirve para combatir el narcotráfico en Colombia, por lo que Rafael Correa pidió que se trasladara a ese país para que resultara realmente efectiva. Si los yankees pretendían seguir con ella, la solución fue un intercambio: un permiso para colocar una base militar ecuatoriana en Miami a cambio de la de Manta. Una genialidad del mencionado presidente que, obviamente, no obtuvo respuesta.
  • La economía de mercado desaparece como sistema económico que regirá al país y pasa a llamarse economía solidaria, ya que muchas de las reformas van destinadas a mejorar las condiciones de vida de la población más desfavorecida: sanidad, educación, justicia, protección a la infancia, etc.
  • El estado se hará con el control —total o parcial— de los sectores clave: agua, petróleo, minería, etc. Los recursos naturales son de propiedad estatal.
  • Ecuador será un estado plurinacional y pluricultural a todos los efectos, reconociendo la decena de naciones indígenas y acabando con un país basado aún en el puro colonialismo. El Qichua —variante local del quechua— y el Shuar se convierten en lengua cooficiales de Ecuador.
  • Se prohiben los latifundios, las tierras improductivas o infrautilizadas pueden ser expropiadas y repartidas entre campesinos pobres, abriendo la puerta a una ley de tierras como la que hemos visto, por ejemplo, en Venezuela. 
  • Los transgénicos lo tendrán cada vez más complicado, pudiéndose llegar a ser erradicados totalmente del país.
  • Permite implícitamente los matrimonios entre parejas del mismo sexo y deja la posibilidad a que se regule en un futuro el aborto. Ambas cuestiones han sido uno de los caballos de batalla de la iglesia y de la derecha cristiana opositora.
  • El Banco Central pierde su independencia y pasa a ser un instrumento del estado.
  • Apuesta decididamente por la integración latinoamericana.

Ecuador ha logrado algo que ni Venezuela ni Bolivia consiguieron aún. Ahora queda por ver la reacción de la oligarquía de Guayaquil y sus aliados norteamericanos, aunque es improbable que el alcalde de la capital económica del país se convierta en el homólogo ecuatoriano del prefecto cruceño boliviano y se sume a un proyecto desestabilizador de todo Ecuador. Entre otras cosas, porque en su propio feudo apenas ha conseguido vencer por la mínima al sí. Ahora toca crear un régimen de transición y poner en práctica lo escrito en el papel y asumido por su ciudadanía. No lo van a tener fácil, es necesaria mucha plata y si se niega a pagar la deuda externa para invertir en proyectos sociales perderá las fuentes del crédito convencional. Es evidente que necesitará mucha ayuda de sus vecinos y correligionarios, Ecuador no es un estado especialmente rico.