La noticia es bien conocida: dos F-18 chocaron en pleno vuelo en las Canarias. Es obvio que se trató de un lamentable accidente acaecido durante unas maniobras militares pero, ¿puede nuestro país tirar alegremente el dinero a la basura cuando existen tantas necesidades? No se trata de vana demagogia, sino de una vieja reivindicación del movimiento pacifista coreado hasta la saciedad en manifestaciones con el gráfico lema «menos gastos militares, más escuelas y hospitales».
Desde su compra inicial a la McDonell Douglas en los años ochenta del pasado siglo, un total de doce F-18 han sufrido graves accidentes durante la realización de maniobras y entrenamientos; la mayoría de las veces se han saldado con la pérdida total del aparato e incluso con la muerte de alguno de sus pilotos. Fácilmente podríamos concluir que alrededor de 500 millones de euros han sido despilfarrados en aras de la supuesta seguridad nacional en un estado no precisamente rico y sin apenas conflictos con sus vecinos que pudieran desembocar en episodios bélicos.
¿A cuánto equivaldría esta cifra en escuelas y hospitales con todo su equipamiento? Teniendo en cuenta que los costos medios de las primeras podrían estimarse en 5 millones de euros y de los segundos en unos 35, hablando en plata con los F-18 siniestrados podrían construirse 10 hospitales y 30 colegios de enseñanza primaria. Es bien fácil adivinar qué resulta más útil y beneficioso para una sociedad, por eso algunos colectivos pacifistas propician la objeción fiscal a los gastos militares en la declaración de la renta como una forma de denuncia de este sin sentido permanente.
Toda la razón Juanlu, no puedo decir más.