NICARAGUA NO ESTÁ SOLA

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Transcripción de la conferencia impartida en las jornadas Frente a las pandemias de este siglo: Capitalismo salvaje, egoísmo, insolidaridad… luchar unidos, luchar y vencer

Buenos días Nicaragua. Son buenas tardes aquí en España, que es donde me gustaría especialmente que el mensaje que se está reproduciendo en este evento calase bien profundo. Sobre todo, para dejar de sentir vergüenza ajena por el papel de mi país en relación al tratamiento del Sandinismo y del resto de procesos soberanistas, populares y revolucionarios de América Latina y de todo el Mundo.

Es un verdadero placer y un honor estar aquí, rodeado de tanta gente buena, de amigas y amigos, de conocidos y camaradas, unidos por el amor a Nicaragua y a Nuestra América, a la Matria Grande, hoy convertida, una vez más, en esperanza para el mundo.

Quiero dar las gracias al compañero Embajador de España, Carlos Midence y a la Ministra Consejera Consular, Milagros Urbina, por haberme invitado a este acto y por permitirme pasar un rato tan agradable con todos vosotros y vosotras.

Y es que, el apoyo al sandinismo y la lucha contra la OTAN y las bases militares norteamericanas, fueron mis primeras acciones políticas de adolescencia y juventud y eso es, como el primer amor, que nunca se olvida. Por eso acudiré encantado, a cualquier llamamiento o reclama en favor del Frente Sandinista que me llegue de nuestros hermanos y hermanas de Nicaragua. Aquí estaremos siempre, codo con codo, y rodilla en tierra en apoyo a la revolución.

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NICARAGUA NO ESTÁ SOLA

No cabe duda de que, en las sociedades industriales avanzadas, vivimos en una dictadura global como nunca antes en la historia de la Humanidad. Sin embargo, la particularidad del capitalismo, frente a otros regímenes totalitarios, es que su población cree vivir en el mejor sistema de los posibles o, peor aún, en el único sistema posible.

Es el sueño de cualquier tirano. Para empezar, por poder permanecer anónimo frente a las masas (nadie sabe quién es ese don mercado) y, lo más importante, porque ni el más abandonado por el sistema, ni el más desheredado, es capaz de poner en duda las bondades del régimen y aspira, como mucho, a poder subirse algún día a ese ascensor social que nunca llegará para ser de la ansiada clase media.

Nada de ello sería posible sin la participación de un aparato mediático omnipresente que se encarga de hacer blanco lo negro, mediante técnicas de lavado de cerebros. Nos hacen creer que los países que tratan de gobernar poniendo el bienestar de sus habitantes en el centro de la acción política son tiranías, mientras que los que se supeditan a intereses de la banca o de las multinacionales son democracias, el sistema político asociado al capital, que proporciona esa falsa ilusión de libertad y respeto a los derechos humanos.

Sin embargo, la democracia con mayúsculas, la de verdad es, por principio, incompatible con el mercado. Cada día más rincones de la acción política en occidente (sobre todo económicos) escapan al escrutinio público, están predeterminados por el régimen y no son susceptibles de debate o de mejora. 

La concentración del capital en unas pocas manos, provoca que los monopolios de esta fase imperialista del capitalismo, impongan su ley por encima de gobiernos y de la voluntad popular. Votar es elegir entre alternativas que apenas se diferencian en nada, mientras que los que mandan de verdad, jamás se presentan a las elecciones. Porque los partidos, sólo son correas de transmisión de lobbys económicos que sufragan las campañas electorales, legal o ilegalmente.

Pero el fundamentalismo democrático está tan interiorizado en nuestras mentes que nos impide incluso ejercer una mínima crítica. La democracia en nuestros países ha muerto, puede parecer un concepto muy drástico, muy grueso, pero es así. La mató el capitalismo. Pero lo peor es que pretendemos expandir esa democracia capada como modelo al resto del mundo.

No queremos darnos cuenta que el capitalismo necesita expandirse globalmente y que, para ello, necesita imponer su democracia vacía al resto del planeta de la forma que sea. Nos han convertido en los perfectos esclavos, esos que creen que viven en libertad, que su democracia es la libertad.

Por eso vemos bien las campañas mediáticas de demonización de líderes, la injerencia, los bloqueos, incluso las guerras para expandir la democracia capitalista. Formamos parte de una cruzada imperialista y no nos damos ni cuenta.

