Hagamos unas reales cábalas. Si Felipe de Borbón, bueno Letizia Ortiz, que eso nunca se sabe, tiene una hija, es necesario reformar la Constitución para que pueda llegar a ser reina de todas las españas. Como la reforma es de calado, conlleva la disolución de las Cortes y un referéndum, ahí parece que no hay duda entre los constitucionalistas. Está claro que PSOE no va a disolver las Cortes hasta el fin de la legislatura, cuando convoque las próximas elecciones generales, lo contrario sería de masocas. Con la niña crecidita habría que legislar de manera retroactiva, algo que no es muy deseable, sobre todo porque muchos se podrían preguntar ¿y dónde se pone la línea divisoria? ¿por qué no se aplica también a la infanta Elena? La deslegitimación de la línea sucesoria sería un hecho constatable y una buena baza para el republicanismo militante.
Lo mejor aún sería que, durante el periodo de la reforma naciera un varón. De esa manera, sería con las leyes actuales el heredero a la corona. Como el cambio del artículo 54 se haría a posteriori y directamente contra sus intereses, podría reclamar sus derechos a ser rey contra su propia hermana, que cosas peores se han visto entre borbones. Así las cosas, el número de republicanos crecería de manera significativa y la institución de la corona quedaría muy debilitada.
Pero ahora todos se encontrarían atados para la reforma de la Carta Magna, a pesar de los pesares, el PP se va a tener que subir al carro de un paquete de cambios que incluya también avances en el estado de las autonomías y, si ello de por sí es algo positivo, lo peor es que los republicanos no podremos manifestarnos visiblemente contra la monarquía en el referéndum, sobre todo si se avanza decididamente hacia el federalismo tal y como recoge el programa de gobierno del PSOE, paso intermedio hacia la abolición de esa institución de naturaleza antidemocrática y heredera de la dictadura franquista como lo es la monarquía. De todas maneras, pase lo que pase, habría que buscar la manera de hacer visible el rechazo a la corona, que nunca se nos ha dado tal posibilidad en esta pseudodemocracia que vivimos.
[…] Hace más de un año, en mayo de 2005, escribí un post pidiéndole al altísimo que el magno heredero de la corona y su santa esposa trajeran al mundo a una cría, mis ruegos fueron oídos. Pero ahora, para completar la jugada, el segundo vástago del príncipe borbón debe ser varón. De esta manera sería posible crear o agitar un conflicto dinástico de suficiente calado —sin guerras leonoristas, claro— para acabar de una vez por todas con el anacronismo medieval que tenemos que soportar los ciudadanos y ciudadanas de este país como herencia del generalísimo. […]