A estas alturas del partido, quien quiera seguir engañado con lo que ocurre en Ucrania es sólo porque quiere que lo engañen. Udo Ulfkotte, autor de «Periodistas Comprados», nos mostró poco antes de morir, cómo se relaciona el Pentágono con los medios de información europeos en tiempos de crisis. Gracias a su valentía, sabemos que la mayoría de lo que se publica en occidente estos momentos es propaganda de guerra, no información. Estos días incluso hemos visto a periódicos españoles, sin ningún tipo de rubor, reproduciendo, como trabajos periodísticos propios, las notas de prensa literales del Pentágono.
Sabemos de sobra que James Baker prometió a Shevernaze que la OTAN no se expandiría “ni una pulgada hacia el este” mas allá de la Alemania reunificada. Que también lo hicieron Francoise Miterrand, Hans Dietrich Gensher, Helmut Kohl, Margaret Thatcher o George Bush a Mihail Gorbachov. Ahí están las hemerotecas de 1990 para comprobarlo.
También sabemos fehacientemente que Gadafi nunca bombardeó a manifestantes, que lo publicado en los medios fue un invento de la Casa Banca dictado a los medios alemanes más importantes a cambio de regalos, prebendas y sobornos. Sabemos que las fosas comunes libias eran restos de carnicerías de camellos o que los que se alzaron no eran demócratas sino yihadistas.
Todos recordaremos los años que EEUU mentía a Rusia —y al mundo entero— defendiendo que el escudo antimisiles que estaba implementando en Europa iba dirigido contra el programa misilístico iraní. Aunque al final no tuvo más remedio que reconocer lo que era un secreto a voces: que era un nuevo escalón en su permanente agresión contra Moscú.
Hace ya muchos años que tenemos la certeza de que el programa nuclear de Irán es solo de carácter civil. Así lo dijeron claramente las 16 agencias de seguridad e inteligencia norteamericanas en un comunicado conjunto para evitar un ataque de EEUU a Teherán. Pero ahí siguen, erre que erre, atizándonos cada día con la misma patraña.
Nadie duda de que las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein no existieron y que trataron de engañarnos para ir a la guerra. Se comprobó que los niños recién nacidos arrojados de las incubadoras para morir en los hospitales de Kuwait fueron una operación de desinformación contratada en EEUU, junto con los cormoranes petroleados que, en realidad murieron a miles de kilómetros de donde la prensa y los gobiernos nos decían que estaban.
Está probado que quienes han cambiado un gobierno en Ucrania para que ahora sea partidario de OTAN, fueron EEUU y sus aliados. Así lo reconoció claramente Victoria Nulland, la misma que repartía bocatas durante el Euromaidan. Recordemos al presidente electo Viktor Yanukovich, cuando tenía que hacer equilibrios políticos para no disgustar a ningún sector de su población, en la que primaba, aunque levemente, la postura a favor de Rusia frente a la europeísta y atlantista, según estudios demoscópicos independientes de la época. Atribuir a Moscú, sin pruebas, la intención de querer hacer lo que ellos mismos ya hicieron por la fuerza, es de una hipocresía sin límites.
Pero es necesario que recordemos que sucedía cuando un país europeo pretendía seguir a las claras en la órbita de Moscú. Las democracias atlantistas se encargaban de hacerles cambiar de opinión a cañonazos. Pensemos en los bombardeos ilegales sobre Yugoslavia —sin permiso de la ONU— y los miles de muertos que provocaron sólo para alejarla de Rusia o, en su defecto, trocearla en mini países más pequeños y manejables a su antojo. Que nos hablen ahora de apoyar la decisión democrática de las repúblicas ex-soviéticas y los países del Pacto de Varsovia para entrar en la organización militar es un insulto a la inteligencia.
La otra estrategia usada por EEUU para cambiar voluntades de países independientes, era organizar golpes de estado disfrazados de levantamientos democráticos populares, revoluciones de colores las llamaban. Dos de ellas sufrió Ucrania hasta que finalmente «cambió de opinión», pero también la sufrió la Georgia de Edvard Shevernaze, la Bielorrusia de Lukashenko, etc., etc.
Y ya que estamos, está comprobado documentalmente que el supuesto periodista bielorruso, líder de las revueltas por la democracia, Roman Protasevich, es un terrorista del batallón Azov, los peligrosos nazis asesinos de Ucrania, protagonistas del golpe de estado en la plaza Maidan de Kiev.
Fueron los Estados Unidos quienes usaron a neonazis para perpetrar el golpe de estado en Ucrania. Ahí están sus propias imágenes, con la bandera de la OTAN junto a la esvástica o las fotos de su entrenamiento en instalaciones de la organización en Bulgaria.
Y sí, fueron los neonazis los que disparaban sobre los manifestantes en Kiev para provocar odio contra el gobierno, así quedó grabado en una conversación interceptada entre Urmas Paet, ministro de exteriores de Estonia y la Alta Representante de Asuntos Exteriores de UE, Catherine Ashton. Es la misma estrategia usada en Medio Oriente, sólo que allá los mercenarios eran yihadistas y no neonazis, como en Ucrania.

Es Ucrania quien prepara desde finales del pasado año la invasión de las provincias de Donetsk y Lugansk contraviniendo los acuerdos de Minsk. Su presidente así lo anunció en muchas ocasiones en 2021. Es Ucrania quien acumula fuerzas en las fronteras del Donbás con apoyo de EEUU, Reino Unido, Canadá y otros países de la OTAN. Es Ucrania quien está violando los acuerdos y bombardeando las posiciones de las regiones prorrusas.
Así que, nada, quien quiera seguir engañado, creyendo las mentiras norteamericanas, es libre de hacerlo. Pero al menos que sea consciente de que se está tragando sin digerir propaganda de guerra diseñada para manipular su opinión y que se apoye lo que puede acabar en una masacre localizada, o peor aún, un conflicto mundial de consecuencias impredecibles.
[…] manifestantes, sino que las mortales balas provinieron de las mismas filas opositoras, cosa que ya dijimos desde el primer momento y que ya se usó como técnica desestabilizadora en Libia o en Siria y que hoy prueba una sentencia […]