Porque…

  • ¿Qué democracia es la que abandona en la pobreza a 1/4 o 1/3 de su población? 
  • ¿Qué futuro podemos ofrecer a los jóvenes cuando el paro que sufren es casi del 40%? 
  • ¿Cómo el acceso a la vivienda se puede llevar alrededor del 20% del salario de por vida de un trabajador y del 40% si vive en una ciudad? Si le sumamos que se va casi un 10% del salario en pagar la electricidad a los monopolios de la energía, el panorama que se dibuja es desolador.
  • ¿Cómo se puede vivir con un 15% de paro estructural y con prestaciones y subsidios de miseria que cada vez llegan a menos personas?
  • ¿Cómo se puede soportar, que en un país supuestamente rico, más de 2 millones de personas coman cada día gracias a la ayuda humanitaria?
  • ¿Y cómo es posible que en medio de esta situación, se rescate a la banca con más de 65.000 millones de euros de dinero público y se deje tirada a a población vulnerable?

Eso es el capitalismo, compañeros y compañeros, eso es España. Este es el régimen español, el que día sí y día también, se atreve a dar lecciones de democracia a Nicaragua y a otros países. Tanto desde sus medios de comunicación de masas como desde las tribunas de todos los partidos políticos parlamentarios. 

Este país que tiene a un rey que nadie ha elegido, cuya monarquía ha sido pagada por los tiranos más sanguinarios del planeta. Con una justicia diseñada contra los pobres y una separación de poderes casi inexistente.

Un país donde los políticos sueñan con retiros dorados en las multinacionales, mientras una familia pobre, necesita al menos 4 generaciones (sí, alrededor de 100 años) para llegar a cobrar los ingresos medios del país. ¿Lecciones de qué? Para muchos de nosotros, Europa está más que acabada y sus regímenes, atados y bien atados.

Aunque suene a derrotismo propio, una vez más, la esperanza nos viene del sur, de América Latina y el Caribe, donde sopla un viento fresco cada vez más fuerte que augura un huracán revolucionario que pondrá a la IV flota norteamericana mirando para casa. 

A pesar de los intentos por la fuerza de que no se articule ninguna otra fórmula de hacer gobierno, centrada en la calidad de vida de la población y especialmente de la gente más necesitada, Nicaragua nos enseña cada día que sí es posible, que hay vida más allá del liberalismo o del capitalismo salvaje.

Esa —y no otra— es la razón de los ataques permanentes que sufre el sandinismo. Su capacidad ejemplificadora lo convierte en una esperanza para los más desfavorecidos de otras naciones del mundo y en una amenaza para los poderosos. Día a día, Daniel Ortega y su equipo demuestran que un pequeño país con recursos limitados, sí que puede dar lecciones de buen gobierno, de justicia, de dignidad. 

No en vano, todas las proyecciones electorales predicen una arrolladora victoria del sandinismo en las elecciones de noviembre. Por eso están tratando de ensuciar un proceso electoral, donde todos saben que la voluntad popular les va a dar nuevamente al FSLN su confianza de manera abrumadora. Y no puede ser de otra manera. Los logros sociales y económicos del sandinismo en sus dos etapas de gobierno, son realmente impresionantes. 

Los índices internacionales hablan por sí mismos y son incontestables. Podríamos hablar de sanidad o educación universales y gratuitas, de reducción de la desigualdad, de soberanía alimentaria, de igualdad de género, de reducción de la pobreza, de construcción de infraestructuras, o de crecimiento económico. 

Pero todo se explica con algo muy concreto: los porcentajes de aprobación del gobierno Ortega-Murillo son muy muy mayoritarios en Nicaragua en todas las franjas de edad. Como también son mayoritarios el grado de identificación de la población con las políticas sandinistas, y la asunción de sus objetivos principales como algo propio. Y no puede ser de otra manera, siendo un gobierno del pueblo y para el pueblo.

El imperio y sus vasallos, como España, saben que la única manera de controlar Nicaragua es violentando la voluntad popular. Por eso tratan de desacreditar unas elecciones que ya dan por perdidas, utilizando a agentes extranjeros  que se prestan a traicionar a la patria a cambio de un puñado de dólares y promesas futuras de reparto del botín.

Pero no van a tenerlo fácil, Nicaragua no está sola en su viaje revolucionario. Los países progresistas de ALC han desarrollado mecanismos de solidaridad e integración regional al margen de la denostada OEA, (el ministerio de las colonias norteamericano), que están actualmente en pleno proceso de revitalización. La unidad, la integración, la lucha, es el único camino posible para la definitiva derrota del imperio y de su renacido doctrina Monroe. 

América nunca será más de los norteamericanos. Ya no. 

Un viento de esperanza recorre toda América, sopla en Perú, en Chile, en Colombia, en México, en Argentina, en Bolivia, en Venezuela, en Cuba, en Nicaragua y en muchos otros lugares.

Y ya se convirtió en Imparable

¡Hasta la victoria siempre!

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