Toques de arrebato, entre sotanas y badajos

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Tiempos extraños, la oposición al gobierno del PSOE parece desplazarse del parlamento hacia los púlpitos y las pastorales, de las instituciones a los medios de comunicación eclesiales o a los panfletos dominicales repartidos por acólitos a las puertas de los templos. Con un Partido Popular en declive, afectado por luchas cainitas periféricas, se apoyan –o esconden— tras las sotanas para mantener la tensión política esperable en el acontecer partidario.

Y es que la Conferencia Episcopal está manteniendo un fuerte pulso mediático con el gobierno. A simple vista por la adopción de determinadas reformas sociales amparadas en los más elementales derechos individuales y en la aplicación de los principios recogidos en la Carta Magna. Por el contrario, hay quien —no sin razón— ve en todo este alboroto una especie de maniobra propia de la diplomacia vaticana para evitar que el posicionamiento aconfesional y laico del Estado Español pueda dar algún paso adelante en el sentido de la denuncia del Concordato con la Santa Sede firmado en los inestables momentos de la transición española, por el que se asegura un importante flujo de capitales desde el Estado hacia la Santa Madre Iglesia.

Quizá sea esta la causa de que Manuel Chávez, presidente del PSOE, en un artículo en El País, no llegaba a entender el por qué de tanto alboroto por la aprobación de una serie de medidas que no obligan a nadie y que únicamente abren el abanico de las libres opciones personales ante la vida en sociedad. Realmente anunciadas por el gobierno Zapatero citaba tres decisiones amparadas en un programa electoral que podían incomodar a la Iglesia pero que no invadían de ninguna manera el ámbito moral de los creyentes: el matrimonio entre homosexuales, la humanización de los procesos de divorcio y la reforma de la LOCE. Mucho más mordaz, Haro Tecglen bordaba una frase que resumía de un plumazo lo que para los católicos representan estas tímidas reformas: «Los que no se van a divorciar hacen manifestaciones contra el divorcio; las que nunca abortarán, contra quienes lo necesitan; los que nunca se casarán con los de su mismo sexo, contra el matrimonio de homosexuales.». ¿Por qué pues no dejan en paz a aquellos que no piensan como ellos? ¿Por qué tienen que invadir la vida privada de los no creyentes?

La cuestión es que para el Vaticano y la Curia España nunca ha sido un estado laico como reconoce la Constitución y temen perder formalmente una influencia que, de hecho, han perdido hace mucho en la sociedad. Por eso presentan al gobierno de ZP como una especie de rojos y masones conspiradores que pretenden cambiar la santa faz de España para siempre. Para ellos, Zapatero es un peligroso revolucionario de extrema izquierda disfrazado de inocente y angelical bambi. Con la aguja visiblemente cambiada, manifiestan en púlpitos radiofónicos o electrónicos que el PP profesa un liberalismo centrista que trata de defender la tradición del país frente a un grupo de amigos de los árabes que, a la sazón, son los que los han ayudado a llegar al poder. Para colmo de males y estupideces, pseudohistoriadores que intentan reinventar el pasado se encargan de agitar a sus masas de acólitos presentando la situación política actual como un peligroso remake de los momentos previos a la Guerra Civil del 36.

¿Qué es lo que realmente se juega la derecha en esta confrontación?. Dejando a un lado que realmente sea un puro y simple problema de financiación y que todo lo demás sean fuegos de artificio, hay grandes coincidencias entre los temores que puede sentir la Iglesia y el PP ante la legislatura que prácticamente acaba de comenzar con el PSOE y sus aliados de la izquierda nacionalista y republicana: la superación de los acuerdos de la transición que los demócratas firmaron con los restos de la dictadura y los poderes fácticos. Pactos que se establecieron con la espada de Damocles permanente del chantaje del riesgo de involución y de asonadas militares que incluso llegaron a tener lugar.

Por eso este último 20N, en este agitado contexto, han salido del recuerdo –bendito Internet— fotos del dictador senil con Juan Carlos de Borbón, o imágenes de ceremonias religiosas que revestían al tirano del barniz divino que lo legitimaba en las alturas a pesar de sus carencias terrenas o humanas. Es normal que los herederos de esa rancia tradición política estén preocupados por la pérdida de aquello que lograron mediante la pura extorsión. El concepto de nación, la monarquía, la relación Iglesia-Estado, los acuerdo bilaterales con Estados Unidos… son aspectos de nuestro ordenamiento que deben ser revisados en profundidad. Mientras esto no suceda, la democracia no alcanzará la mayoría de edad en nuestro país. Sólo falta saber si el PSOE y sus aliados tendrán la entereza suficiente para afrontar la segunda transición democrática o si serán incapaces de encarar con la valentía suficiente los riesgos que ello conlleva y dejemos escapar otra oportunidad histórica. No nos falléis.

Copyleft Juanlu González.
Bits RojiVerdes
23/11/04

2 Comentarios

  1. ¡Qué tiempos, en que hay que defender lo evidente!

    A pesar de las posiciones de Savater sobre los nacionalismos que no sean el suyo, sus cinco tess sobre el laicismo nos sirven como punto de partida para defenderlo. A ello.

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